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Punto de encuentro entre las Empresas, el Medio Ambiente y la Sustentabilidad

La Argentina Sustentable

“Lo cierto es que alcanzar una adecuada calidad ambiental sin desarrollo económico resulta utópico y que alcanzar un desarrollo económico sin calidad ambiental resulta efímero…”

Ing. Carlos Merenson
Secretario de Desarrollo Sustentable y Política Ambiental

Nuestro país atraviesa una grave problemática económica y social, la más profunda de los últimos cien años de historia argentina, la que ocupa todo el espacio de reflexión y nuestros cotidianos esfuerzos.

Otra crisis, no tan visible, pero no menos importante, acompaña la severa situación social y económica de la nación, me refiero a la compleja problemática ambiental, frente a la cual muchas personas parecen resignarse a la pasividad, suponiendo que enfrentarla requiere de mayores sacrificios económicos y de traumáticos cambios de costumbres. Parecen esperar que la cuestión ambiental se resuelva mágicamente y no perciben que no sólo podemos y debemos reducir drásticamente nuestro impacto sobre los sistemas naturales, sino que también podríamos basar en ello un nuevo modelo de desarrollo.

Los ambientalistas han dedicado y dedican la mayor parte de sus esfuerzos a denunciar el impacto de las actividades productivas sobre el ambiente, advirtiendo que estamos rebasando los límites admisibles del planeta. Desde el sector productivo la respuesta ha sido la de desplazar tales límites a través del desarrollo de nuevas tecnologías. Lo cierto es que, como resultado de lo anterior, en un círculo vicioso, se ha continuado con el deterioro del ambiente y la pobreza ha crecido en forma alarmante.

Resulta evidente que no será en la profundización del conflicto, la forma en que se encuentre la solución y que solo reconciliando ambas tendencias lograremos construir una nueva economía. A partir de reconocer que son los recursos naturales y los servicios de los ecosistemas los que hacen posible toda actividad económica y, más importante aún es advertir que ellos son los que hacen posible toda la vida; de allí su inmenso valor.

Lo cierto es que alcanzar una adecuada calidad ambiental sin desarrollo económico resulta utópico y que alcanzar un desarrollo económico sin calidad ambiental resulta efímero.

Los chinos, apoyados en su milenaria sabiduría, utilizan el mismo anagrama tanto para crisis como para oportunidad. En ese entendimiento, la crisis ambiental debe ser visualizada también como una verdadera oportunidad. Y en esa dirección se puede afirmar que si tenemos alguna oportunidad de salir de la actual situación, ello será a través de un desarrollo sustentable, es decir, a través de la construcción de una Argentina Sustentable.

Se debe tener en claro que revertir la crisis ambiental implicará reconvertir: campos e industrias, comercios, casas, oficinas. En consecuencia, la restauración del ambiente resultará la empresa económica más grande de nuestro tiempo, una gran fuente de trabajo, ganancias y alivio de la pobreza, un gran motor de reactivación económica nacional y el impulsor de una tercera revolución industrial a escala global.

La primera y segunda revolución industrial se desarrollaron destruyendo el ambiente, la tercera revolución industrial se apoyará en la restauración del hábitat degradado y con ello surgen claramente los rudimentos de una nueva idea del mundo.

En ese rumbo resulta necesario razonar en forma diferente, preguntándonos: ¿cómo podemos producir ecológicamente? en lugar de preguntarnos: ¿cómo podemos producir? y luego: ¿cómo podemos remediar?

Es por ello que hoy, más que nunca, resulta indispensable promover la sustentabilidad del proceso de desarrollo de nuestro país. Nuestro sistema científico y tecnológico, el sector empresario y las políticas públicas, deberán concentrar recursos y esfuerzos en el desarrollo del incipiente mercado ambiental, tendientes a encarar la tarea de proteger y restaurar nuestros ecosistemas degradados; aprovechar en forma sustentable nuestros recursos naturales y promover sistemas de gestión ambiental en el sector industrial, que sean ejemplos de producción limpia a escala mundial. Con ello ganaremos tiempo y experiencia, aprovechando la ventaja que representa la posibilidad de encaminarse desde el origen hacia un desarrollo basado en la sustentabilidad, en lugar de enfrentar los inmensos costos que implicará reconvertir sus sistemas de producción y consumo a formas sustentables.

