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Punto de encuentro entre las Empresas, el Medio Ambiente y la Sustentabilidad

Suelo. Vivimos pasándole por encima

Silvia Fratoni*
Luis Carreras**

Suelo. Lo pisamos. Instalamos nuestras viviendas sobre él. Sustenta todas las actividades que desarrollamos. Constituye la base para la producción de alimentos. Nos brinda fibras y maderas para nuestras ropas y hogares. Sin embargo, lo ignoramos: sabemos muy poco sobre su formación, sus componentes, sus necesidades y sólo lo recordamos cuando aparece ensuciando nuestros zapatos. Pero una sola partícula tiene infinidad de historias que contar… ¿de qué roca proviene? ¿qué la arrastró hasta aquí? ¿qué procesos físicos y químicos soportó y durante cuántos años?…

Lo que hoy reconocemos como suelo, es un sistema natural muy complejo y dinámico, una delgadísima capa que se ha formado por la acción de los factores climáticos y de los seres vivos sobre las rocas de la litósfera. Se compone de materiales orgánicos y de los provenientes de las rocas de la superficie de la tierra; ambos son partícipes de procesos de desintegración mecánica y de cambios químicos.

Los suelos actúan como sustento de la vegetación y los animales, además de ayudar a regular el ciclo del agua; también allí conviven en armonía los mundos orgánico e inorgánico.

La formación del suelo es un proceso continuo y generalmente lento: cada centímetro de suelo fértil puede haber necesitado de 50 a 100 años para su maduración, lo cual depende fundamentalmente de los factores de formación de suelo. Semejantes períodos hacen que sea considerado como un recurso no renovable o difícilmente renovable, según la escala de tiempo humana. Por lo tanto, la génesis y posterior transformación de un suelo depende de:

* la topografía del terreno (relieve, magnitud y sentido de las pendientes),

* los agentes climáticos (viento, lluvias, calor solar),

* la vegetación, la meteorización (ruptura y disgregación),

* los movimientos sísmicos que actúan sobre las rocas expuestas y también del Ser Humano.

Las pequeñas partículas generadas por los factores antes mencionados constituyen el componente inorgánico o abiótico. Por otro lado, en ese ambiente entremezclado de arena, limo y arcilla, viven millones de microorganismos, hongos y bacterias que se alimentan de animales y vegetales muertos, a los que convierten en materia orgánica. Una vez degradado, ese compuesto sufre una serie de cambios denominado humificación, por el cual las sustancias originales se separan en elementos químicos cada vez más simples: una parte se mineraliza y es absorbida por las plantas y la otra permanece como humus.

A medida que se desplaza entre los poros, el agua humedece y cohesiona, arrastra soluciones y ayuda a mantener la temperatura, mientras que el aire llena los espacios dejados en el suelo por el drenaje del agua y los seres vivos microscópicos, que llenan de oxígeno a las raíces y demás formas de vida que existen bajo tierra.

Entre los elementos fundamentales para el desarrollo de los vegetales, encontramos dieciséis nutrientes del suelo, los principales son:

* primarios o macronutrientes: Nitrógeno (N), Fósforo (P) y Potasio (K),

* secundarios: Calcio (Ca), Sodio (Na), Magnesio (Mg) y Azufre (S) y

* menores o micronutrientes: Hierro (Fe), Aluminio (Al), Manganeso (Mn), Cobre (Cu), Molibdeno (Mb), Cloro (Cl), Cobalto (Co), Boro (Bo) y Zinc (Zn), todos deben estar en equilibrio para asegurar una buena nutrición a los vegetales.

Horizontes del suelo

El perfil típico de un suelo maduro está constituido por tres horizontes: A, B y C.
En cuanto a los colores del suelo, los de color negro suelen ser los más fértiles, pues son los que cuentan con mayor porcentaje de humus (salvo que el color se deba a la presencia de magnetita u óxidos de manganeso), mientras que los grises suelen ser pobres en humus y los rojizos o marrones denotan abundancia de óxidos (en general, de hierro) y escasez de humus.

Por otra parte, la neutralidad química del suelo (pH 7) favorable a la proliferación de organismos, puede deberse a un gran porcentaje de humus, material ácido, y a la presencia de calcio suficiente como para neutralizar dicha acidez. Los suelos de bosques de climas húmedos poseen pH bajo (ácido o levemente ácido); en cambio los salinos, como los salitrales, pueden tener un pH superior a 8,5.

Horizonte A (suelo superior)

Formado por los cuerpos de plantas y animales que, por la humificación, son reducidos a material orgánico finamente dividido. En el humus formado se encuentra también una micro y macro-fauna edáfica (relativa al suelo), responsable de la humificación, y detritos minerales provenientes de la roca madre del lugar. A este horizonte se lo denomina también “eluvial”, pues es el que más material pierde (sales, coloides, humus, arcilla), por ser el más expuesto de los tres a los factores externos.

Horizonte B

Se encuentra por debajo del A, y posee muy poca cantidad de materia orgánica descompuesta. Es un horizonte mineral con intensa circulación de agua proveniente del nivel superior. Puede ser de colores claros debido a nódulos o capas de carbonato de calcio, yeso o sílice. El color marrón puede indicar la presencia de mineral de hierro. Denominado también “iluvial”, debido a que recibe los materiales que se eluvian (o lavan) del A.

Horizonte C

Está formado por las rocas sólidas o sedimentos sueltos originales del lugar que aún no han sufrido ningún tipo de alteración o descomposición. En nuestra zona posee color claro, generalmente pardo, aunque debemos aclarar que no hay roca sólida.

Los suelos de nuestro país presentan perfiles edáficos variados: gran fertilidad, como los de la pampa oriental con un horizonte A de elevado porcentaje en humus y uno B rico en sales de calcio (calcita y yeso), o bien suelos de áreas semidesérticas como los de la meseta patagónica con un horizonte A muy poco desarrollado.

DEGRADACION DE LOS SUELOS

Todos los suelos sufren procesos de degradación. Algunos naturalmente y otros relacionados con la actividad antrópica. Estos últimos tienen que ver con la evolución de los asentamientos, ciertas prácticas agrícolas y actividades industriales. En el cuadro siguiente, sólo se han incluído los aspectos que inciden en la degradación y no los beneficios que el mismo hombre ha conseguido con el uso racional de la Ciencia y la Tecnología.

a) A raíz de asentamientos humanos

C A U S A S

E F E C T O S

* Ubicación de complejos habitacionales en zonas agrícolas.

Modificaciones en el ecosistema regional. Alteraciones en la cantidad de suelos útiles para otros fines.

* Eliminación de desechos cloacales y desagües pluviales con arrastre de sustancias residuales.

Contaminación del suelo y de napas superficiales con las aguas de uso domiciliario.

* Eliminación de residuos domiciliarios (basuras) en vertederos abiertos o por combustión.

Infiltraciones de los líquidos residuales en el suelo y napas de aguas subterráneas.

Contaminación física con materiales no

degradables (plásticos, caucho).

Contaminación química con materiales no

degradables (detergentes).

Contaminación tóxica, en el caso de la combustión

de los residuos, del aire y del suelo con los

productos originados por los nuevos materiales

sintéticos (plásticos, biocidas).

* Uso de combustibles fósiles para calefacción y automotores.

Contaminación tóxica de suelos y alimentos con hidrocarburos y plomo.

b) A raíz de actividades agropecuarias

* Tecnología de las prácticas agrícolas.

Pérdida gradual de la estructura natural del suelo ocasionada por el uso inapropiado de

maquinarias pesadas.

** Dirección de surcos.

Procesos de erosión eólica e hidrológica

favorecidos por los surcos construidos en

dirección a la pendiente del terreno lo que

arrastre indebido de nutrientes.

