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Punto de encuentro entre las Empresas, el Medio Ambiente y la Sustentabilidad

El Tiempo y el Agua en las Ciudades

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¿Qué es la ciudad sino la gente?
W. Shakespeare, Coriolanus.

Tiempo, Agua y Vida Urbana

Las grandes ciudades no son sólo centros demográficos y de riqueza, sino también de poder político y de comercio. El Banco Mundial describe las ciudades de todas partes como “creadoras de riqueza, imanes de los trabajadores, motores de invención”. No es sorprendente, pues, que casi la mitad de la población, que genera más de la mitad de todo el producto interior bruto, viva ahora en ciudades. El cambio es particularmente sorprendente en el mundo en desarrollo, donde en 1960 apenas más de la quinta parte de la población vivía en ciudades. En 1990, la proporción superaba un tercio y rebasará la mitad en 2020.

Para mucha gente, las ciudades ofrecen la perspectiva de algo mejor que acabar con la privación rural. Son verdaderos ¨faros de esperanza¨, que no ofrecen únicamente perspectiva de supervivencia, sino de satisfacción y realización. Las ciudades ocuparán inevitablemente un lugar cada vez más importante en los asuntos humanos, y los responsables de políticas siguen consagrando sus mayores esfuerzos a mejorar las condiciones de la vida urbana.

El clima, el tiempo y el agua afectan directamente a las ciudades y resultan al mismo tiempo afectados por ellas. El tiempo y el agua son el origen de la civilización y siguen constituyendo factores fundamentales en el desarrollo sostenible.

– Debido a la disponibilidad de agua nacieron las primeras ciudades en Mesopotamia, el valle del Indus, por el río Amarillo y el Nilo hace 5000 años. Las ciudades cuya población no podía disponer de suficiente abastecimiento de agua, como Ur en Mesopotamia y Mohejo-daro en la cuenca del Indus, acabaron declinando.

– A pesar de los avances tecnológicos del siglo XX, gran parte de la población mundial sigue siendo vulnerable a fenómenos meterológicos e hidrológicos extremos. En 1991, por ejemplo, como consecuencia de un ciclón tropical en Bangladesh murieron 140.000 personas.

– La demanda de recursos hídricos mundiales a causa del aumento de la población constituye una seria amenaza a largo plazo; casi el 40% de la población mundial lucha diariamente por conseguir suficiente agua para atender sus necesidades. El agua contaminada afecta a la salud de unso 1.200 millones de personas y contribuye anualmente a la muerte de unso 15 millones de niños de menos de cinco años.

– La mayoría de las ciudades del mundo en desarrollo padecerán graves escaseces de agua en 2010.

Todavía no podemos controlar en gran parte el tiempo y el clima, que siguen influyendo tanto en la actividad humana. Aunque ese control sea todavía algo lejano, con el paso del tiempo somos, sin embargo, muchos más capaces de comprender el tiempo y el clima y de reconocer la manera en que resultan afectados por nuestras actividades, gracias a los esfuerzos de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, que desempeñan asimismo una importante función en las actividades de aviso de crecidas y en los estudios sobre la calidad y conservación del agua.

Efectos Ambientales de las Ciudades

Islotes térmicos
Las ciudades consumen enormes cantidades de energía en calefacción, refrigeración y transporte. La energía se libera en forma de calor. Junto con la generada por cada habitante de la ciudad y su actividad, el calor se refleja en la estructura física de la propia ciudad, pasando de una superficie dura a otra y quedando atrapada bajo uan capa de contaminación que forma un arco sobre la ciudad y le impide escapar. Además, los materiales de construcción y la superficie de las carreteras almacenan calor; las ciudades son normalmente varios grados más cálidas que la zona rural circundante.

El sombreado y el reflejo de grandes grupos de edificios cambia la cantidad de radiación solar que alcanza el suelo, lo que puede afectar a las estructuras o a la vegetación y disminuir la comodidad.

Muchas ciudades costeras tienen microclimas con grandes variaciones de temperatura y precipitación a tan sólo unas decenas de kilómetros. La proximidad del mar, y la altura sobre el nivel del mar, son importantes factures que influyen en esas variaciones.

Vientos
Los habitantes de la ciudad están familiarizados con los efectos de los grandes edificios sobre el viento, unas veces benéficos, y otras molestos. En casos extremos, la amplificación del viento puede dar lugar a torbellinos peligrosos que dañan las estructuras y presentan incluso una amenaza para la vida.

Los edificiso de diversa altura próximos de la ciudad forma una superficie desigual en comparación con la tierra descuajada, por lo que normalmente los vientos cerca del suelo son más ligeros que los que los de las zonas rurales próximas. Las calles perpendiculares a la dirección del viento generalmente crean refugios. Por otro lado, las calles paralelas al viento pueden canalizarlo, originando vientos locales más fuertes. Las ráfagas de viento causadas por edificios altos pueden ser también sumamente molestas para los peatones, y a veces peligrosas para el tráfico.

Inundaciones
Los edificios y las superficies pavimentadas influyen enormemente en las corrientes de agua que se forman en las ciudades con las intensas luvias. La mayor parte del agua queda en la superficie, con lo que aumenta el riesgo de inundación y disminuyen las posibilidades de recoger el agua para el consumo. Muchas veces, el agua se capta a través de canales de avenamiento antiguos e inadecuados. Incluso pequeñas corrientes pueden convertirse en torrentes devastadores. Algunas de las inundaciones más destructoras de los tiempos modernos se han producido en zonas urbanas a causa de lo que empezaron siendo pequeñas corrientes inocuas.

Contaminación de la atmósfera
Muchos habitantes de las ciudades respiran un aire notablemente peor que el de fuera de sus límites. La mayor parte de la contaminación atmosférica urbana se debe a al quema de combustibles fósiles, sobre todo carbón y petróleo, para la generación de electricidad con fines industriales, de calefacción doméstica y transporte, lo que produce un ¨cóctel¨ de contaminantes. Esto no sólo es desagradable, sino también dañino para las personas mayores y las que tienen problemas de salud, sobre todo respiratorios y cardiovasculares. A veces, es fatal.