Hoy la sustentabilidad se ha transformado en una palabra cápsula. Cualquier cosa que nos parece o consideramos buena, resulta entonces alcanzada por el concepto de lo sustentable.

El reduccionismo que tanto mal ha hecho y hace al desarrollo de las ideas, hoy desembarca en la sustentabilidad y tritura y reduce a su mínima expresión la riqueza de conceptos que encierra el término. Así por ejemplo, la sustentabilidad hoy se limita o asimila a la rentabilidad en términos económicos, dejando de lado las complejas e interrelacionadas dimensiones que encierra.

Una Argentina Sustentable no será solo el fruto de una armónica y virtuosa relación entre lo político, lo económico y lo social. También se deben agregar las dimensiones: ecológica, cultural y espiritual del bienestar humano sin lo cual los éxitos serán efímeros.

La permanente búsqueda de metas materiales, que es la esencia misma del paradigma dominante y que se ha dado en llamar desarrollo, nos ha llevado a confundir elevación de los niveles medios de vida con la necesaria y urgente elevación de la calidad de vida, y se ha transformado en una verdadera amenaza para el futuro.

Lo cierto es que, conceptualmente, el desarrollo debe ser un proceso que como meta última se proponga ampliar las opciones de la gente en pos de la toma de control de sus destinos y en consecuencia debería siempre estar dirigido, mediante la expansión de opciones o alternativas respecto a un mejoramiento equitativo y sostenible, a asegurar la mejora general de la calidad de vida humana.

Pero a un desarrollo así definido, se le deben agregar algunas condiciones que en realidad lo tornen sustentable. En primer lugar, la sustentabilidad requiere de amplitud en el sentido sectorial, ya que todos los grupos sociales y sectores económicos deben participar y beneficiarse del proceso de desarrollo.

En segundo lugar la sustentabilidad requiere de amplitud en sentido geográfico, ya que la participación y los beneficios del desarrollo no deben estar dirigidos a regiones específicas de un país, sino que debe involucrar e incluir a todas las regiones.

En tercer lugar, la sustentabilidad requiere amplitud en lo temporal, ya que busca el bienestar tanto de las presentes como de las futuras generaciones.

Recién entonces se puede afirmar que el Desarrollo Sustentable es un desarrollo holístico y ello implica que debe considerar todas las dimensiones del bienestar humano: la social; la económica; la ecológica; la política; la cultural y la espiritual.

Por otra parte, debemos reconocer que cada una de estas dimensiones ejerce impacto sobre las otras y todas juntas determinan la calidad de la vida humana, en tanto la ausencia o exclusión de cualquiera de las dimensiones impide la realización de la misma.

El desarrollo sustentable es un desarrollo participativo. Es un proceso sustentable porque la gente, que es su principal beneficiario, participa activamente en su planificación y puesta en práctica. La gente misma trabaja para asegurar el éxito del proceso, y a la vez es quien lo actualiza y supervisa.

El desarrollo sustentable es un desarrollo basado en el concepto de la empresa conjunta. Está construido sobre la base de esfuerzos mutuamente reforzados y de iniciativas de los diferentes sectores que trabajan en conjunto para alcanzar sus metas, las cuales han sido trazadas de común acuerdo. El espíritu de la empresa conjunta, los valores compartidos y las iniciativas complementarias, es lo que lo hace firme y duradero.

En una forma amplia podemos también definir al desarrollo sustentable como un proceso de mejoramiento constante y equitativo de la calidad de vida de las personas, fundado en medidas adecuadas de conservación y protección del ambiente y los recursos naturales; de manera de satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones presentes, sin comprometer la facultad de continuar haciéndolo en el futuro.