** Monocultivo, rotaciones inadecuadas de cultivos o mal manejo de pastoreo.

– Deterioro gradual de los suelos agrícolas por agotamiento de nutrientes.

* Expansión de prácticas inadecuadas de riego.

– Problemas de salinización (como en la provincia de La Rioja) y anegamiento.

* Uso de fertilizantes y plaguicidas, en forma no controlada, con el objeto de lograr una mejor y mayor producción.

Destrucción de microflora y microfauna del suelo. Alteración de los ciclos biogeoquímicos naturales. Contaminación tóxica de los suelos,. napas subterráneas y cultivos. Interferencia en la salud humana

* Tala y quema indiscriminada

Destrucción del suelo. Extinción de especies vegetales y animales. Modificaciones en la evolución natural del ciclo hidrológico.

Potenciación del efecto invernadero.Desertización

c) A raíz de actividades industriales

* Uso de grandes extensiones de tierra para susinstalaciones.

Modificaciones en el ecosistema regional.

* Eliminación de productos gaseosos, no tratados convenientemente, que contribuyen a la formación de lluvias ácidas.

Acidificación de suelos que genera: modificaciones en la estructura, pérdida creciente de nutrientes básicos para el crecimiento de las plantas y aumento de las concentraciones de los metales pesados (Al, Cd, Hg, Zn, Pb, etc.). Alteraciones en materiales de construcción y de ornamentación.

* Eliminación de efluentes industriales formados por materiales de todo tipo.

Contaminación orgánica.

Contaminación por residuos tóxicos.

* Eliminación de efluentes a altas temperaturas.

Contaminación térmica.

* Eliminación de residuos radiactivos.

Contaminación radiactiva.

* Liberación de hidrocarburos y productos originados durante las combustiones.

Contaminación tóxica del suelo que deriva en contaminación de cadenas alimentarias (caso del PB y el Cd)

* Tala de árboles sin reforestación prevista.

Desertización.

VISION GLOBAL DE LOS RECURSOS DE LA TIERRA

Antes del impacto antrópico, los bosques de la Tierra, praderas y otros ecosistemas tenían una capacidad de producir un total neto de unos 150.000 millones de toneladas de materia orgánica al año. Pero hasta ahora, una sola especie (la Homo sapiens) se ha apropiado de cerca del 40% de la provisión alimentaria terrestre, dejando sólo un 60% para los millones de otras especies no marinas de fauna y flora.

¿Cómo hemos llegado a usurpar una porción tan grande de la capacidad productiva de la Tierra?. En nuestros esfuerzos por procurarnos alimentación, vestido, alojamiento y otras formas de satisfacer apetencias materiales en incesante aumento, no hemos dado tregua a la transformación de biosistemas diversos y complejos en otros más uniformes y elementales, fáciles de manipular para el beneficio humano. Así, las compañías madereras han talado bosques primarios para sustituirlos por plantaciones de monocultivos de especies exóticas a fin de obtener pasta de papel; los inmigrantes campesinos han incendiado selvas tropicales para plantar cultivos con el objeto de sobrevivir; y agricultores estadounidenses han surcado con sus tractores las verdes praderas del Medio Oeste norteamericano para sembrar cereales y crear una de las regiones de mayor rendimiento agrícola del mundo.

Aunque estas transformaciones han hecho posible que más seres humanos puedan sostener o elevar sus niveles de vida, debemos considerar que las mismas han tenido lugar a expensas de ambientes naturales, de otras especies vegetales y animales y del equilibrio ecológico.

Gran parte de los terrenos que continuamos cultivando van perdiendo su productividad natural debido a prácticas agrícolas erróneas y explotación abusiva. La Evaluación Global de Degradación del Suelo (estudio de tres años de duración en el que intervinieron unos 250 científicos) averiguó que las capas superiores de suelo se están perdiendo o se están produciendo en ellas otras formas de degradación en 550 millones de hectáreas como resultado directo de métodos agrícolas inadecuados.

Según esos mismos científicos, el pastoreo excesivo ha provocado el desgaste de 680 millones de hectáreas desde mediados de siglo. Esto da a entender que el 20% de las praderas y pastizales del mundo están perdiendo productividad y continuarán perdiéndola, salvo que se reduzca el número de cabezas de ganado y se pongan en práctica métodos ganaderos más sostenibles.

CONTROL INTEGRADO DE PLAGAS

Frente a las necesidades alimentarias de cientos de miles de personas, se optó en su momento por una agricultura intensiva, extremadamente voraz en recursos humanos, energéticos y tecnológicos. El uso desmedido de agroquímicos y sus funestas consecuencias para la salud humana y del ambiente, generó propuestas totalizadoras y parciales. Entre las últimas, se destaca el Control Integrado de Plagas, fundamentada en el conocimiento del ambiente en el cual la planta crece; estudia los siguientes factores:

* la dinámica poblacional de todos los organismos que integran el ecosistema,

* los factores limitantes de una población (como estrategias de reproducción evolutiva, índices de desarrollo y mortalidad),

* los insectos benéficos (predatores o parásitos) y

* las posibilidades de uso (cuando resulten imprescindibles) de productos químicos selectivos que produzcan el menor desequilibrio ecológico del ecosistema.

En base a esos estudios se elaboran estrategias basadas en tácticas de control, que incluyen alternativas de lucha para integrar el control biológico con otros controles: culturales, químicos, físicos, legales, naturales, genéticos y otros métodos, por ahora en estudio.

El término Control de una plaga NO significa exterminarla (pues generalmente resulta impracticable e inconveniente tanto ecológica como económicamente), sino mantenerla en un estado determinado o limitar su población de manera tal que los daños que ocasione, se mantengan en un nivel tolerable o relativamente inofensivo.

Por Integrado, entendemos que se intenta reunir varias partes en un todo. En el sentido de la lucha contra las plagas, integrar es considerar todas las diferentes maneras en que se puede combatir una plaga y juntarlas de un modo económico dentro de un patrón lógico, lo que implica conocer o buscar cuáles son las alternativas posibles.

Desde hace dos décadas, la Dirección de Sanidad Vegetal del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio (MAGIC), ha implementado el Control Integrado de Plagas que, con sucesivas modificaciones que surgían del trabajo experimental, permitió limitar el abuso de aplicaciones y dosis de biocidas, lo que generó un “sistema” de protección adaptado a las condiciones ecológicas y socioeconómicas del ambiente rural. La disminución de tóxicos, el manejo de malezas y de la dinámica poblacional de los insectos plaga, han permitido un descenso en los costos de producción (disminuyendo los insumos), una mejoría de la calidad del producto y un óptimo aprovechamiento del suelo.

SUELO Y FERTILIZANTES

Según el famoso Instituto Worldwatch, en su internacionalmente conocido informe anual sobre “La situación en el mundo”correspondiente a 1994, muy pronto el número de habitantes del planeta será de más de 6.000 millones: en función de ello, la agricultura debe proporcionar alimentos para el 100% de los seres vivos de la Tierra. Esta explosión demográfica provoca también la necesidad de mejorar la producción y conservación de cantidades cada vez mayores de alimentos. En función de esta necesidad, la industria de la agricultura creó modernas maquinarias, se utilizaron sistemáticamente fertilizantes y se intentaron controles de plagas, que pretendieron obtener del suelo su máximo rendimiento.

La llamada “Revolución Verde” produjo resultados espectaculares en un principio, para retornar a los niveles normales (y aún menores) de producción pocos años más tarde. Entre las razones del fracaso de esa tendencia cabría citar aspectos socio-político-económicos, y los relativos a la información y la educación. Todas las formas de producción intensiva implementadas en los últimos cincuenta años abusaron generosamente de biocidas y fertilizantes que terminaron por originar efectos no deseados.

