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Punto de encuentro entre las Empresas, el Medio Ambiente y la Sustentabilidad

Combustibles Limpios

la Energía Eólica es una de las grandes promesas, por cuanto crece a un promedio del 20 por ciento anual y supone abastecimiento de millones de habitantes

Es indudable que los cambios ambientales son causados por el hombre. Más de 1.500 investigadores, ligados a la ONU probaron que los cambios climáticos son el resultado de la emisión de combustibles fósiles a la atmósfera”. comenta Lester Brown, fundador del Instituto Worldwatch, una de las principales entidades dedicadas a realizar estudios sobre los ecosistemas. A los 67 años, el especialista es terminante al decir que resulte imprescindible comprometerse con las transformaciones necesarias para reestructurar la economía y tornarla sostenible. Una de las claves que propone para hacer la reestructuración que precisa el mundo es el uso de energías limpias en reemplazo de las fuentes convencionales. Si bien reconoce que el pasaje no se hace en un parpadeo ni es sencillo, asegura que no hay otra salida. Europa y otros países, por presión internacional y ciudadana, lanzaron mecanismos de apoyo y programas de financiación para fomentar el ingreso de las fuentes de energías limpias en el mercado. Los modelos más utilizados son: financiación pública para investigar y desarrollar nuevos proyectos; subvenciones a la inversión directa, entre otros.

Informes mundiales coinciden al decir que la energía eólica es una de las grandes promesas. De acuerdo con Christopher Flavin, del Instituto WorldWatch, la propuesta eólica crece un *20 por ciento anual, y hoy supone un logro innegable en el abastecimiento eléctrico de millones de habitantes, crea decenas de miles de puestos de trabajo e ingresos varias veces millonarios. Las ventajas de las fuerzas del viento son irresistibles: protege el medio ambiente al no producir casi ninguno de los contaminantes asociados a otros métodos de producción de energía; no influye en la contaminación del aire, como lo hacen emisiones de las centrales térmicas de carbón y gas, ni en los residuos radioactivos, asociados a las centrales nucleares.

En los tres últimos años, dos acontecimientos importantes impulsaron su despegue en el terreno político. Uno fue el acuerdo alcanzado en el Convenio sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, en 1997, en Kioto, Japón, y la decisión simultánea de la Unión Europea de establecer, para 2010. el objetivo de suministrar el 12 por ciento de la totalidad de la energía a través de fuentes alternativas.

Entre las recomendaciones políticas capaces de promover el avance eólico, aparece la necesidad de establecer prioridades para que se desarrolle en países que dispongan de ese potencial, eliminar las subvenciones a otras fuentes de energía y aplicar los distintos mecanismos que encuentran vigentes. Una serie de evaluaciones, realizadas por la Asociación Europea de Energía Eólica, la Agencia Internacional de Energía y la consultora independiente BTM Consult, demuestran que, de duplicarse el consumo de energía, la penetración de la eólica en el mercado sería de un 10 por ciento del consumo mundial.

La energía del viento es una industria joven que maduró rápido y produjo innovación, y los principales fabricantes aprendieron a refinar la tecnología para utilizar, de manera óptima, los diferentes emplazamientos y los niveles de demanda. A fines de los `80, los mercados eólicos se encontraban en los Estados Unidos y Dinamarca, pero a comienzos de los `90 se extendieron a Alemania, Suiza, Holanda y Reino Unido, y, más tarde, a India, China, España, Irlanda e Italia.

Dinamarca es la cuna de esta energía. Tiene las dos productoras más grandes de molinos del mundo -NEG Micon y Vesta-, y posee los planes más ambiciosos a largo plazo para expandir la producción y el uso de energías renovables. Sus aerogeneradores dominan el mercado internacional con una facturación que supera los U$S 1.000 millones. El plan danés Energía XXI está enfocado en mermar las emisiones producidos en 1998 para 2005 y disminuir esa cifra a la mitad en 15 años. Para alcanzar estos resultados, esperan que el segmento eólico suministre, en 2030, el 50 por ciento de la electricidad del país, y deberán instalar una potencia superior a los 5.500 MW, de los cuales 4.000 NW se ubicarán en parques eólicos marítimos (ver recuadro). Dinamarca es como la quinta esencia de la energía eólica, pero el líder global es Alemania.

