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Las zapatillas del futuro

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Leaf Social y Xinca son dos empresas creadas por emprendedores argentinos que generan oportunidades laborales, trabajan con materiales reciclados y colaboran con ONG a través de la producción de calzado e indumentaria.

Al decidir una compra se tiene en cuenta, sin dudas, el costo del producto. Pero hay quienes además consideran otros aspectos que van más allá de los precios y las tendencias. También las empresas entienden la necesidad de mejorar sus procesos productivos y de dar respuesta a la mayor conciencia ambiental presente en la sociedad. En este sentido, en la industria de la moda comenzaron a surgir marcas con una propuesta diferente. Dos de ellas son Leaf Social y Xinca, emprendimientos nacionales que rompen con el paradigma tradicional, al proponer un triple impacto: además de ser redituables, trabajan con materiales reciclados, generan puestos dignos de trabajo y colaboran con Organizaciones de la Sociedad Civil.

Consumo responsable

“Nuestra empresa está ligada al ahorro de recursos, ya que cada calzado desarrollado está producido con residuos. De esta forma, estamos sustituyendo un par de zapatillas de origen nuevo por uno de origen reciclado”, explica Alejandro Malgor, quien junto a Nazareno El Hom y Ezequiel Gatti, sus socios y amigos, fundó hace cinco años, Xinca, una marca mendocina que, además de producir zapatillas sustentables, genera oportunidades laborales a personas privadas de su libertad y en talleres sociales.

“Los tres –recuerda Malgor– nos encontrábamos en la misma situación: buscando un lugar donde poder ser la misma persona todo el tiempo. No queríamos elegir entre las opciones que teníamos: ganar plata para vivir o hacer lo que elegíamos, muchas veces en nuestro tiempo libre, que era ayudar a los demás. Simplemente, pensábamos que podíamos crear una empresa mejor de las que conocíamos. Tomar todo lo bueno del mundo empresarial y, lo malo, transformarlo”. Fue entonces que, investigando problemáticas ambientales, descubrieron que los neumáticos fuera de uso representan una gran amenaza en términos de contaminación y decidieron constituirlos en su insumo básico.“Hoy producimos calzado incorporando la mayor cantidad de residuos posibles, logrando una menor carga ambiental que el tradicional”, cuenta Alejandro.

Desde hace casi dos años trabajan con más de 60 internos del penal San Felipe de Mendoza. “Además de darles posibilidades dentro de la cárcel, queremos proporcionarles herramientas para que cuando salgan tomen mejores decisiones”, explica. También integraron al proyecto a mujeres de zonas rurales y a madres solteras. Sin embargo, no fue todo color de rosa: “Recuerdo el momento en que comenzamos a trabajar con una persona con prisión domiciliaria y las cosas no salieron como esperábamos, o cuando por fin tuvimos el primer cliente importante y no entregamos en tiempo y forma”, repasa Malgor, aunque asegura que hoy en día, los productos sustentables constituyen uno de los mercados de mayor crecimiento y con proyección a futuro. “La preferencia por este tipo de marcas no se limita a los consumidores individuales. Las políticas de compras públicas de los gobiernos también están indicando una inclinación por estos productos”, señala, aunque para ellos lo más importante es saber que son parte de un cambio.

Más que una moda

Hace tan sólo dos años, Santo Parsons y Cinthia Fehling pusieron a prueba una idea, que entonces creían utópica: crear un ciclo de calidad completa en el cual cada eslabón del proceso se viera beneficiado, desde la capacitación y generación de oportunidades laborales (en lugares de poco alcance y con personas de oportunidades limitadas) hasta la materia prima (al utilizar materiales reciclados), colaborando con ONG. “Empezamos con nuestras alpargatas y luego incorporamos las zapatillas, panchas y mocasines. Al principio, reciclamos sólo retazos textiles, rebordes y goma, descartes del proceso de producción y caucho de neumáticos”, enumera Fehling, directora creativa de Leaf Social, una marca que además de lograr su primer objetivo amplió la gama de productos que ofrece, materiales utilizados y alcance, al destinar el margen principal de las ventas a los proyectos sociales.

Si bien en la empresa reconocen que en Argentina la economía fluctuante hace que el objetivo de emprender sea más desafiante, también entienden que el consumidor está despertando y es cada vez más consciente del poder que tiene de exigirle al mercado que los productos sean social y ambientalmente responsables. Por eso, se propusieron a generar un modelo de negocio que ofrezca una solución a ambas problemáticas. Actualmente, además de trabajar con la ONG Techo, están incorporando a otras organizaciones y, paralelamente, buscan potenciar a diseñadores de indumentaria para que generen propuestas con materiales reciclados y se sumen a Leaf. “Esta nueva generación de empresas –observa la emprendedora– está cambiando la forma de hacer las cosas y remediando errores anteriores. El trabajo en equipo y la colaboración entre marcas es clave, sobre todo en un país donde cada tropiezo duele el triple. No hay que perder foco en el propósito por buscar ganarle a la competencia. Al fin y al cabo, estamos todos luchando por un mundo mejor”.

 

Autora: Magalí Sztejn

Fuente: tercersector.org.ar

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