En este marco es importante reconocer al suelo como un sistema de purificación capaz de retener diferentes sustancias hasta que se tornen inactivas o sufran procesos de biodegradación. Sin embargo, el exceso de cantidad influye en esta capacidad natural de almacenamiento y neutralización. Por ello, los fertilizantes químicos utilizados en forma inadecuada (en cantidad, calidad o periodicidad) alteran los equilibrios naturales.

Desde el punto de vista de su composición química, los fertilizantes pueden ser químicos u orgánicos. Los primeros se obtienen como productos de la explotación minera, como subproductos de diversas industrias o directamente por síntesis.

Dentro de los fertilizantes químicos, hay directos o simples (proveen nitrógeno, fósforo o potasio); multinutrientes (nitrógeno y fósforo, nitrógeno y potasio y fósforo y potasio); complejos (nitrógeno, fósforo y potasio); correctores de suelo (calcio y/o magnesio); etc. Todos ellos son inmediatamente asimilables por lo que requieren de pequeñas cantidades del producto. Se pueden mencionar el salitre de Chile, superfosfatos, cloruro de potasio, sulfato de amonio, etc.

Los fertilizantes orgánicos, en cambio, son de asimilación lenta ya que deben sufrir algunas modificaciones en su estructura química para ser incorporados por las plantas. Entre ellos se utilizan ciertos residuos de la actividad agrícola (como harinas de ricino y cacao, semillas de lino y algodón, etc); de la actividad ganadera (como guano, harina de hueso, carne, estiércol, etc). También se utilizan productos sintéticos como urea y cianamida cálcica.

La contaminación está relacionada con los fertilizantes químicos, pues el abuso de estos productos puede transformar un suelo fértil en un área estéril e incidir en los terrenos vecinos por la dispersión de materiales merced a la acción de los agentes erosivos. El beneficio de su uso radica en que inmediatamente aportan los nutrientes e incrementan el rendimiento. Pero utilizados inadecuadamente, se acumulan y en unos pocos años interfieren en la formación del humus.

Para ciertos sectores de nuestra sociedad, un suelo es importante mientras produzca; por ello, le inyectamos macronutrientes en su interior y tratamos de mantener, a un alto costo, un sistema artificial aislado de su ambiente. Pero debemos recordar que un suelo no sobrevive únicamente por el aporte de algunas sustancias químicas, sino que la materia orgánica, la forma de asimilar y controlar el ingreso y egreso de agua y aire, la humificación, la fauna y flora asociada, más otros factores, inciden en el mantenimiento vital del mismo. El desconocimiento de tales particularidades está en la base de todos los procesos de degradación que afectan a nuestros suelos.

SUELO Y BIOCIDAS

El mayor problema de los biocidas radica en haber saturado el medio con sustancias tóxicas provenientes de la variada gama de plaguicidas, pesticidas, insecticidas, fungicidas, etc.
Algunos autores clasifican a estos productos por la fecha de aparición en el mercado, por sus bases químicas, por la capacidad de bioacumularse o por su toxicidad. A los efectos de hacerlo fácilmente comprensible, hemos optado por su base química/biológica.

Resulta interesante remarcar que el hombre siempre ha luchado contra las plagas utilizando varios métodos, entre ellos, químicos (orgánicos o sintéticos) y mecánicos. Pero fue la culminación de la Segunda Guerra Mundial con sus necesidades de alimentos, posibilidades de desarrollo y reconstrucción de los países en conflicto (especialmente, en Europa), y la capacidad ociosa de algunas industrias, la que produjo la aparición de un producto “universal”, de uso masivo y de efectividad garantizada contra todas las plagas: el DDT.

El dicloro difenil tricloroetano (DDT), cuyo descubridor fuera galardonado con el Premio Nobel, fue un plaguicida organo-clorado obtenido en 1942 por la firma suiza Geigy. A partir de ese momento cosechó éxitos espectaculares en la lucha contra las enfermedades transmitidas por insectos (como el tifus y el paludismo) y posteriormente, en la protección de las cosechas agrícolas.

Sin embargo, poco a poco comenzaron a manifestarse sus propiedades tóxicas. La saturación del medio con venenos de este tipo (que se degradan con muchísima lentitud) originó el envenenamiento de cadenas tróficas. Vertientes enteras se contaminaron por el uso incontrolado del DDT. Los residuos fueron absorbidos por el terreno, diseminados por las aguas y finalmente concentrados en las grasas de peces y aves, muchos de los cuales llegaron a nuestras mesas. Los efectos fisiológicos que empezaron a detectarse, su acción sobre el sistema nervioso, los efectos indeterminados de sus residuos y su presencia en la leche materna movilizaron a la opinión pública para restringir su empleo.

Por ello, evaluados los riesgos y los relativos beneficios de los biocidas organoclorados (DDT, Lindano, BPC), y en especial por su alta persistencia en el ambiente (lo que generaba más de un problema por residuos en los alimentos), aparece en 1960 un nuevo grupo de compuestos tóxicos: los carbamatos y los organo-fosforados. Estos últimos difieren de la anterior generación en que se degradan con gran rapidez y no tienden a acumularse en las cadenas biológicas, a pesar de lo cual siguen siendo sumamente venenosos, en especial para los organismos de sangre caliente. El insecticida Parathion, quizás el más conocido universalmente, ha originado en nuestro país no pocos accidentes humanos fatales, así como eliminó la fauna ícticola de algunos cursos de agua; en la actualidad, se encuentra prohibida su venta, aunque existe un mercado clandestino de comercialización de estos productos.

A partir de 1975, se descubrieron una variedad de productos químicos que tienden a ser más selectivos, menos tóxicos y relativamente incapaces de generar cepas de insectos resistentes. A partir de numerosos compuestos de acción análoga a las piretrinas naturales, se han elaborado los piretroides. Asociados a estrategias de control integrado de plagas y el uso de prácticas culturales adecuadas, parecen constituir una forma de producción menos peligrosa que las anteriores. Aún así, muchos de esos productos están en fase de experimentación y, continuamente se descubren nuevas aplicaciones y nuevos problemas, que irán resolviéndose en el futuro, con el intento de no perjudicar al “complejo suelo”. Los piretroides, compuestos mercuriales, incluso los productos hormonales, aún deben demostrar su eficacia, para atender la salud integral del sistema.

Por otra parte, en forma puntual, se está desarrollando la llamada “agricultura orgánica”. Esta corriente pretende erradicar el uso de agroquímicos sintéticos de las prácticas agrícolas, con la actualización de los métodos originales de la naturaleza, que abarca desde el control biológico de plagas, uso de biocidas naturales, asociación con especies vegetales floríferas y olorosas, rotación de cultivos, aporte de fertilizantes orgánicos (compost), etc. Por ahora, la producción es pequeña, y se ha obtenido singular éxito en huertas familiares y comunitarias, a partir del Programa PROHUERTA del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Aunque su costo es relativamente alto, la producción de yerba mate y té, además de algunos cultivos a escala experimental (espárragos, soja, maíz, etc.) ya se está comercializando en el mercado, con las certificaciones de las empresas avaladas por el Instituto Argentino de Sanidad Vegetal (IASCAV) y el Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA).

UN SUELO CON PROBLEMAS

LA DEGRADACION Y SUS FORMAS
Acidez Erosión Desertificación Desertización

DEGRADACION

Proceso mediante el cual un sistema pasa de un determinado grado de organización y composición a otro más simple y de menor número de componentes. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y específicamente referido a la degradación de los suelos, es “todo proceso de pérdida parcial o total de la productividad de la tierra”. Así, la agricultura o la actividad agropecuaria constituyen actividades degradantes, en la cual se busca reemplazar un ecosistema con cierto grado de complejidad por otro más simplificado y de mayor productividad.