Hace dos años funcionaban 6.400 aerogeneradores en las zonas rurales. Con una potencia instalada superior a los 3.000 MW, producían más de 5.000 millones de kilovatios hora de potencia, suficiente para satisfacer el 1 por ciento de la demanda eléctrica de un país con 82 millones de habitantes. Este avance se debe a la simple y eficaz Ley de Suministro Eléctrico, de 1990, que les garantiza a los productores de energía renovable el 90 por ciento del costo de venta nacional de electricidad por cada kilovatio hora que generen. Eso no es todo: los bancos semipúblicos ofrecen intereses reducidos a los promotores. España no se queda atrás en este decolaje global. En 1993, sólo 52 MW de potencia de energía eólica se estaban instalando en su territorio, pero a fines de 1999 el total llegó a los 834 MW. El real decreto 2818, de 1998, establece que, para 2010, un mínimo de 12 por ciento de la energía del país debe proceder de fuentes renovables. ¿Qué sucede en los Estados Unidos? Durante 1999 instalaron 1.000 MW de aerogeneradores en trece estados, sumando el total del país 2.500 MW. Este resurgimiento se debe al vencimiento del “Crédito Federal para el Impuesto sobre la Producción”, sistema que otorgó un respaldo vital para la industria eólica estadounidense. Lanzado en 1992, el crédito incluye el pago de 1,5 centavo por cada KWh de electricidad producido por un aerogenerador durante sus diez primeros años de funcionamiento. Se aplicó la cuota de energías renovables, mediante la cual un estado designa objetivos progresivos para que un porcentaje cada vez mayor de su abastecimiento eléctrico sea cubierto por energía renovable.

En Iowa, por ejemplo, a partir de 1983 exigieron que las empresas eléctricas privadas obtuviera el 1,5 por ciento de su electricidad a partir de fuentes renovables. El potencial es mayor: “El Departamento de Energía de los Estados Unidos realiza un inventario de recursos eólicos, y entre las conclusiones comentan que Dakota del Norte, Kansas y Texas pueden generar energía eléctrica suficiente para mantener todo el país”, cuenta Brown.

¿ Que pasa en la Argentina? “Patagonia posee los mejores corredores de vientos del planeta, y sigue siendo un recurso con poca explotación”, comenta Juan Carlos Villalonga, Coordonador de la campaña Energía de Greenpeace Argentina. Buenos Aires, Chubut, Neuquén y Santa Cruz poseen turbinas eólicas propiedad de cooperativas. Hay 20 molinos: 10 están en el parque eólico Antonio Morán, de Comodoro Rivadavia, y el resto se reparte entre Tandil, Punta Alta, Río Mayo, Cutral Có, Rada Tilly y Darragueira. “El apoyo del gobierno es casi invisible. Si bien existe una ley nacional -D2223/98-99, ley 25019- y dos provinciales -en Chubut, la número 4389, y en Buenos Aires, la 71-, a juzgar por la inacción, el Estado no tomó el desarrollo eólico como un proyecto a largo plazo”, aclara el especialista.

Según el ingeniero Oscar Balestro, directivo de la sede local de NEG Micon -una empresa que, junto con Vesta, es la mayor productora de turbinas eólicas mundiales-, el escenario nacional resulta desalentador. El gran problema es que, al no estar conectadas las redes de alta tensión del sur -donde se encuentra el gran potencial para el desarrollo eólico- y del norte del país, es imposible que los excedentes sureños eólicos -de existir- puedan ser utilizados en el norte, donde están los mayores consumos. Más allá de resolver los inconvenientes de la unificación de las redes de alta tensión, Balestro explica que la Argentina podría se el punto de partida hacia la conquista de la energía en el hemisferio sur. Sin embargo, las empresas instaladas, como NEG Micon, aguardan una decisión seria por parte de las autoridades para poner en marcha proyectos locales de desarrollo.

La ruta de las alternativas se complementa con la energía del sol. Aunque siguen investigando nuevas tecnologías, las placas solares calefaccionan edificios, calientan agua, iluminan viviendas, escuelas y centros de salud -especialmente en áreas alejadas de las redes convencionales-, bombean agua, climatizan piscinas, permiten establecer repetidoras de televisión o telefonía en alta montaña y delinear cercos eléctricos para corrales de pastizales, quintas y animales, entre otras aplicaciones.