Se estima que apróximadamente uan de cada cinco personas del mundo está expuesta a medias anuales de dióxido de azufre y particulas en suspensión que rebasan las normas mínimas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El plomo -procedente de gases de escape de vehículos, pintura y algunas emisiones industriales- es un riesgo para la salud, sobre todo en el caso de los niños, cuyo desarrollo mental puede resultar permanentemente dañado incluso por niveles muy bajos de plomo en la sangre. Otros importantes contaminantes urbanos son el monóxido de carbono tóxico y el bióxido de nitrógeno, que pueden reaccionar con hidrocarburoa y con los rayos solares y producir elevadas concentraciones de ozono cerca de la superficie de la Tierra.

El problema puede agravarse por determinadas condiciones meteorológicas. Un ejemplo muy conocido es la formación de una capa inversión: una capa de aire más caliente sobre la ciudad que atrapa la contaminación situada.

No toda la contaminación del aire producida en las ciudades está limitada localmente. El viento descendente puede transportar contaminantes a veces a largas distancias, atravesando incluso las fornteras nacionales, donde pueden causar severos daños a lagos y ríos, bosques y plantaciones agrícolas, daños que pueden influir a su vez en los alimentos y en el agua de que dependen las propias.

¨…las ciudades afectan gravemente el clima de la Tierra… la ciudad es un centro de calor rebosante de energía… el calor y los desechos se elevan hasta el cielo… En los meses de calor, en diversas ciudades del mundo, el sol da de lleno sobre los coches relentados atrapados en pleno tráfico; las emanaciones de los motores de gasolina y diesel de las anchas avenidas se adentran en estrechos pasajes y en los adificios – se elevan en el aire hasta cubrir y asfixiar el propio centro de la ciudad, acentuando la tensión térmica subyacente…¨

Crónica de la OMM para Habitat II:
Las ciudades acentúan el cambio climático global.

Contaminación y salud

En estudios realizados en varias ciudades del hemisferio norte, se ha observado un aumento de enfermedades y muertes cuando aumentan los niveles de contaminación atmosférica. En algunos casos, los efecvtos de la mala calidad del aire son considerables. En un sector de una ciudad de Europa Oriental, por ejemplo, la esperanza de vida es un año inferior a la media nacional, y la mortalidad infantil, en comparación con otras partes del país es también desfavorable, y al parecer guarda relación con la contaminación atmosférica. Según se informa, uno de cada tres niños que viven en zonas industriales muy contaminadas padecen bronquitis crónicas.

Está muy generalizada la creencia de que el aumento mundial de la incidencia de asma, especialemnte entre los jóvenes, está vinculada con la calidad del aire, aunque tal vez no haya una relación directa entre causa y efecto.

 Gases de efecto invernadero
Una capa de gas en torno a la Tierra atrapa parte del calor del sol antes de que pueda reflejarse de nuevo en el espacio. Este “efecto invernadero” calienta la Tierra, creando condiciones esenciales para la vida. Sin embargo, los científicos advierten que el equilibrio se está alterando con adición de gas resultante de actividades humanas, sobre todo la quema de combustibles fósiles. El principal gas de efecto invernadero es el dióxido de carbono (CO2 ), pero el metano, los clorofluorocarbonos y los óxidos nitrosos contribuyen también notablemente a lo que se conoce como calentamiento global. Una de las principales fuentes de gases de efecto invernadero es el consumo de energía en las ciudades. El cambio climático se examina con más detalle en “EL CAMBIO CLIMATICO Y LAS CIUDADES”.

El ozono en el verano austral
El ozono, producido por la acción e los rayos solares sobre emisiones primarias, sobre todo de automóviles, es particularmente sensible al tiempo. A continuación se analizan las condiciones meteorológicas en Melbourne (Australia), durante unos treinta días de elevada proporción de ozono (clasificados por la máxima concentración diaria de ozono: las isohipsas indican partes por 100 millones), en todo los casos con temperaturas de más de 25º C por la tarde. Los vientos soplan normalmente hacía el norte por la mañana, y giran hacia el sudoeste por la tarde, en que los niveles de ozono alcanzan su máximo nivel. Los contaminantes en la hora más cargada de la mañana derivan aparentemente hacia el sur, sobre la bahía Port Philip, donde el sol produce ozono, y luego vuelven con la brisa del mar de la tarde a la ciudad.

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Efluentes
Otro factor que determina la sostenibilidad en las ciudades y plantea un dilema cada vez más serio a los urbanistas es la eliminación de desechos sólidos y líquidos. Los vertidos de las ciudades en ríos y lagos representan una amenaza para las comunidades y zonas rurales situadas aguas abajo; algunos desechos penetran también en emblases de agua subterránea, lo que tiene consecuencias desastrosas para cuantos extraen agua potable de ellos.

Efectos del Tiempo y el Clima en la vida diaria

La salud y el bienestar humanos resultan influidos en diversas formas por el clima local de las ciudades y por la infraestructura urbana, que pueden contribuir a aumentar los golpes de calor y otros riesgos para la salud. Actualmente se emiten predicciones meteorológicas especiales para numerosas ciudades, a fin de alertar a la población de la probabilidad de olas de calor, tempestades, tiempo muy frío, mala calidad del aire y otros riesgos.

El tiempo y el clima afectan a muchas actividades en la ciudad, desde el transporte hasta el esparcimiento. Cuando los urbanistas y empresarios conocen las estaciones y tienen acceso a buenas prediciones pueden aprovechar en forma óptima las condiciones reinantes. Eso permite reducir al mínimo los costos globales de mantener una ciudad y su población, aparte de que se pueden utilizar las oportunidades económicas en bien de todos.