Cuando el cambio de un ecosistema complejo a uno simplificado es de tal nivel que el soporte físico territorial sufre cambios que perjudican directamente a una parte o a toda la sociedad asentada sobre el mismo, estamos ante un proceso de deterioro integral del suelo. Esto se puede aliviar o atenuar si se administran medidas conservacionistas adecuadas que distribuyan el impacto en el período más prolongado posible e impidan al máximo la degradación y el consecuente deterioro. Un caso diferente lo constituyen los asentamientos humanos donde el deterioro ambiental es continuo y tiene dinámicas y consecuencias diferentes en velocidad, extensión y profundidad.

Los procesos más importantes de degradación (o deterioro) a que están sujetas las tierras son las labranzas y la erosión que, por su importancia, será tratada aparte.

* Las labranzas

Labrar los suelos provoca la remoción de la cubierta vegetal y la rápida perturbación del equilibrio dinámico, lo cual produce cambios por lo general difícilmente reversibles. Al ser removida la vegetación, se mineraliza el humus y se producen una serie de cambios en las características físicoquímicas del suelo; éstos conducen a procesos degradatorios que se intensifican con el correr del tiempo.

ACIDEZ

Dentro de los complejos ecosistemas mundiales, el suelo y su grado de acidez y/o alcalinidad son determinantes a la hora de definir las características de la vida asociada en cada ambiente. Así, por ejemplo, el pH determinará, entre otras cosas, la menor o mayor posibilidad de asimilar los nutrientes y en consecuencia, la calidad de la vegetación superficial. En estos casos, hablamos de un determinado tipo de suelo que, de manera natural, se ha originado en una región y sirve de sustento a una flora exclusiva.

Por otro lado, existen procesos generados por el hombre que están estrechamente vinculados con la contaminación ambiental, el exceso de agricultura (o “agriculturización”) con su consecuente falta de prácticas conservacionistas, y los productos tóxicos depositados en el suelo; un ejemplo lo constituyen las llamadas “lluvias ácidas”. Importantes investigaciones acerca de los efectos de lluvias con pH inferior a 5,6 sobre los suelos, permitieron determinar una mayor remoción de los nutrientes que han sido lixiviados y asimilados por las plantas, lo que se traduce en un empobrecimiento gradual que repercute sobre el sistema vegetal; en el mismo sentido, la acumulación de nitratos y sulfatos contribuyen a la acidificación de aguas subterráneas por muchos años. En nuestro país y nuestra provincia, la acidez se encuentra en lugares puntuales, generalmente relacionados en forma directa con zonas industriales.

También se están realizando estudios para verificar la incidencia de este deterioro en la salud humana, cuyos indicios señalan efectos directos e indirectos. Entre los primeros se observa un incremento de aquellos metales que pueden incorporarse en la cadena alimentaria del hombre, como aluminio, plomo, cobre, zinc, cadmio y mercurio; por ejemplo, el plomo se acumula en los huesos aunque también lo hace en el hígado y los riñones. Los efectos indirectos de la acidez sobre los suelos se relacionan con la problemática de la desaparición paulatina de grandes extensiones de bosques, derivada de los efectos que la disminución del pH ocasiona sobre las hojas de los vegetales.

EROSION

Se entiende por “erosión” a la pérdida de la capa fértil del suelo. Probablemente, su raíz latina original “erodere” (roer), ejemplifique de manera clara lo que sucede en un suelo sometido a este proceso: la erosión destruye, remueve y arrastra las partículas del suelo; para ello se ayuda con la acción del agua o el viento. Además, debemos diferenciar la erosión natural de la inducida por las actividades antrópicas; si bien la primera constituye un fenómeno natural, cuyos procesos son lentos y están ligados fundamentalmente a causas geológicas, la otra presenta la particularidad de la intervención humana, la cual acelera los cambios mediante diversas acciones como las labranzas ya mencionadas, la destrucción de la cobertura vegetal y el agotamiento de nutrientes.

La superpoblación mundial excede la capacidad de carga de los ecosistemas, o sea sus límites para albergar organismos sanos y mantener su productividad, adaptabilidad y capacidad de renovación que la sustentan (denominada también “capacidad de carga de la Tierra”), y presiona con la sobreexplotación de la vegetación, el suelo y el agua, que son los tres elementos que constituyen los cimientos naturales de la existencia humana y provocan la erosión del suelo.

Debido a la acción de agentes dinámicos exógenos, los componentes de la corteza terrestre sufren constantes acciones que tienden a disgregarlos física y mecánicamente, lo que favorece luego su descomposición química. Estos procesos de meteorización generan las partículas que constituyen el suelo y al actuar sobre el mismo las desprenden, remueven y transportan a través de los agentes activos del proceso erosivo: el agua y el viento.

CAUSAS QUE CONDUCEN A LOS PROCESOS EROSIVOS

* Sobrepastoreo

Provoca la pérdida de la vegetación (denudación del suelo); además, el pisoteo de los animales lo compacta, lo cual hace que disminuya la capacidad de infiltración del agua y aumente la susceptibilidad a los procesos erosivos.

* Desmonte

Elimina total o parcialmente la vegetación arbórea o arbustiva que protege la superficie del suelo, para destinarlo a cultivos agrícolas que lo exponen a la erosión. Los suelos deforestados resultan muy inestables y con elevado riesgo de erosión.

* Uso del fuego

Elimina la cobertura vegetal del suelo, destruye la materia orgánica, calcina la microfauna edáfica y contribuye a degradar la estructura del mismo en su horizonte superior.

* Labranzas

Causa principal del comienzo o el aumento de las pérdidas de suelo, no sólo por el tipo de implemento utilizado, sino también por la forma, intensidad y oportunidad de su uso.

En nuestro planeta sobran los ejemplos con respecto a las causas de erosión: el estado de Rondonia (en el Amazonas) ha perdido sus selvas, tanto por deforestación como por incendios; luego, la actividad productiva agropecuaria terminó por destruir la estructura del suelo y eliminar la escasa cobertura vegetal, lo que dejó a la vista la roca originaria. Un caso similar está sucediendo en algunas áreas selváticas de Misiones, donde se sigue paso a paso ese proceso extractivo, denominado por algunos “minería de suelo” y en nuestra región pampeana, debido fundamentalmente al exceso de labranza.

Procesos erosivos derivados de la actividad humana

Se dividen según el agente activo o vehículo que provoca la degradación y el transporte de las partículas del suelo: agua (erosión hídrica) y viento (erosión eólica).

EROSION HIDRICA

Al “denudar” el suelo, este queda expuesto a las lluvias que lo fragmentan en sus partículas constitutivas. Estas son arrastradas por el agua, lo que produce una disminución de la infiltración y un aumento de las corrientes de agua superficiales. Este efecto nocivo es intensificado por el sol, que determina la formación de una “costra” superficial que dificulta la penetración del agua y puede llegar a impedir la emergencia de los cultivos cuyas semillas estén germinando.

Si el suelo es trabajado en épocas de fuertes lluvias, estas pueden provocar que los nutrientes y las partículas más finas sean lixiviadas hacia el horizonte inferior o, más probablemente, que sean arrastados hacia zonas más bajas del terreno por la pendiente. Así, el agua, al no poder penetrar, se escurre y arrastra gran cantidad de material (tanto mayor cuanto más suelta y desprotegida se encuentra la superficie del suelo); este pierde entonces fertilidad, espesor, estructura, materia orgánica y productividad biológica.