A la necesaria equidad intrageneracional, el desarrollo sustentable agrega una nueva dimensión: la equidad intergeneracional, que profundiza el concepto mismo de democracia.

Este nuevo modelo de desarrollo incorpora los costos ambientales en los ámbitos micro y macroeconómicos y racionaliza la utilización de los recursos, generando nuevas oportunidades sin comprometer el futuro.

Su premisa es el respeto por los sistemas y procesos naturales y para ello resulta necesario: conservar la diversidad biológica, generar y adoptar tecnologías limpias, manejar adecuadamente los desechos, usar fuentes de energía renovables y evitar los patrones de consumo no sustentables.

Al incorporar a las generaciones venideras profundiza el concepto de democracia, introduciendo los denominados derechos de la tercera generación.

Los éxitos de la política económica pueden ser menoscabados si no se potencian con logros de carácter ambiental. Es necesario cambiar el enfoque de contradicción entre economía y ambiente, reconociendo la complementariedad de sus objetivos últimos: el bienestar de los ciudadanos.

El crecimiento económico requiere garantizar la disponibilidad, en cantidad y calidad, de recursos para el desarrollo actual y futuro.

El desarrollo sustentable permite integrar asimismo las metas sociales con las metas económicas y ambientales para lograr mayor equidad social y luchar contra la pobreza, que constituye el factor más limitante y critico del desarrollo.

En este contexto es fundamental el esfuerzo coordinado de las políticas ambientales y las políticas socioeconómicas del país. No es casual que los sectores más pobres de la población sean los que sufren las peores condiciones de calidad de vida, y sean los más agredidos por la contaminación y otras externalidades negativas de un desarrollo no sustentable.

Hemos llegado a un punto crucial en nuestra historia. Como fruto de una verdadera sobretensión económica y social, y también ambiental, nos vemos empujados mas allá de nuestro umbral de estabilidad y enfrentamos un súbito cambio de dirección en la manera en que se desenvuelve nuestra sociedad, por ello, hoy más que nunca, resulta indispensable promover la sustentabilidad del proceso de desarrollo de nuestro país.

El desafío nacional de consolidar un desarrollo sustentable es altamente motivador. Los argentinos estamos en condiciones de enfrentarlo con éxito. Los logros que se alcancen en el desarrollo de esta política beneficiarán a todos y permitirán cuidar el patrimonio ambiental de la Nación, generando un país más vigoroso y una mejor calidad de vida para las actuales y las futuras generaciones.

Urge entonces establecer una verdadera Estrategia Nacional de Desarrollo Sustentable, basada en algunos objetivos básicos, tales como:

_ Promover la incorporación de la dimensión ambiental en los ámbitos micro y macroeconómico.

_ Promover la conservación y el aprovechamiento sustentable de la diversidad biológica y sus componentes; y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.

_ Promover el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales.

_ Promover el Ordenamiento Territorial como instrumento de sustentabilidad.

_ Promover el uso de tecnologías limpias y apropiadas, como así también la prevención y control de la contaminación.

_ Considerar al agua como recurso estratégico y en consecuencia motorizar estrategias dirigidas a un manejo integrado de las cuencas hídricas, el conocimiento de los recursos hídricos y la fijación y aplicación de normas dirigidas al uso, aprovechamiento, conservación y protección de los recursos hídricos.

_ Promover la educación ambiental y facilitar el flujo de información y conocimientos a todos los niveles.

_ Perfeccionar la legislación ambiental.

_ Facilitar e incrementar el involucramiento social en la temática ambiental, promoviendo un proceso de participación democrático ligado al mejoramiento de la administración.

_ Consolidar un federalismo de consenso en la gestión ambiental para el desarrollo sustentable.

_ Fortalecer la institucionalidad ambiental

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