Salud
El mejor funcionamiento del organismo humano se da dentro de una gama de temperatura bastante limitada, y el calor o el frío anormales pueden somerterle a un fuerte estrés. Algunos policías, por ejemplo, creen que los crímenes más violentos se cometen durante tiempo muy cálido o tempestuoso. Lo más probable es que las enfermedades cardiovasculares afecten a personas que padecen de mucho estrés a causa del calor o del frío extremos. Existe una marcada relación entre mortalidad humana y estrés térmico: durante episodios inhabitualmente calurosos las muertes de todo tipo pueden aumentar en más del 50% con respecto a los niveles normales; las personas mayores son las que sufren mayor riesgo. La comparación de las tasas diarias de mortalidad en verano con temperaturas máximas muestra que esto ocurre solamente en los veranos más calurosos. El aumento de las tasas de mortalidad está relacionado con las temperaturas medias del verano; estas tasas son mucho más elevadas en lugares donde, en general, el verano es extremadamente cálido.

La temperatura del organismo humano ha de mantenerse cerca de 37ºC, lo cual puede ser difícil en condiciones urbanas: aire más cálido, mayor humedad, reflejo de los rayos solares, vientos canalizados por edificios altos, etc.

Con motivo de una reciente iniciativa de la OMM para sensibilizar al público, en cooperación con el Servicio Meteorológico Nacional/Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera de Estados Unidos, se entregaron tarjetas sobre el índice de calor a atletas, entrenadores y otros visitantes, en los juegos olímpicos de Atlanta, de 1996. Esas tarjetas, del tamaño y forma de una tarjeta de crédito, permitían al usuario observar inmediatamente la temperatura aparente, teniendo en cuenta la temperatur del aire y la humedad relativa. El gráfico que relacionaba ambas tenía un código de colores, para advertir a los usuarios si habían de tener cuidado o corrían verdadero riesgo. Una temperatura del aire de 34ºC, por ejemplo, en un día con humedad relativa del 85%, daría una temperatura aparente de 57ºC, lo cual indica un riesgo extremo y una elevada probabilidad de insolación.

Incluso en interiores puede haber problemas. La gama térmica mundial tolerable en un edificio se sitúa entre 17º y 31º C, pero la gama de tolerancia de cualquier persona es generalmente menor y suele disminuir con la edad o en caso de enfermedad. Con frecuencia, las personas que poseen recursos tratan de asegurarse una temperatura confortable en interiores, en cualquier estación. Sus esfuerzos son a veces exagerados, lo cual indica que les preocupa más disponer de un refugio en el interior (en fuerte contraste con la ventisca o el excesivo calor exterior) que hallar la temperatura óptima. En algunos países, escuelas y restaurantes se ponen los termostatos a 23ºC en invierno, pero tan sólo a 20ºC en verano.

Las condiciones meteorológicas facilitan numerosas infecciones. Aparte de los riesgos que suponen el agua estancada y el mal drenaje, el frío, el calor y la humedad puden fomentar la enfermedad.

Temperatura ambiente
Aunque con un buen diseño y aplicando nueva tecnología (y energía) se pueden obtener excelentes condiciones en el interior y dentro de los vehículos, las temperaturas exteriores no son controlables. Millones de ciudadanos no disponen de casas sólidas y son directamente vulnerables al tiempo. En países tropicales, la mayoría de las personas pueden mantener una temperatura sufiecientemente fría para subsistir en condiciones normales, pero los fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, crecidas y tempestades pueden representar grandes peligros para ellas. En regiones más frías, las condiciones normales en invierno pueden suponer una grave amenaza para quienes carecen de hogar y viven en habitáculos miserables.

Tempestades
Las tormenta son algo normal, sobre todo en latitudes tropicales y durante los meses más calurosos. Al generar el más fuerte desplazamiento ascendente del aire de cualquier sistema meteorológico, pueden producir el fenómeno meteorológico más violento: el tomado. También pueden deberse a tempestades los daños causados por grandes pedrisco, fuertes ráfagas de viento y corriente descendentes, crecidas repentinas y descargas eléctricas.

Los vientos extremos peuden causar enormes daños incluso en ciudades construidas. En barrios más deteriorados, el hundimiento de eidficios y los desprendimientos pueden constituir un gran peligro para la vida. Junto a la elevada densidad demográfica en muchas ciudades en desarrollo, los ciclones tropicales pueden ser una amenaza para la vida de centenares de miles de personas.

Precipitación
Las intensas lluvias son muchas veces desagradables y pueden poner en peligro la vida de los viandantes. Las crecidas repentinas pueden presentar una importante amenaza para la vida y los bienes en la mayoría de las zonas urbanas, sobre todo en las grandes ciudades, donde las precipitaciones pueden inundar rápidamente los sistemas de alcantarillado causando a menudo importantes trastornos y daños.

Cuando hay riesgos de crecidas repentinas, los urbanistas pueden emular el ejemplo de Phoenix en Arizona, donde no se construyen viviendas en las zonas vulnerables a las inundaciones, sino que se las utiliza para parques, campos de golf o funciones similares de que se puede pescindir. Sin embargo, los organismos de ordenación de las aguas y servicios de emergencias han de recordar constantemente a las comunidades los posibles riesgos que se corren cuando se utilizan partes de llanuras naturales inundables para medidas de control de las crecidas y con fines recreativos. Los niños se sirven de ellas para practicar el monopatín, la bicicleta y hacer exploraciones en los tubos de hormigón y canales empleados para mejorar las características de flujo de los cursos de agua naturales. Esos canales artificiales pueden inundarse rápidamente.

En climas fríos, la nieve causa muchas dificultades. Trastorna los enlaces de transporte por ferrocarril, carretera y marítimos, por lo que los viajeros no pueden llegar a su destino, ni muchos ciudadanos recibir los servicios adecuados, y se obstaculizan las actividades comerciales. Pronto escasean los alimentos y otros suministros esenciales, los precios aumentan y los más pobres son los primeros en sufrir las consecuencias. El costo de mantener en funcionamiento una ciudad en codiciones de frío extremo pueden resultar sumamente oneroso.