Las partículas que el agua se lleva de las zonas más altas se depositan en las depresiones y en los cursos de agua, lo que origina graves problemas de drenaje, colmatación de lagunas y diques, entre otros daños. La sedimentación completa el ciclo del proceso de deterioro desarrollado por el agua.

Como resultado, este suelo posee características estructurales e hídricas cualitativa y cuantitativamente inferiores, que evolucionan hacia un ambiente más hostil, menos productivo y con equilibrios menos favorables para el desarrollo de los seres vivos. Los cambios físicos y biológicos que se verifican en estas situaciones conllevan además importantes cambios químicos.

a) Medidas ingenieriles de control

Las más efectivas consisten en la construcción de las denominadas “terrazas o curvas de nivel”, que son lomos de ancho y alto variable obtenidos según cálculos sencillos, construidas para cortar pendientes con una suave inclinación; frenar la velocidad del escurrimiento del agua y permitir una evacuación lenta de la lluvia. La función principal es dividir una pendiente larga en tramos cortos de manera que el agua no adquiera velocidad erosiva; se aumenta también la infiltración y se consigue mejor distribución del agua en todo el lote.

b) Prácticas agronómicas de control

A las medidas ingenieriles que controlan o detienen la erosión pero no mejoran el suelo, deben agregarse prácticas agronómicas como la siembra directa, la labranza conservacionista, el abono verde, entre otras.

EROSION EOLICA

La erosión causada por la acción del aire en movimiento es un fenómeno importante en las regiones con bajas precipitaciones y vientos fuertes y desecantes. Se manifiesta en zonas de suelos sueltos, vientos frecuentes y fuertes y clima seco, con lluvias escasas y mal distribuidas.

Al ser destruida la vegetación, debido al pastoreo de animales o al laboreo, se desencadenan y favorecen los procesos eólicos que conducen a la erosión de los suelos susceptibles. En general, la primera etapa de la erosión eólica es bastante coincidente con la de erosión hídrica, pero se diferencia en la etapa de transporte, el cual es realizado por el viento en lugar del agua. Generalmente esta segunda etapa ocurre cuando la velocidad del viento iguala o supera los 20 km/h. Las partículas arrastradas son las más finas junto con los componentes fértiles y agregantes del suelo: la materia orgánica y las arcillas.

Los principales factores directos actuantes en la erosión eólica son:

* Clima

Los factores climáticos (precipitación, temperatura, humedad atmosférica y viento) tienen una influencia central en la generación y desarrollo de los procesos de erosión eólica: a mayores precipitaciones y contenidos de humedad, el suelo es más resistente a las voladuras, mientras que las elevadas temperaturas, la baja humedad del aire y los vientos fuertes, influyen en la evapotranspiración y determinan la pérdida del agua edáfica. Las principales características del viento que afectan el desplazamiento de las partículas provocadoras de erosión son la velocidad, duración y turbulencia del mismo.

* Características del suelo

La erodabilidad del suelo por causa de los vientos está relacionada con la textura y estabilidad estructural.

* Rugosidad de la superficie

Al aumentar la rugosidad de la superficie se reduce la velocidad del viento y disminuye la posibilidad de traslación de las partículas del suelo.

* Exposición a la acción eólica

Las posiciones prominentes del relieve se encuentran considerablemente más expuestas a la acción del viento.

* Vegetación

Es uno de los factores más importantes de protección contra la acción del viento: reduce la velocidad del mismo y frena o atrapa las partículas en movimiento.

Medidas de control

La implementación de cortinas rompevientos perimetrales, aleatoriamente usadas para la producción forestal y/o alimentaria, constituye uno de los más eficaces recursos pasivos en la defensa del suelo ante la eventualidad de la erosión eólica, y resulta de particular relevancia la adopción de especies autóctonas. Otra acción conveniente, siempre dentro de ciertos límites y considerando la calidad de los cultivos y el retorno económico, es la labranza superficial bajo cubierta, donde se mantienen condiciones de humedad mínimas y se evita el acceso del viento.

DEGRADACION FISICO-QUIMICA DE LOS SUELOS

Este fenómeno resulta de la práctica continuada de la agricultura ejercitada sin la aplicación de medidas correctivas, como la reposición de elementos nutritivos extraídos. Se le presta menor atención que a la erosión, pero está tanto o más extendido pues afecta prácticamente a todas las áreas agrícolas definidas como de erosión nula o ligera donde se concentra la producción de granos y se pretende la obtención de dos cosechas anuales. Se da tanto en áreas planas como en las erosionadas. También se ve agravado por la práctica de quema de rastrojos, que destruye los residuos de cosecha que constituyen un importante aporte de materia orgánica al suelo y provocan la no reposición de nutrientes. En este caso, la falta de observancia de medidas mínimas de conservación (como rotación de cultivos, eliminación de microorganismos edáficos, y otros), conocidas desde hace más de medio siglo, induce a la destrucción del recurso.

DESERTIFICACION

La expansión abrupta de los límites del desierto del Sahara (formado naturalmente), hecha por la mano del hombre, generó un nuevo término que fue definido por la Conferencia de Naciones Unidas en 1977, como la “disminución o destrucción del potencial biológico de la tierra, que puede desembocar en condiciones de tipo desértico”. El avance de los desiertos por acciones antrópicas se ha acelerado en los últimos años, en especial en aquellas áreas donde el suelo hace falta para producir alimentos.

Es un proceso propio de regiones áridas y semiáridas, con precipitaciones anuales de hasta 400 mm donde la actividad agropecuaria puede llevar a una ruptura del equilibrio homeostático y a una sobreutilización de los recursos naturales, hace que la productividad de los recursos disminuya y culmine el proceso con la creación de condiciones desérticas incapaces de sostener ningún tipo de producción económica. Constituye en sí misma la expresión máxima del deterioro y degradación de un sistema en la naturaleza.

En estas zonas naturalmente secas, el ritmo de regeneración de la cubierta vegetal es muy lento, por lo que una vez deteriorados los suelos, quedan desnudos durante largos períodos y su recuperación es sumamente lenta y ocasional; ésta se realiza mayormente durante períodos de abundancia de precipitaciones.

A los fines de aclarar conceptos, diremos que el proceso de DESERTIZACION se produce por erosión natural mientras que la DESERTIFICACION posee al componente humano como elemento de cambio.

LA AGRICULTURA DE REGADIO

La agricultura de riego permite multiplicar notablemente el rendimiento de los cultivos, asegurar las cosechas (al desligarlas de su dependencia de las lluvias) y disponer de altos volúmenes de forraje para el ganado.

Es un sistema costoso y exige un manejo técnico muy ajustado, para evitar las graves consecuencias que puede acarrear la incorrecta utilización del suelo, y especialmente del agua de riego; puede determinar el anegamiento del suelo con la consecuente pérdida de la productividad por la falta de aireación y el ascenso de sales; este último trae como consecuencia los procesos de salinización y alcalinización. Estos problemas se agravan cuando se eleva la capa freática por un drenaje natural deficiente. También se produce salinización cuando el agua de riego tiene contenidos de sales y no se toman los recaudos necesarios para eliminarla del perfil.

Se ha estimado que en la mitad de las tierras de las zonas áridas del mundo en que se practica el riego hay cierto grado de salinización y degradación de las condiciones físicas de los suelos. Resultado final: disminución del rendimiento, aumento de los costos operativos, disminución y pérdidas económicas, limitaciones para desarrollar cultivos determinados y abandono de las tierras ante la imposibilidad de mantenerlas en producción.