En el extranjero, existen innumerables aldeas que utilizan los servicios de los rayos solares, y las plantas solares siguen multiplicándose. En el Parque Nacional Isla del Coco está la planta Wafer; el estado de Ranania, Alemania, región dominada por el carbón, cuenta con una instalación -Gelsenkirchem- de 5.000 metros cuadrados de superficie. Subvencionada por el gobierno federal y por una inversión realizada por Shell, está destinada a producir 13 millones de células solares anuales.

Cerca de Targasone, Pirineos franceses, se observa la central solar Themis de Electricité, en Francia; en Almería, España, hay una plataforma solar importante; en la isla de Creta se construye la Thermal Solar European Power Station -Theseus-, y la planta Bridgrend, de Ford, se abastece en gran parte con el poder del sol. En la Argentina, la energía solar asoma en viviendas de campo, en un grupo de escuelas de Santa Fe, Salta y Jujuy, el algún que otro hospital provincial, en los sistemas de alambrados y de SOS en las rutas. Por ahora, no es mucho el tramo que ha recorrido, pero en el país se instaló hace un año Kyocera Internacional, de Japón, una de las compañías estrella de la producción mundial de paneles fotovoltaicos -adquirió la firma local Solartec. propietaria de una planta industrial en La Rioja-.

Como la eficacia de las energías alternativas en el transporte dista de acercarse a las de los combustibles fósiles, una opción que avanza es la del hidrógeno. Se trata de una tecnología capaz de unir lo mejor de los dos mundos, es innocua e inagotable. El hidrógeno se obtiene al disociar los átomos de las moléculas de agua utilizando electricidad, que se puede lograr a partir de energía solar eólica. Ford Motor Company la aplicará en los próximos modelos, y comienzan a aparecer las estaciones abastecedoras de hidrógeno en los Estados Unidos -los colectivos de Chicago marchan con hidrógeno- y Europa. Es decir, no por casualidad William Ford dice que espera presenciar la muerte de los motores de combustible interna. BMW, por su parte, en febrero último inició en el emirato de Bubai la “Gira Mundial de Energía Limpia 2001” con su sedán a hidrógeno 750hL -su motor V 12 alcanza los 226 kilómetros-, Daimler Chrysler tiene el Necar 4, y las demás gigantes de la industria están obsesionadas en lograr vehículos “emisión cero”. El camino hacia un mundo más limpio se complementa con el uso de pequeñas usinas hidroeléctricas -en China hay 180.000-, fuentes geotérmicas, biomasa y ¿por qué no? energía mareomotriz. Junto a este abanico de posibilidades aparecen en el cambio combustibles alternativos, como son los alcoholes que se obtienen de procesos de fermentación de fuentes azucaradas y el biodiésel, las estrategias de reducción de consumo y los sistemas de transporte más eficaces y menos contaminantes.

VIENTO A FAVOR

El mayor atractivo de la producción de energía eólica en el mar es el viento. La velocidad media puede ser hasta un 20 por ciento mayor, y la energía generada, hasta un 70 por ciento superior a la de tierra. Estudios económicos muestran que es posible instalar turbinas en profundidades de hasta 15 metros sin incremento significativo en el costo. Otro trabajo hecho en los dos mayores parques eólicos marítimos muestran que ni los patos buceadores ni las aves marinas que viven en la zona se han marchado por la presencia de las turbinas.

DATOS DE LA ARGENTINA

El 60 por ciento del cosumo de energías nacionales se produce en Buenos Aires.

Consumo anual nacional: 199 Petajoules (55,28 millones MWh)

Consumo per cápita: 58.10″ Joules (1.611 MWh)

BUENOS AIRES, PRINCIPAL CONSUMIDOR

La cantidad de electricidad consumida en el Gran Buenos Aires equivale, aproximadamente, a toda la producida por las centrales térmicas de la Argentina. Según datos de la Secretaría de Energía de la Nación, unos 35.546.000.000 kWh -nada menos que el 75 por ciento de lo consumido en el país- se emplean en el área metropolitana. Si una comunidad como la de Buenos Aires decide ahorrar energía, los resultados serán asombrosos en la reducción de emisiones.

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