¨El despilfarro más disparatado, observado a veces en países ricos, es la práctica de refrigerar los edificios en verano a temperaturas inferiores a las que se calienta en invierno¨

Clima y salud humana (OMM, OMS, PNUMA, 1987, 1996)

Accidentes
En tanto que el calor puede dar lugar a un comportamiento imprevisible, el frío extremo puede presagiar un gran aumento de accidentes. El mero hecho de pasear por las calles de la ciudad puede ser peligroso. Cuando las condiciones de congelación son raras, los ciudadanos no están familiarizados con ellas y, al tratar de dispersar hielo o nieve en superficies resbaladizas, pueden provocar una situación mucho peor, en que los índices de lesiones pueden alcanzar las proporciones de los deportes de invierno.
Otra característica del mal tiempo son los accidentes de tráfico. Hay muchas más probabilidades de que incluso vehículos bien preparados sufran colisiones debido al hielo, a lo que también contribuyen con su elevada densidad de tráfico, resultan particularmente afectadas, y numerosos accidentes mortales pueden atribuirse en parte a las condiciones meteorológicas.

Energía
Uno de los principales factores para determinar la demanda de energía es el clima. Las ciudades consumen enormes cantidades: a fin de mantener el calor o el frío, para que funcione el transporte y tener aprovisionadas las tiendas, hace falta energía. Parte de ella se produce mediante la quema de combustibles en la ciudad: y su transporte a las zonas urbanas consume todavía más energía.

Ciertos tipo de la producción y uso de energía dependen del clima: el viento, los rayos solares y la lluvia determinan las posibilidades de fuentes renovables de energía eólica y solar e hidroeléctrica. Los productos agrícolas y forestales destinados a combustible son otras formas de energía renovable que dependen del clima.

Al concebir muchas instalaciones de energía hay que tener en cuenta la información sobre el tiempo y el clima; el ejemplo, las plataformas marinas de prospección petrolera necesitan información climatológica precisa sobre el mar y el mar de fondo, y su funcionamiento cotidiano en condiciones de seguridad depende de predicciones exactas sobre el mar y el viento. Las previsiones meteorológicas regulares son igualmente esenciales para lograr que la producción corresponda a la demanda.

El Agua en las Ciudades que crecen

Una persona puede sobrevivir durante semanas sin alimento, pero sólo unos días sin agua. lo mismo les ocurre a las ciudades: se puede imaginar una ciudad moderna funcionando hasta cierto punto sin suministro normal de energía, e incluso -durante algún tiempo- sin transporte mecánico. Pero si se le priva de abastecimiento de agua salubre se convierte pronto en una zona de desastre.

Durante la Conferencia HABITAT II, en un diálogo sobre “agua para las ciudades sedientas”, en que participó la OMM, se advirtió que el agua se está convirtiendo en “el problema urbano más candente para la comunidad mundial en el siglo XXI”, debido al aumento demográfico, a la contaminación y a que la mitad de todo el agua potable del mundo en desarrollo se despericia o pierde. Este análisis poco prometedor muestra que la mayoría de las ciudades del mundo en desarrollo tendrán escaces de agua extremas para 2010, lo que representará una amenaza para la salud e incluso para la vida de sus habitantes.

Se ha afirmado que lo más probable es que las guerras del futuro se libren por el acceso al agua más que al petróleo. El reciente acuerdo concertado entre la India y Bangladesh sobre la repartición de las aguas del Ganges es un precedente sumamente positivo para futuros acuerdos.

Los recursos de agua dulce y los océanos del mundo guardan una estrecha relación con la atmósfera, el tiempo y el clima. Y sólo pueden economizarse y desarrollarse a escala mundial. El problema del agua dulce requiere urgente atención a un alto nivel internacional.

En la mayoría de las ciudades ricas todavía es posible considerar el agua como algo natural. Simplemente el agua no escasea o, cuando ocurre, se debe a condciones meteorológicas imprevistas, como sequías excepcionales. Sin embargo, en muchas ciudades pobres del mundo el agua es algo que nadie puede considerar un bien abundante. Lo que Dakar sufre hoy es, sin duda -si se mantienen las tendencias actuales (léase Economías amenazadas) -lo que padecerán otras ciudades mañana. El problema del agua salta a la vista.

Economías amenazadas
En 1961, Dakar, la capital de Senegal, tenía unos 250.000 habitantes. La mayoría de su agua potable procedía directamente del acuífero basáltico sobre el que está construida. Pero en 1988 la población de Dakar había pasado a millón y medio de habitantes. Se extrajo demasiada agua salada en él. Por tanto, el abastecimiento había de proceder de acuíferos sedimentarios situados a 80 km, que también estaban a punto de agotarse; finalmente, se estableció uan estación de bombeo en el lago de guier, un embalse poco profundo creado en un valle fluvial fósil a 200 km de la ciudad. Apesar de esa costosa empresa, la escasez global de agua amenaza con deteriorar seriamente el medio ambiente y plantea graves dificultades económicas.

Senegal no es el único país que ha sufrido tales problemas. Perú resultó afectado por un brote de cólera en 1991, que comenzó en la capital, Lima, como resultado de la mala calidad del agua y de los servicios de saneamiento y se extendió con rápidez, causando la muerte de 2.600 personas. el turismo disminuyó, y otras actividades, como las pesquerías, resultaron adversamente afectadas. La pérdida económica se estimó en 1.500 millones $ EE.UU. en tres meses, cantidad con la que se hubiera pagado un abastecimiento de agua y sistema de saneamiento para toda la población de Lima, al costo de unos 50 $ EE.UU. por familia.

Decenio Internacional del Agua
La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó los años de 1981 a 1990 Decenio Internacional del Agua Potable y del Saneamiento Ambiental, más conocido como Decenio del Agua. Por término medio, cada día durante esos 10 años 330.000 personas de países en desarrollo tuvieron acceso a agua salubre, y 210.000 adquirieron mejores servicios sanitarios: más del doble que en el decenio de 1970.

Sin embargo, durante el Decenio, la población urbana de los países en desarrollo creció en unos 200.000 habitantes diarios. A finales de 1990, aproximadamente uno de cada cinco habitantes urbanos de los países en desarrollo seguía careciendo de abastecimiento de agua adecuado, y uno de cada tres no tenía aún servicios sanitarios apropiados.