DETERIORO DE LOS SUELOS EN LA REPUBLICA ARGENTINA

La mayoría de los argentinos ignoramos qué sucede con nuestros suelos y lo poco que conocemos se encuentra distorsionado por una educación centralista-pampeana. Desde niños, nuestros mayores nos enseñaron que nuestro país era “verde” pero, en realidad, a poco que nos adentremos en el estudio de la temática, nos encontramos con la sorpresa de que de las 286 millones de hectáreas del territorio, las regiones Semiáridas y Aridas ocupan el 75% (15 y 60, respectivamente), mientras que la Húmeda completa el resto. Esto significa que en Argentina, donde una gran superficie se halla en condiciones de aridez o semiaridez, deben aplicarse técnicas capaces de producir cultivos de manera exitosa o bien recurrir al riego para lograr producción, lo que procura resguardar el recurso suelo.

Prácticamente todos los procesos conocidos de deterioro y degradación del suelo se hacen presentes, por separado o coincidentemente, en alguna región. La mayoría de ellos están originados en las actividades agropecuarias y, en forma puntual, a través de la contaminación derivada de centros urbanos e industrias. La producción primaria, encadenada a la historia de nuestro país, ha hecho un uso extractivo de los suelos, incentivado en los últimos años por la mecanización intensiva del agro; a pesar de ello, nuestros suelos usan cantidades mínimas de fertilizantes químicos en comparación con los países europeos y los EE.UU.; no ocurre lo mismo con los biocidas. Los síntomas de agotamiento, erosión, deterioro físico y salinidad de las regiones dedicadas a la producción no nos permiten perspectivas halagüeñas en un mundo cada vez más necesitado de alimentos.

La erosión hídrica afecta a casi todo el país, fundamentalmente las tierras de alto valor, con aptitud agrícola y agrícolo-ganadera de las regiones húmedas; no resulta casual que esta forma de deterioro sea la más estudiada puesto que allí es donde se concentran los mayores volúmenes productivos. El grado de deterioro actual de los suelos debido a la erosión hídrica es de variada intensidad; las zonas que se destacan por su gravedad el sur de Misiones, noroeste de Corrientes, centro y oeste de Entre Ríos, Tucumán, sur de Salta, las cuencas de los ríos Tercero y Carcarañá (centro-sur de Córdoba y sur de Santa Fe), cuencas del río Arrecifes y Arroyo del Medio.

Basado en estimaciones realizadas a fines de la década del 50 y actuales, en los últimos 30 años la degradación por erosión hídrica en todo el país se incrementó en 250.000 hectáreas por año. Cálculos muy realistas realizados por el Instituto de Suelos del INTA superan holgadamente a los 25.000.000 de hectáreas degradadas en la actualidad. El mencionado Instituto no sólo computa la pérdida total de producción de un suelo, sino que también realiza estimaciones en cuanto a la lenta pero progresiva disminución de los rendimientos asociada a procesos erosivos en la zona núcleo maicera, donde se pierden entre 160 y 280 millones de pesos anuales; al considerar la situación en todo el país y por todo tipo de producción, se estimó que perdemos 700 millones de pesos por año.

Por otra parte, extensas superficies afectadas por la erosión eólica, en especial en las áreas áridas y semiáridas, alcanzan las 21.500.000 ha con incrementos de 60.000 ha/año en el período considerado.

Todos estos valores sirven de base para evaluar los costos directos que, por ejemplo, conlleva la disminución de los rendimientos; en efecto, al perjuicio económico mencionado, debemos añadirle los mayores costos en labranzas y tareas culturales, necesidades de resiembras, mayores dosis y números de pasadas de biocidas, necesidades crecientes de fertilizantes químicos sintéticos fáciles de absorber por el cultivo, ineficiencia en el uso de maquinaria, etc. Pero la ejecución de cuentas efectuadas integralmente debiera considerar los aspectos indirectos o no perceptibles, que aún resultan difíciles de evaluar; nos estamos refiriendo a las pérdidas económicas relacionadas con la sedimentación en predios agrícolas y fuera de ellos (como en embalses y vías de navegación) con su consecuente costo por necesidades crecientes de dragado y disminución de la vida útil de las represas. Asimismo, los daños en la infraestructura productiva, como redes camineras y vías férreas, la degradación de los bosques naturales y pastizales, la desertificación, la degradación y deterioro de las tierras de regadío y el consecuente uso ineficiente del agua reportan, con seguridad, pérdidas anuales varias veces millonarias.

¿Y LOS SUELOS DE NUESTRA PROVINCIA DE SANTA FE?

La provincia de Santa Fe cuenta con una superficie de 13.300.700 hectáreas, que representan el 4,7% del territorio nacional. Los factores climáticos, los suelos y la vegetación han determinado dos regiones naturales limitadas por el río Paraná al Este, el Chaco al Norte y la Pampa al Sur, con una franja central de transición en la que se mezclan las características de ambas. En la región chaqueña, el clima posibilitó la formación de espesos bosques, cuya principal especie es el quebracho, pero la tala de los bosques para la explotación maderera (tanino, rollizos, carbón), vías férreas y carreteras, han modificado abruptamente el paisaje natural. En la región pampeana (de la cual poseemos el 16,1% del total nacional) prima el carácter distintivo de llanura cubierta en forma continua y permanente de pastos, lo cual posibilitó su uso intensivo para la actividad agropecuaria, fundamentalmente, cereales y oleaginosas y ganadería de cría e invernada.

La génesis de nuestros suelos tiene que ver con distintas épocas geológicas, en especial con un período seco y cálido: en ese tiempo, el material meteorizado proveniente de los Andes y las sierras de Córdoba fue arrastrado por el viento en dirección a la región pampeana, donde se sedimentó en sucesivos mantos de varias decenas de metros de profundidad. Esas partículas arrastradas por el viento se denominan loess y constituyen el sustrato básico de nuestro territorio provincial. Por lo tanto, en Santa Fe existen rocas sedimentarias, pero no existen piedras derivadas del material madre; por ejemplo, en Tostado, en oportunidad de realizarse perforaciones en busca de petróleo, no se detectaron piedras a más de mil metros de profundidad.

Con excepción de algunos lugares cercanos al valle de inundación del río Paraná, nuestros suelos presentan, en general, los tres horizontes, teniendo el A un espesor de entre 10 y 20 cm.; el B, presente entre los 20 y los 90 cm. de profundidad, posee arcilla (por lo que son plásticos, pegajosos y moldeables); por último, el C está compuesto de loess natural, de color pardo-rosado, es el que tiene menos transformaciones. Por otro lado, el 67% de los suelos de Santa Fe son ácidos o neutros, mientras que el resto son alcalinos.

REGIONES DE LA PROVINCIA DE SANTA FE

La siguiente clasificación de nuestro territorio provincial en regiones, se basa en la característica física de gradiente o pendiente que poseen los suelos:

La Llanura Chaqueña presenta un paisaje plano extendido, suavemente ondulado, aunque hay áreas en el sector oriental donde está algo “acentuado”.

La Pampa Llana Santafesina caracteriza su relieve con planos extendidos de largas pendientes, con excepción de algunos sectores aledaños al río Salado, donde se observa un relieve más ondulado. Los Bajos Submeridionales la dividen en dos sectores.

La Pampa Ondulada se caracteriza por su relieve con lomas suavemente onduladas y ligeramente extendidas. Se encuentra recortada por cañadas, arroyos y ríos que toman, en general, dirección perpendicular hacia el río Paraná.

La Cuenca con Drenaje Interno, ubicada en la parte más meridional de la provincia, presenta un paisaje suavemente ondulado.

Los Bajos Submeridionales ocupan una extensa depresión submeridional de la provincia, que se prolonga desde la provincia del Chaco hasta algo más al sur del departamento San Cristóbal, en los departamentos Castellanos y Las Colonias. Continúa hacia el sur en forma discontinua, a través de sistemas de cañadas como las de Lehmann, Aurelia, Angélica, de Rosquín, Las Bandurrias y Carrizales, hasta casi alcanzar la localidad de Totoras.

