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El SIDA Amenaza el Desarrollo Sustentable

Las naciones se enfrentan a un “no desarrollo” a medida que el SIDA destruye el recurso más valioso del mundo: las personas

El responsable del programa de las Naciones Unidas sobre el SIDA, doctor Peter Piot, ha advertido que es imposible lograr un desarrollo sostenible significativo si se deja que la epidemia del SIDA devaste las capacidades y recursos humanos

  “Si seguimos permitiendo que el SIDA agote los recursos humanos a una velocidad cada vez mayor, el desarrollo sostenible será imposible”, aseguróPiot, Director ejecutivo del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA). “Sencillamente, si uno no sobrevive, no puede desarrollarse”. El doctor Piot se dirigió a la sesión plenaria de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible, que se celebra en esta ciudad del 26 de agosto al 4 de septiembre.

Un informe hecho público por el ONUSIDA para la cumbre advierte que el SIDA, arrebatando a las comunidades y naciones su bien más preciado, las personas, merma la capacidad humana e institucional que impulsa el desarrollo sostenible. Disloca los mercados laborales, perturba la producción y el consumo, erosiona los sectores públicos y privados y, finalmente, reduce la riqueza nacional. A medida que aumenta la prevalencia del VIH, se hace mayor la pobreza y, en combinación con otros reveses, el SIDA puede desencadenar crisis alimentarias. Los países más castigados se enfrentan ahora a la perspectiva del “no desarrollo”, eso es, de contemplar como sus logros en materia de desarrollo desaparecen al paso de la epidemia.

Los jóvenes resultan especialmente afectados por esta reacción en cadena, dado que la mitad de nuevas infecciones por el VIH se producen en personas menores de 25 años. “Una generación de jóvenes diezmada por el SIDA no sólo constituye una tragedia humana, sino también una amenaza a la seguridad común”, señaló el doctor Piot.

El doctor Piot dijo a los líderes del mundo reunidos en la cumbre que la unión de fuerzas es fundamental para combatir la epidemia con eficacia. Y, para hacerlo, es necesario ampliar significativamente el alcance de los programas de prevención, extender de manera drástica el tratamiento y disminuir el impacto del SIDA en el desarrollo económico y social. Un elemento clave para el éxito de estas políticas es la integración de las respuestas al VIH/SIDA en estrategias de desarrollo más amplias, que incluyan de manera habitual evaluaciones del impacto del SIDA.

Los avances a escala nacional también requieren acción política, incluidos el compromiso constante y el apoyo a alto nivel de diversos grupos de la sociedad. Otra de las prioridades es una mayor participación de las personas que viven con el VIH/SIDA en la elaboración de políticas y respuestas a la epidemia, fundamental para superar el estigma y la discriminación. Por último, la protección de los jóvenes y las mujeres (el creciente impacto del SIDA en las mujeres demuestra con absoluta claridad la desigualdad por razón de sexo) es primordial para que la respuesta a la epidemia sea eficaz.

 Sin capacidad humana para el desarrollo ” la voluntad, aptitudes, capacidades y sistemas necesarios para responder eficazmente al VIH/SIDA, el impacto y propagación de la epidemia seguirá aumentando. El desarrollo de la capacidad humana requiere la creación de una cultura que la facilite, por medio de la cual las organizaciones involucradas en las respuestas al SIDA que promueven un liderazgo en materia de VIH/SIDA en los sectores públicos, privados y comunitarios, aprendan de ellos, apliquen las enseñanzas adquiridas y colaboren en todas las instituciones y ámbitos.

 Sin embargo, las prioridades sin compromiso financiero corren el riesgo de quedar en nada. “Invertir en el SIDA es una buena inversión”, señaló el doctor Piot. “Los gastos dedicados al SIDA de los países de ingresos bajos y medianos tienen que aumentar a US$ 10 000 millones por año, tres veces más que el nivel actual.” Alcanzar este objetivo exigirá una inversión mayor, no sólo de los donantes sino también de los mismos países en desarrollo, recalcando la necesidad de reforzar su capacidad de contribuir por medio del aligeramiento de la carga de su deuda.

 En dos décadas, el SIDA se ha cobrado la vida de 20 millones de personas. Para 2020, a menos que se tomen medidas coordinadas y eficaces, otros 68 millones corren el riego de perder la vida prematuramente en los 45 países más afectados. Por ejemplo, un estudio efectuado en Zambia ha puesto de manifiesto que las dos terceras partes de las familias urbanas que han perdido al principal sostén como consecuencia del SIDA han experimentado una disminución del 80% en los ingresos; en combinación con otros reveses, el SIDA puede desencadenar crisis alimentarias e incluso hambruna, y, este año, una ingente cantidad de 13 millones de personas se enfrentan a una posible hambruna en África meridional; la transmisión maternoinfantil del VIH hace que se incrementen las tasas de mortalidad materna e infantil.

 Ya existe un consenso mundial sobre la urgencia de combatir al SIDA. El año pasado, en el Período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA, los líderes del mundo aprobaron por unanimidad la Declaración de compromiso, que constituye un punto de referencia para la acción y rendición de cuentas. Esta declaración ya ha sido respaldada por el programa de acción de la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible. Del mismo modo, las Metas de Desarrollo del Milenio se comprometen a detener la propagación del VIH/SIDA para 2015, pero el VIH/SIDA es un obstáculo para lograrlas. La reciente creación del Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo y las contribuciones hechas a éste son una nueva demostración del compromiso creciente en la lucha contra el SIDA.

 A finales de 2001, 40 millones de personas vivían con el VIH/SIDA en el mundo, 5 millones de las cuales habían contraído la infección durante el año. El África subsahariana sigue siendo la región más gravemente castigada, con aproximadamente 3,5 millones de nuevas infecciones durante el año pasado. La prevalencia del VIH continúa aumentando de manera alarmante incluso en las zonas de África en las que la epidemia ya está muy arraigada. También se propaga rápidamente en el Caribe, Europa Oriental y Asia, incluidos algunos de los países más poblados del mundo.

Johanesburgo, 30 de agosto de 2002
Fuente: ONUSIDA

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