El Banco Mundial afirma que varias ciudades del mundo en desarrollo y algunas de países desarrollados padecerán grades escaseces de agua:

Africa

Asia

América Latina

Países desarrollados

El Cairo

Bombay

Sao Pablo

Houston

Lagos

Shanghai

Paulo

Los Angeles

Beijing

Ciudad de México

Varsovia

Calcuta

Tel Aviv

Dacca

Cardiff

Yakarta

Karachi

 Abastecimiento de agua
Cada vez es mayor la cantidad de personas que necesitan agua y servicios de saneamiento. Pero la cantidad de agua es finita. Alrededor del 70% de nuestro planeta está cubierto de agua, pero sólo la quinta parte aproximadamente es agua dulce, y más de los dos tercios de ella está congelada en los casquetes de la Antártida y Groenlandia. La mayoría restante se encuentra en glaciares, como humedad del suelo, o a grandes profundidades, inaccesibles para el uso humano. Por lo tanto, menos del 1% del agua dulce del mundo puede obtenerse fácilmente para el uso humano directo. En efecto, los recursos hídricos sostenibles equivalen a la precipitación que llega a tierra.

Aproximadamente 42.700 km3 de agua fluyen por todos los ríos del mundo cada año. Dividido por la población mundial de 1995, eso equivale a una media de 7.300 m3 de agua por persona, unas 10 veces las necesidades reales de agua per capita, según las condiciones locales. Sin embargo, no toda esa agua, ni mucho menos, es accesible para todos los centros de población, pues gran parte se pierde y, debido a la desigual distribución y el rápido aumento de la población en las ciudades del mundo en desarrollo, muchos millones padecen grandes escaseces de agua.

La mayor parte del agua dulce disponible se destina a la agricultura, en un mundo hambriento y cada vez más poblado no es nada probable que esa proporción disminuya notablemente. La industria utiliza alrededor del 10% de los recursos hídricos, y contamina una proporción de la queda con sus corrientes efluentes. Apenas 5% que se dedica al consumo doméstico. A fin de disponer de agua potable salubre y de los medios para eliminar debidamente los residuos.

La propia estructura de algunas ciudades se altera debido a la crisis del agua. La extracción de excesiva agua subterránea ha originado graves escaseces en algunos lugares, como Bangkok, Houston y Venecia. Partes de Ciudad de México han descendido 10,7 metros en los últimos 70 años.

Un recurso desperdiciado
Llevar el agua disponible a las ciudades es un gran problema, pues simplemente se desperdicia una enorme cantidad de ella. En la mayoría de los países de la región de la Comisión Económica para Europa de la Naciones Unidas, por ejemplo, entre el 40% y el 60% del agua tratada se pierde en la red antes de llegar al grifo a un costo estimado moderadamente en 10.000.000.000 $ EE.UU. anuales. En Kenya, la cantidad de agua perdida en la capital, Nairobi, equivale a las necesidades de la segunda ciudad del país, Mombasa. En muchas ciudades asiáticas las pérdidas son también elevadas: el 62% del agua se considera perdida en Dacca, el 58% en Manila, y el 57% en Yakarta. Con frecuencia, el problema se debe a que la red de tuberías es vieja, por lo que pueden reducirse las pérdidas. En la ciudad de Sao Paulo (Brasil) ha disminuido la cantidad de agua que se escapa de su sistema de distribución en un 50% durante un decenio.

No toda el agua destinada al regadío se utiliza realmente en el cultivo; gran parte se pierde. No obstante hay considerables posibilidades de ahorro, lo mismo que en la industria, en parte modificando los procesos y en parte haciendo mayor uso de agua reciclada. Sólo alrededor del 5% de las residuales industriales y domésticas se trata debidamente, y si esa proporción pudiera aumentarse, nomerosos recursos hídricos estarían sometidos a menor presión.

Habitat II
HABITAT II consideró diversas soluciones que se refuerzan mutuamente para evitar una catástrofe a comienzos del siglo próximo, entre las que figuran las siguientes:
– tratar el agua como un producto básico económico para asignar el verdadero costo de su utilización a los barrios ricos y a la industria y ayudar a reducir el despilfarro;
– asociaciones del sector público y privado para hacer una inversión extraordinaria. Ejemplo de ello es el contrato de arrendamiento de gestión en Côte d´Ivoire, donde el sector privado presta los servicios de funcionamiento y mantenimiento del agua en abidjan y un centenar de municipalidades;
– la participación de la comunidad, que fomenta el empleo local y la adquisición de calificaciones; las mujeres son especialmente importantes como agentes de cambio.

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Saneamiento y avenimiento
Los países desarrollados han sacado provecho de los beneficios que se derivaron del mejor aprovechamiento del agua en los siglos XIX y comienzos del XX, con la introducción gradual del retrete y del desagüe. En 1850, la esperanza de vida en una ciudad francesa era del orden de 32 años. Para 1900 había pasado a 45, con una marcada relación entre ritmo de los progresos en materia de salud y los cambios en el abastecimiento del agua y en la eliminación de aguas residuales. A comienzos de este siglo, algunas ciudades estadounidenses del valle del río Ohio utilizaron agua no tratada, y otras trataron la suya. En un período decenal, las tasas de mortalidad a causa de la fiebre tifoidea permanicieron constantes en las ciudades que no trataron su agua. En las otras declinaron en más de un 80%.

Muchas ciudades antiguas tropiezan con consideerables problemas debido a que los sistemas de alcantarillado y avenamiento son viejos y no funcionan bien. La situación en las megápolis en expansión en los países en desarrollo es todavía menos satisfactoria. No sólo disponen de sistemas de abastecimiento y avenamiento muy poco desarrollados, sino que el abastecimiento de agua es cada vez menor, por todo lo cual es todavia más problemática la provisión de servicios sanitarios y de drenaje.