La Cuña Boscosa, de paisaje plano, posee gradientes poco acentuados. Casi las tres cuartas partes de la región están expuestas a peligro de anegamiento, temporal o permanente.

Los relieves vinculados al Río Paraná se extienden en forma continua a lo largo del río, aunque con algunas variaciones, desde la localidad de Arocena hasta el límite con la provincia del Chaco. Aquí es posible distinguir tres zonas:

* El Albardón Costero, que ocupa una franja de 2 a 6 km en forma discontinua desde la localidad de Romang hasta el sur de Coronda.

* La Terraza Antigua del Río Paraná, con un gran paisaje plano extendido y predominio de relieve con fuertes limitaciones de drenaje.

* La Insular vinculada al río Paraná, que es una franja de ancho variable, localizada a lo largo de la provincia sobre su límite este y comprende el actual río, sus islas, riachos y lagunas internas; el paisaje es cambiante debido a la acción del agua; ésta genera alteraciones en la naturaleza de las comunidades vegetales, produce la transformación de bancos en nuevas islas y el desarrollo de la vegetación arbórea en los albardones; las partes deprimidas (que se anegan permanente o temporariamente) son cubiertas por una variada vegetación herbácea, acuática y/o palustre.

SUELOS Y PRODUCCION

Un estudio realizado por el Consejo de Tecnología de la Provincia, estableció once (11) regiones de producción agropecuaria, teniendo en cuenta el rubro de producción de mayor importancia en cada región. Las características más importantes son las siguientes:

* Lechera central: ocupa el 20% de la superficie explotada de la provincia. En 6.600 tambos se obtiene casi el 30% de la producción nacional de leche. Actividades complementarias: agricultura (soja, trigo) y ganadería (recría y engorde).

* Ganadera noroeste: ocupa el 10.6% Actividad predominante: cría, recría y engorde de ganado para carne. Agricultura: escasa con predominio de sorgo granífero.

* Ganadera bajos submeridionales: ocupa el 16% con severos problemas de anegabilidad. Actividad principal: ganadería vacuna de cría y recría sobre pastos naturales de calidad regular a mala. Agricultura: escasa, fundamentalmente sorgo y girasol.

* Ganadera centro-norte: ocupa el 6.7% Actividades predominantes: cría vacuna, siguiéndole en importancia la invernada y el cultivo de girasol, sorgo granífero y lino.

* Agrícola centro-norte: ocupa el 3.5% Sistema de producción: mixto. Agricultura: soja, maíz, girasol, sorgo y lino. La ganadería se realiza sobre pastos naturales para la cría y en verdeos invernales para la invernada.

* Cañera-algodonera: ocupa el 2.7% Agricultura: predominan la caña de azúcar y el agodón y, en menor escala, girasol, soja, sorgo, maíz y lino. La cría y la invernada se realizan sobre pastos naturales de buena calidad o verdeos de invierno.

* Algodonera: ocupa el 5% Agricultura: sobresale el algodón, tanto en superficie y en valor de producción como por la mano de obra que ocupa. También se cultiva girasol, soja, sorgo y lino. Ganadería de cría e invernada.

* Ganadera de la costa: ocupa el 7.8% La ganadería ocupa mayor superficie, se realizan a lo largo de los Saladillos la cría sobre pastos naturales de baja calidad y la recría en las islas con forrajes naturales de calidad superior pero de oferta estacional. Agricultura: en la parte norte se cultiva algodón en explotaciones pequeñas y el lino, trigo, sorgo y girasol en predios medianos y grandes; hacia el sur se encuentra la zona arrocera; la horticultura (zanahoria, maíz para choclo, tomate, pimiento y berenjena) se practica en los albardones costeros y las tierras altas.

* Horti-frutícola: o0cupa el 2.6% La agricultura tiene una inversión por unidad de superficie y un alto valor de producción: tomate, chaucha, lechuga, zapallito, apio, etc. En las afueras de Coronda tiene gran importancia la frutilla; en zonas más alejadas se realiza el engorde de hacienda vacuna y se cultiva trigo y girasol.

* Agrícola-sur: ocupa el 20.9% Predomina la agricultura: soja, maíz y trigo. Ganadería con cría en campos naturales y rastrojos de cosechas estivales; la invernada se halla sobre praderas permanentes implantadas (alfalfa, festuca, etc.). En el SE de la región se cultiva lenteja, arveja y papa.

* Ganadera-sur: Ocupa el 3% Ganadería de cría e invernada en praderas naturales de regular calidad y sobre pasturas anuales cultivadas. Además se cultiva soja, trigo, girasol y maíz.

Según datos del Censo Nacional Agropecuario 1988 (CNA’88), la provincia contaba con 37.029 explotaciones agropecuarias y el 99.6% tenía límites definidos, los que ocupan el 83.3% del área provincial. En el período 1991-93 Santa Fe participó con algo más del 21% del área sembrada total del país y con el 24% del total de la producción. En el valor bruto de la producción agrícola, los granos participan con el 44% (soja, trigo, etc.); cultivos industriales (42%); hortalizas y legumbres (13%) y frutas (1%). Es la principal provincia productora de soja; segunda en trigo y tercera en maíz y girasol.

En el valor bruto de la producción pecuaria, la ganadería participa con el 70.6%, el tambo con el 26% y la avicultura con el 3.4%. La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) estimó las existencias porcinas en 1991 en 287.251 cabezas y las vacunas en 1992 en 6.765.000. La cría de los vacunos es del tipo extensiva. El total de carne vacuna producida en la provincia alcanza a 685.000 tn por año. En 1992, la producción de leche alcanzó a 1.700.000 litros, con un incremento del 5.7% con respecto al año anterior. Esta actividad ha generado en la provincia una importantísima industria alimenticia láctea que le ha permitido exportar a los países vecinos.

La explotación de la madera representa el 1.5% del PGB agropecuario provincial; participa con el 6.8% de las extracciones totales de productos forestales del país, y es la región norte (la única que aún posee montes naturales), la que se dedica a esta actividad. Según el CNA’88, la forestación implantada ocupaba 24.419 ha; el eucalipto y el pino, ambas especies exóticas, se destacan entre las restantes, por lor que brillan por su ausencia los árboles representativos de nuestros ambientes. La primacía de especies foráneas constituye seguramente el error más grande en la forestación: a pesar de tener una relativa adaptación, conocidos son los inconvenientes que causan pues deprimen las napas de agua subterráneas, eliminan la cobertura vegetal original, acidifican los suelos y producen madera de limitada resistencia y escaso valor comercial en el mercado.

La principal fuente de agua disponible para riego en la provincia es el río Paraná y el sistema de los Saladillos. El área que éstos irrigan se ubica en el NE del territorio, en zonas bjas especialmente aptas para el cultivo del arroz. De acuerdo a la información del CNA’88, 947 explotaciones utilizan riego en una superficie de 13.201 ha, de las cuales el 0.9% de las mismas utilizan agua superficial, que abastece al 48% de la superficie total irrigada. En cambio, en el 85% de las explotaciones que se riegan, utilizan como fuente de agua la subterránea, sobre el 43% de la superficie irrigada.

CONCLUSIONES

La transformación de la producción agraria que comienza a mediados de la década del ’70 trajo, además de innovaciones tecnológicas importantes, cambios en el uso de la tierra con efectos económicos y sociales favorables; estos derivaron en una problemática ambiental como consecuencia, fundamentalmente, de la degradación de los suelos.

