Editorial: Naturaleza, Precio o Valor
En todas nuestras actividades cotidianas hacemos un uso indiscriminado de la Naturaleza, aunque no valoremos sus prestaciones. Sin embargo, rara vez pagamos un precio por dichos usos, y mucho menos -como ciudadanos– compensamos en forma voluntaria por el daño ocasionado.
Los seres humanos somos gregarios por naturaleza. Debemos vivir en comunidad y sin duda nos hemos acostumbrado a ello. Toda nuestra organización social está colmada de normas que permiten conformar una sociedad “civilizada” entre individuos más o menos diferentes. Sin embargo, con el paso del tiempo, nos hemos aislado de la Naturaleza que nos albergó durante siglos. Hoy menospreciamos sus prestaciones y lo que es peor por ignorancia destruimos los bienes vitales que permiten nuestra vida en la tierra. Acostumbrados a una economía donde el mercado “define” los precios, pareciera que aquello que no tiene precio, también carece de valor. Seguramente es por ello que cuando se diseñan económica y financieramente proyectos de inversión de envergadura, rara vez se tiene en cuenta el terreno natural destruido. Un bosque, un río, una ladera desaparecen bajo el hormigón, muchas veces privándonos de de inmensas e irrecuperables bellezas naturales, y esto se hace …
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