Millones en peligro

Actualmente en el mundo en desarrollo, más de 1.000 millones de personas no disponen de agua potable salubre y casi el doble carecen de acceso a instalaciones de saneamiento adecuadas. De los dos millones de toneladas de excrementos humanos que se producen diariamente en las ciudades del mundo se trata menos del 2%. El resto se vierte en cursos de agua. El 80% de las enfermedades se deben a agua impura, lo cual afecta a 1.200 millones de personas y causa el 33% de las muertes. Más de cuatro millones de niños mueren anualmente de enfermedades transmitidas por el agua, que comprometen también el desarrollo físico y mental de decenas de millones. El UNICEF estima 15 de cada mil niños mueren antes de cumplir los cinco años de enfermedades diarreicas.

Una necesidad costosa
Urge introducir cambios estructurales. No sólo los pobres tendrán muchas menos posibilidades que los ricos de acceder a un abastecimiento de agua salubre y a servicios sanitarios adecuados, sino que con frecuencia también pagarán mucho más por el escaso abastecimiento de agua que reciben. En general, los pobres de las ciudades pueden pagar hasta la mitad de sus ingresos por un agua que puede estar suficientemente contaminada para contraer una enfermedad. Y como, debido al costo, disminuye su capacidad de comprar alimentos, aumentan la malnutrición y la mortalidad infantil.

Con abastecimientos de agua salubre suficiente y servicios sanitarios adecuados se puede reducir actualmente a menos de la mitad el número de niños que mueren en el mundo desarrollado de enfermedades evitables.

Prevención de los Efectos del Tiempo y el Clima

Para construir ciudades que funcionen no sólo es necesario hallar las soluciones técnicas adecuadas y aplicarlas. Eso supondría que los habitantes de la ciudad son totalmente pasivos, un material inerte que los urbanistas pueden moldeara voluntad. El principal recurso de una ciudad son sus habitantes. Y para poder convertir las ciudades en verdaderos faros de poder de esperanza y tener alguna posibilidad de éxito, los urbanistas han de comenar por preguntarse lo que desea la gente y responder a sus necesidades.

El clima urbano puede mejorarse diseñando debidamente la ciudad; por ejemplo, abriendo corredores urbanos y aprovechando las brisas nocturnas. Mediante la adaptación de los edificios al clima urbano, utilizando la información climatológica ayuda a diseñar ciudades con climas de invierno fríoy verano caluroso, en que la dirección del viento en general notablemente según las estaciones, las calles perpendiculares a la dirección del viento en invierno ofrecen al ciudadano una protección contra los vientos fríos y le permiten aprovechar las brisas estivales.

Es sabido que las condiciones meteorológicas en una ciudad pueden diferir mucho de las del campo circundante. Este “clima local”, de origen mayormente antropógeno, se manifiesta mediante islotes térmicos urbanos, cambios del viento, la temperatura, la humedad, la precipitación y las características de la radiación solar, además de diversas formas de contaminantes atmósfericos como altos niveles de ozono troposférico. Entre los efectos resultantes cabe sitar una mayor sobrecarga térmica y otros riesgos para la salud. En el contexto de sus actividades relacionadas con los aspectos meteorológicos y climatológicos del entorno urbano, la OMM insiste en el desarrollo y la ejecución del Experimento sobre el clima tropical urbano, en cooperación con organizaciones nacionales e internacionales, a fin de coordinar la elaboración de modelos de capa límite que permitan conocer mejor el clima urbano tropical y formular recomundaciones sobre urbanismo y edificación.

Arquitectura urbana
La información meteorológica es esencial para diseñar estructuras seguras, viables y rentables capaces de soportar riesgos climáticos como viento, lluvia, granizo y heladas, nieve, ciclones tropicales, inundaciones y mareas de tempestad. El conocimiento del clima ayuda también a diseñar edificios cómodos y que consuman poca energía.

Los arquitectos que trabajan en las regiones tropicales tratan de mitigar en las regiones tropicales tratan de mitigar los efectos de las altas temperaturas y de la humedad; en climas templados persiguen una buena protección contra el calor en el verano, aprovechando al máximo la radiación solar en el invierno. Para ello disponen, entre otras cosas, de gráficos en los que se indican los ángulos de contacto y elevación del sol.

Urbanistas y arquitectos se sirven del asesoramiento detallado sobre el clima para reducir al mínimo el uso de energía, lograr la máxima comodidad y pailar otros efectos meteorológicos. Si bien el aislamiento término es relativamente costoso, puede estar justificado en razón de la seconomías en refrigeración y calefacción a largo plazo.

A veces, el arquitecto puede orientar un inmueble (e incluso un nuevo barrio) según los vientos dominantes, calcular el ángulo de exposición solar óptimo de las terrazas, adaptar el tamaño de los canalones a la cantidad máxima de precipitación prevista, y aislar los techos a menor costo. Mediante pruebas de túneles aerodinámicos dependientes del clima se pueden estimar mejor los efectos de las molestias causadas por el viento en otros diseños de nuevos edificios.

Los ingenieros que utilizan las estimaciones de precipitación máxima en la ciudad pueden concebir sumideros, alcantarillas y depósitos para hacer frente a una rápida escorrentía y para llenar los embalses. Los urbanistas que fomentan el desarrollo sostenible mediante la conservación del agua y el reciclado de aguas residuales necesitan asesoramiento meteorológicos e hidrológico.

Hay grandes posibilidades de proporcionar asesoramiento práctico detallado sobre la construcción o reconstrucción de ciudades de manera que se reduzcan sus efectos para la ecología y sean lugares de vida y de trabajo más agradables. Crear una ciudad en que la temperatura sea inferior en uno o dos grados al desierto circundante, con espacio entre los edificios, plantaciones de árboles, servicios de agua, etc., no es nada nuevo. Del mismo modo, alineando las calles de una ciudad tropical paralelamente a la dirección de los vientos dominantes se puede crear una valiosa ventilación natural.

La propia OMM está construyendo un nuevo edificio para su Sede que será uno de los de menor consumo de energía del mundo: con ventanas de doble protección y contraventanas de cierre automático, reservas de energía y corrientes de aire minuciosamente calculadas, la calefacción será mínima en invierno y no se necesitará aire acondicionado en verano.

