Informe Planeta Vivo 2022: América Latina es nuevamente la región con mayor tendencia en pérdida de biodiversidad
Noticias
La nueva edición del informe, difundida en Argentina por Fundación Vida Silvestre, analiza el estado mundial de la biodiversidad, y advierte a los gobiernos, a las empresas y a la sociedad la urgencia de tomar medidas transformadoras que reviertan su destrucción.
El uso insostenible de los recursos ocasiona una doble crisis: climática y de biodiversidad.
“De la misma forma que es necesario disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, es urgente revertir la pérdida de biodiversidad y el declive y degradación de los ecosistemas. El Informe nos da información esencial para restablecer nuestra relación quebrada con el mundo natural y muestra lo apremiante que es integrar principios de justicia ambiental y social en el centro de los cambios. En el marco de la próxima conferencia de biodiversidad COP15 de la ONU, es prioritario impulsar un plan global que, como el Acuerdo de París, tenga como meta revertir las pérdidas y mejorar la salud de las poblaciones silvestres y los ecosistemas”, destacó Luis Germán Naranjo, director de Conservación de WWF Colombia.
Los principales factores directos identificados como responsables de la degradación de los sistemas terrestres, marinos y de agua dulce son los cambios de uso del suelo, la sobreexplotación de la flora y la fauna, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras. El Informe sostiene que la doble crisis ambiental se puede mitigar con el aumento de los esfuerzos de conservación y restauración, la producción y el consumo de alimentos de forma más sostenible, y la rápida y profunda descarbonización de todos los sectores. Los 89 autores que participaron en la redacción e investigación de este informe piden a los responsables políticos que transformen las economías para que los recursos naturales se valoren adecuadamente. Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, reforzó que “necesitamos con urgencia pasar a prácticas sostenibles en la agricultura y los sistemas alimentarios, como también en la pesca, energía y minería, hasta en la infraestructura y la construcción. Es preciso que los gobiernos se comprometan con acciones ambiciosas y transformadoras en estos sectores productivos claves, para asegurar un planeta positivo para la naturaleza para 2030”.
El Informe remarca que las tendencias de abundancia de fauna silvestre varían según regiones, siendo las tropicales las que están sufriendo un mayor declive. Asimismo, las nuevas técnicas de análisis cartográfico sugieren que hay zonas que tienen una alta probabilidad de impacto en la vida silvestre por amenazas como la agricultura o la tala y por su alta riqueza en especies.
La deforestación en las zonas tropicales genera emisiones de carbono y conduce a climas locales más cálidos y secos, incrementando la cantidad de sequías y de incendios y, dependiendo de su magnitud, reduce las precipitaciones y modifica sus patrones globales. Por tanto, esto es perjudicial para el clima, la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de millones de personas en todo el mundo. La contribución de los bosques a la seguridad alimentaria y nutrición exige una mayor atención en políticas forestales, ya que su deterioro se traducirá en una reducción de la productividad agrícola.
En ese sentido, se identificaron diez áreas de alta prioridad para la mitigación de riesgos, algunas de estas en América Latina: la cuenca del Amazonas (que está constituida por todos los ríos que drenan al río Amazonas); el bosque Atlántico (ubicado en Argentina, Brasil y Paraguay); y el norte de los Andes hasta Panamá y Costa Rica. En lo que respecta al Bosque Atlántico en nuestro país (conocido como selva misionera), un análisis de la cobertura de uso del suelo de los últimos 37 años indica que en Argentina perdimos casi el 20% de los bosques que existían en 1985 (aproximadamente 305 mil hectáreas), a un ritmo promedio de 8.260 hectáreas por año. A su vez, se destaca que las tierras que ocupaban estos ecosistemas actualmente se destinan a agricultura (60%), forestaciones (27%) y pasturas (10%). En este ecosistema aún sobrevive menos del 1% de la población de yaguaretés que se estima que existieron en la región antes de la llegada de los europeos. Las estimaciones poblaciones de 2020 indican que son aproximadamente entre 76 y 106 los yaguaretés (con una media de 90) que habitan el Bosque Atlántico. En la mayoría de las áreas donde persiste, sus densidades poblacionales son muy bajas y la extinción local podría ser inminente si no se toman acciones urgentes que reviertan esta situación.
Otra de las áreas más amenazadas de nuestro país es el Gran Chaco, ecorregión compartida con Paraguay, que se encuentra entre los sitios con mayor deforestación del mundo. En las últimas décadas perdimos el 30% de los bosques chaqueños y se siguen destruyendo sus ambientes naturales y su biodiversidad a un ritmo alarmante.
El Informe Planeta Vivo destaca también la situación en la Amazonía, el bosque tropical más grande y con mayor diversidad biológica y cultural del mundo, cuya cuenca se encuentra degradada en un 17%.
Derecho a un ambiente sano
De particular relevancia en la edición 2022 del Informe, concebido para impulsar la acción y la reflexión, es el papel que se le concede a los derechos humanos como desencadenante de cambios sociales transformadores. En el documento se identifica el colapso climático, la pérdida de naturaleza, la contaminación y la pandemia de Covid-19 como situaciones bisagra que han puesto en crisis los derechos humanos, y celebra que la Asamblea General de la ONU haya reconocido, en julio pasado, el derecho de las personas a un ambiente saludable.
En más de 80 países en donde se reconoció el derecho a un ambiente sano, se obtuvo como resultado la creación de leyes y políticas ambientales más firmes, como también una mejor implementación, una mayor participación de la sociedad y, lo más importante de todo, un mejor rendimiento ambiental. Es un catalizador de cambios sistémicos, que la ciudadanía lo ha usado para proteger a las especies amenazadas y los ecosistemas en peligro.
“La humanidad buscó descubrir la naturaleza, para luego dominarla. Hoy sabemos que la supervivencia de nuestra especie y de todas las que habitan el planeta, depende de nuestra capacidad de revertir ese paradigma y reforzar los esfuerzos para conservarla, restaurarla y regenerarla”, concluyó Manuel Jaramillo, director general de Vida Silvestre.
This Post Has 0 Comments