La orientación hacia nuevos sistemas de producción de agricultura continua y el desplazamiento de la ganadería, determinaron la intensificación y expansión agrícola. Al principio, la aplicación del modelo adoptado, aumentó la productividad, lo cual ocultó la degradación edáfica por los avances logrados en el campo de la genética, biocidas y mecanización. La incorporación de esa tecnología no fue acompañada de adecuadas prácticas de conservación y manejo de suelos; además, se tendió a maximizar el aprovechamiento de la fertilidad natural, lo que aceleró los distintos procesos de degradación.

La sucesión ininterrumpida de cultivos, el excesivo laboreo, la elevada remoción del suelo, las labranzas sin residuos en superficie, el empleo de cultivos de bajo aporte de rastrojos, la desaparición de las praderas en la rotación y la falta de un adecuado planteo forrajero en los sistemas ganaderos (desencadenantes del sobrepastoreo, pisoteo y desprotección del suelo) constituyen las principales causas de la erosión de las tierras y son de tal magnitud que restringen la capacidad productiva actual y futura de nuestras tierras.

La erosión hídrica, dadas sus características particulares y su localización en las tierras de mayor aptitud, constituye una de las preocupaciones máximas; se presenta en áreas onduladas de las cuencas de ríos y arroyos y en las zonas aledañas a las vías de drenaje en el sur, noroeste y centro-este del territorio provincial. De las aproximadamente 3.500.000 has. de la provincia de Santa Fe destinadas a la agricultura anualmente, 1.500.000 has. están de moderada a severamente erosionadas mientras que 1.300.000 presentan erosión hídrica en grado leve. Cálculos realizados estiman que la pérdida por esta causa provocan una disminución en el valor de la producción de más de 100 millones de pesos por año, lo que significa una disminución en la rentabilidad de entre 50 y 100 pesos por hectárea, según el grado de erosión.

El agotamiento y deterioro físico de los suelos están íntimamente relacionados entre sí. Simultáneamente con las áreas de erosión hídrica, se presentan en el sur, centro y noroeste de nuestra provincia. Afectan principalmente la producción agrícola y elevan de manera considerable los perjuicios económicos señalados, fundamentalmente por menores rendimientos y el incremento en el uso de insumos y pasadas adicionales de la maquinaria agrícola.

La erosión eólica no ha alcanzado aún mayor significación en el territorio provincial, pero existe un peligro potencial en áreas del SO (en la llamada Cuenca de drenaje interno) y NO de la provincia (Llanura Chaqueña o Domo Occidental), ambas coincidentes con la isohieta de 800mm.

La inundación y el drenaje deficientes son flagelos que se verifican en zonas puntuales, de mayor o menor extensión, de la provincia y ocasionan perjuicios económicos y sociales de gran magnitud. Los orígenes de estos problemas deben buscarse en el aumento de las precipitaciones pluviales anuales, lo cual provoca el desborde de los ríos, sobre todo del Paraná; y en el uso agrícola intensivo del suelo en amplias regiones, que trae como consecuencia la pérdida de componentes orgánicos que limitan su capacidad de infiltración. Aparte de las inundaciones de tipo catastrófico (departamentos costeros del Paraná y localidades del noroeste cercanas al río Salado), hay problemas recurrentes de drenaje en distintas zonas como, por ejemplo, en los Bajos Submeridionales. Se estima que las inundaciones y anegamientos frecuentes afectan entre 5 y 6 millones de hectáreas, de las cuales gran parte manifiestan alternativamente déficit hídrico por sequía edáfica, ante cortos períodos sin precipitaciones pluviales.

La Provincia cuenta con una reciente Ley de Conservación y Manejo de Suelos y Aguas (Nro. 10.552) reglamentada durante la actual administración, que declara a todos los suelos de la provincia sujetos al uso y manejo conservacionista. Para ello promueve una serie de estímulos fiscales, subsidios, financiamiento, cesión de maquinarias en comodato, etc. y la creación de un Fondo Provincial de Conservación, cuya autoridad de aplicación es el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio, a través de la Dirección General de Suelos y Aguas. En 1994 se lanzó el Programa de Desarrollo Sustentable “Suelo 2000”, proyecto integral que pretende lograr un manejo adecuado del suelo de la provincia de Santa Fe, en sus actividades agrícolas, ganaderas y forestales, en armonía con el ambiente. Conjuntamente gestiona a través del PROSAP-SAGyP otro para la financiación del Servicio Provincial de Conservación de Suelos y Aguas, cuyos componentes principales son la transferencia y adopción de prácticas de conservación y recuperación de suelos.

En síntesis, la aplicación de determinadas tecnologías permitió exprimir la fertilidad de nuestros suelos, con el agravamiento de algunos problemas existentes, en especial, la erosión hídrica. La disminución en la producción debida al deterioro y degradación implica una reducción en la rentabilidad económica agropecuaria; el deseo de mantener los rendimientos en niveles estables y el abastecimiento a la demanda mundial, el uso de agroquímicos y prácticas culturales inadecuadas. La implementación de una ley consensuada y la puesta en marcha de un programa de desarrollo sustentable constituyen las propuestas que el gobierno trata de brindar para poder mantener a nuestros suelos en condiciones para el futuro.

Autores

Silvia Fratoni*
* Profesora de Enseñanza Media en Inglés desde 1977. Directiva de la de la Asociación Santafesina de Profesores de Inglés – ASPI (1982/86). Directora de la Escuela Media N† 265 “Yapeyú” (1986/89).Coordinadora de Proyecto de Servicio a la Comunidad en la Escuela de Enseñanza Media N† 262 “República Argentina” (1990/95). Miembro del Centro de Protección a la Naturaleza (CPNat). Coordinadora de Actividades Regionales de la Fundación Proteger (1993/95). Fundadora del Departamento de Educación Ambiental del CPNat (1995). Becaria de la Subsecretaría de Cultura del Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe (1995/96). Vicedirectora de la Escuela de Enseñanza media N† 262 República Argentina (1996/97). Autora de las Fichas Temáticas Prácticas de Educación Ambiental: Agua, Aire, Biodiversidad, Energía, Forestación urbana, Los mosquitos, Proyecto Paraná Medio, Residuos sólidos urbanos y Suelo (1995/96/97). Actualmente, ejerce la docencia y es Vicedirectora de la Escuela de Enseñanza Media Nro. 262 República Argentina de la ciudad de Santa Fe y se desempeña en proyectos ambientales junto a Luis Carreras.
Datos personales: Belgrano 3716 – 3000 Santa Fe, Argentina.
Tel. 54-0342-4531157 – Fax 54-0342-4562609 – E-mail: [email protected]

Luis Carreras**
**Ambientalista. Egresado de la Escuela Industrial Superior (UNL). Docente del Seminario de Ecología en la Escuela Superior de Servicio Social desde 1988, y de los Talleres del Bachillerato de Medio Ambiente, Calidad de Vida y Recursos Naturales del Colegio “Simón de Iriondo” desde 1992. Miembro fundador y Director Administrativo de la Fundación Proteger (1991/94). Director de la Escuela de la Naturaleza de la Fundación Proteger (1992/93). Miembro del Centro de Protección a la Naturaleza desde 1980 y fundador del Departamento de Educación Ambiental (1995). Autor de las Fichas Temáticas Prácticas de Educación Ambiental: Agua, Aire, Biodiversidad, Energía, Forestación urbana, Los mosquitos, Proyecto Paraná Medio, Residuos sólidos urbanos y Suelo (1995/96/97). Asesor Técnico del Programa de Desarrollo Institucional Ambiental (PRODIA) durante 1999. Se desempeña en proyectos ambientales junto a la Prof. Silvia Fratoni
Datos personales: Corrientes 3835 – 3000 Santa Fe, Argentina.
Tel. 54-0342-4580738 – Fax 54-0342-4562609 – E-mail: [email protected]

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