Prestación de servicios
Los habitantes de una ciudad necesitan una amplia gama de servicios y materiales en su vida cotidiana: alimentos, agua, energía, vestido, transporte, atención médica, servicios de urgencias, servicios sanitarios y de eliminación de desechos, comunicaciones, etc. Las administraciones municipales son responsables de la infraestructuraque permite proporcionar a los ciudadanos todo eso y mucho más. Se deben construir puertos y aeropuertos y establecer los enlaces por tren y por carretera necesarios para abastecer a la cidad y para abastecer a la ciudad y para que los habitantes dispongan del medio de transporte necesario entre su trabajo y su domicilio. La mayoría, si no la totalidad de los serviciso pueden sufrir demoras o perturbaciones a causa de fenómenos meteorológicos que se producen normalmente: tempestades, sequías, heladas, etc.

Sólo si se dispone de buena información sobre el tiempo y el clima locales, proporcionada por los Servicios Meteorológicos Nacionales, es posible administrar bien las ciudades y lograr las debidas condiciones para el bienestar de la población.

Necesidades de energía
El acceso a la energía necesaria en una ciudad es importante, pero con la planificación se puede reducir también la demanda de servicios de alto consumo energético. Las ciudades pueden convertirse en islotes térmicos más pequeños cuando se conciben, de manera que la población no tenga que realizar regularmente largos desplazamientos y se pueda utilizar el transporte público en forma óptima.

Cuando la insolación lo permite, los arquitectos proponen cada vez más la instalación de paneles solares en los tejados o sistemas de intercambio de calor para disponer al menos de parte de la energía necesaria para calefacción y el agua caliente, lo cual es ya un paso para reducir la contaminación.

Ya se dispone de suficientes medios técnicos para hacer las ciudades más acogedoras. Una de las principales causas del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero es la ineficiencia en el uso de la energía urbana, desde el transporte hasta la calefacción y la refrigeración. Pero cuando la concepción, la planificación y la gestión de los servicios públicos son adecuadas, las administraciones municipales economizan energía y reducen el gasto público en salud, educación, transporte y otros servicios.

Prevención de desastre
Una de las mayores amenazas para las ciudades son los desastres naturales. Los fenómenos relacionados con el tiempo, como ciclones tropicales, inundaciones, sequías, deslizamientos de tierras e infestación acrídida producen perdidas de vidas humanas y bienes y originana grandes trastornos económicos. Los datos estadísticos sobre desastres muestran que los fenómenos meteorológicos e hidrológicos exremos representan aproximadamente el 70% de todos los desastres naturales. Los habitantes de las ciudades son cada vez más vulnerables a esos fenómenos extremos por la elevada densidad demográfica y el establecimiento en tierras marginales propensas a inundaciones. El impacto del cambio climático global emergente puede aumentar los efectos de los desastres naturales, especialmente en las conurbaciones que se derrumban.

Cuando hay deastres naturales en un país, el desarrollo de los centros urbanos puede retroceder varios años. No hace mucho, la inundaciones y los ciclones tropicales provocaron enormes destrozos y causaron considerables sufrimientos humanos. Por ejemplo, los desbordamientos del Missisipi en Estados Unidos, en 1993, que causaron daños estimados en más de 10.000 millones $ EE.UU., han tenido graves repercusiones para los ciudadanos que viven a lo largo de la cuenca fluvial. Las inundaciones en Egipto, en 1994, originaron daños estimados en varios centenares de millones de dólares. En Filipinas, en 1995, el ciclón tropical Angela se cobró 915 vidas y atravesó zonas pobladas, incluida la capital, Manila, causando daños valorados en 450n millones $. En enero de 1997, los primeros daños debidos a las inundaciones tan sólo en el Estado de California fueron estimados por la Oficina de Servicios de Emergencia de California en 775 millones $.

Para orientar a quienes conciben no sólo la estructura y los tejados de las casas, sino también los alcantarillados y los sistemas de desagüe para evacuar el agua de las calles y de los propios edificios se necesita información precisa sobre los tipos de tempestades que azotarán una zona. La cantidad de dinero gastada en sistemas de alcanrillado urbano supera con mucho, duplicándolo a veces, el costo de otros proyectos hidraúlicos más impresionantes como grandes presas y acueductos.

A fin de mitigar los efectos de los desastres naturales, Naciones Unidas lanzó en 1990 el Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales. En el contexto del Decenio, la OMM desempeña una importante función aplicando su Plan de Acción, en que se concede gran prioridad a la intensificación de las capacidades de los Servicios Mateorológicos e Hidrológicos Nacionales, mediante programas como la Vigilancia Mateorológica Mundial, el Programa de Enseñanza y Formación Profesional y el Programa de Cooperación Técnica. La OMM apoya el fortalecimiento de los planes de prevención de desastres mediante mejores sistemas de vigilancia y aviso, evaluación de riesgos, transferencia de tecnología, información pública y actividades de formación.

El Cambio Climático y las Ciudades
Todavía no se puede afirmar con seguridad lo que significará el cambio climático en forma detallada, cuáles pueden ser realmente sus efectos ni las regiones que pueden sufrir consecuencias particulares. Pero, a pesar de las incertidumbres, existe un amplio consenso entre los pricipales científicos especialistas sobre el clima, que forman parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la OMM y del PNUMA, en cuanto a la probable serie de consecuencias de los cambios climáticos mundiales y regionales si no se hace nada para mitigarlos o impedirlos.

Las ciudades aportan una gran contribución a los gases que se considera causa del calentamiento global. Se estima que una ciudad de un millón de personas genera 25.000 toneladas de CO2 cada día. Al mismo tiempo, las ciudades tienen también mucho que perder con la intensificación del calentamiento global. Algunas ciudades situadas en zonas costeras correrán un riesgo directo con la elevación del nivel del mar. Los habitantes de casi todas las ciudades habrán de prepararse para afrontar olas de calor más frecuentes y más intensas. Muchos expertos predicen asimismo que el cambio climático podrá provocar fenómenos meteorológicos cada vez extremos, lo que creará todavía más dificultades a las administraciones municipales en su labor, ya ardua, y en sus preparativos para hacer frente a los desastres naturales.

Los alimentos y el agua procedentes de regiones interiores para abastecer a las ciudades también estarán sometidos a presiones imprevisibles y a una mayor demanda. El suministro tal vez haya que hacerlo desde lugares más alejados y con mayores dificultades.

Cada vez es más urgente que los gobiernos reconozcan la función de las ciudades en la degradación del calentamiento global, y los riesgos que su intensificación supone para los ciudadanos.

Conclusiones del IPCC (variaciones de la temperatura de superficie global desde 1860 hasta ahora)

En diciembre de 1995, el IPCC presentó su Segundo informe científico de evaluación, preparado en un empeño de cooperación en el que intervinieron dos dos mil científicos y otros expertos, los cuales coincidieron que ya no hay duda de que las actividades humanas influyen claramente en el clima global, y en que la temperatura media mundial probablemente aumente entre 1º y 3,5º C para el año 2100. Otros efectos probables, según el informe, son la elevación del nivel del mar, los cambios en las características de las precipitación y de la sequía y un aumento de lo que se conoce como ¨fenómenos meteorológicos extremos¨.
Entre las principales conclusiones del informe figuran las siguientes:

– la disminución de la tasa de aumento de CO2 en la atmósfera de 1990 a 1993 ha terminado;

– los aerosoles troposféricos (polvo y otros detritos emitidos en la quema de combustibles sólidos y de vegetación, por erupciones volcánicas y otras fuentes) anulan aproximadamente la tercera del calentamiento causado por las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero;

– la “mejor estimación” indica que las temperaturas superficiales medias y globales aumentarán en tormno a unos 2º C para 2100, y los niveles del mar medio metro aproximadamente. Pero, debido a la denominada ¨inercia térmica¨ de los océanos (el hecho de que el subir la temperatura atmosférica, y de que proseguirá mucho después de estabilizarse la atmósfera), el grado que alcanzará finalmente el calentamiento global no se percibirá hasta muchos años, o incluso siglos, después;

– los cambios regionales de temperatura pueden diferir sustancialmente de la media global, pero todavía no es posible decir cuánto;

– probablemente haya un marcado impacto en los tipos de árboles que crezcan en los bosques, registrándose los mayores cambios en grandes altitudes, y los menores en las regiones tropicales. Se prevé que el clima cambie rápidamente en relación con la velocidad a que crecen las especies forestales;

– se prevé que los desiertos serán más cálidos, pero no mucho más humedos;

– habrá cambios en la cantidad, la frecuencia y la intensidad de las precipitaciones, que probablemente afecten a la magnitud y el momento de la escorrentía y a la intensidad de las inundaciones y sequías;

– las perspectivas en la agricultura y la silvicultura serán mejores en algunas zonas y peores en otras;

– es probables que haya efectos generalizados y principalmente adversos para la salud humana, en parte debido al aumento de la sobrecarga térmica, y en parte a que las enfermedades infecciosas se extenderán a medida que proliferen las plagas que las transmiten;

– es probable que los países en desarrollo resulten más afectados que los desarrollados, y que dispongan de menos medios de adaptación.

Conclusión

El crecimiento de la población urbana ejerce enorme presión sobre el medio ambiente y sobre la disminución de recursos finitos de nuestro planeta, por lo que la consideración del tiempo y del agua en las ciudades es tan apropiada como oportuna.

Las consecuencias de los cambios ambientales para las ciudades fueron abordadas recientemente durante HABITAT II. Su resultado, el Programa Habitat, refleja las presiones prioritarias que deben abordarse, como desastres naturales, disponibilidad de agua dulce, contaminación del medio ambiente y cambio climático. Con la elevada densidad demográfica y el establecimiento en tierras marginales propensas a inundaciones, los habitantes de la ciudad son cada vez más vulnerables a las condiciones meteorológicas adversas.

Los efectos de la urbanización y sus impactos sobre el medio ambiente tienen graves consecuencias para la disponibilidad de recursos de agua dulce. Entre 1900 y 1995, se ha perdido seis veces más agua procedente de las fuentes existentes. El acceso a un abastecimiento de agua potable salubre de una notable proporción de habitantes urbanos, particularmente en países en desarrollo, es limitado o nulo.

A medida que se extienden las ciudades, también aumentan las necesidades de agua, y cada vez es más difícil, y más costoso, atender esa demanda, hasta el punto de que en muchas ciudades se introducen restricciones de agua. Además, con frecuencia hay que transportar el agua desde lugares muy lejanos, a un elevado costo. La expansión urbana depende de fuerzas socioeconómicas y estratégicas que muchas veces tienen poco que ver con los recursos requeridos. Sin embargo, la historia muestra que la provisión de recursos hídricos puede ser determinante para que una ciudad prospere o no.

La OMM, como portavoz científico autorizado en materias relativas a la atmósfera, el clima y el agua, desempeña una función de vanguardia en los esfuerzos internacionales para controlar y proteger el medio ambiente, mediante sus programas científicos, como la Vigilancia Meteorológica Mundial, el Programa Mundial sobre el Clima, el Programa de Investigación de la Atmósfera y el Medio Ambiente y el Programa de Hidrología y Recursos Hídricos.

Mediante su colaboración con otros organismos de las Naciones Unidas y los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales de los países Miembros, la OMM sigue apoyando convenciones pertinentes como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, las negociaciones en curso sobre la Convención Internacional de Lucha contra la Desertidicación y el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono y sus protocolos y enmiendas. Esas actividades contribuyen a garantizar el bienestar de los pueblos de todas las naciones, ya vivan en ciudades o en zonas rurales.

El bienestar cotidiano de todos, especialmente de la florecientes poblaciones urbanas, depende de una información meteorológica e hidrológica cada vez compleja y precisa. Esa información sólo puede proporcionarse mediante Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales debidamente financiados, que son más vitales que nunca para la correcta gestión de nuestro medio ambiente.

Organización Meteorológica Mundial
Ginebra, Suiza
1997

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