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El Desafío Ambiental de la Hidrovía

La inauguración del primer tramo de la Hidrovía Paraguay-Paraná significa una herramienta de progreso e integración para los países del Mercosur, pero al mismo tiempo necesita de una adecuada atención del perfil ambiental del proyecto

La reciente concreción del dragado a 32 pies de profundidad desde el Puerto San Martín -en la provincia de Santa Fe- hasta el océano por el canal Emilio Mitre representa una obra crucial para el transporte, las comunicaciones y el intercambio comercial dentro del Mercosur. El emprendimiento, primer tramo de la Hidrovía Paraguay-Paraná, es el producto de la concesión otorgada en 1994 a la empresa Hidrovía S.A., la cual significó una inversión total de 650 millones de dólares.

El paso inmediato a la finalización de las tareas en el Paraná fue el llamado a licitación realizado para la prolongación de las obras de dragado y balizamiento de 1.700 kilómetros de los ríos Paraná y Paraguay, que permitirá unir fluvialmente a Santa Fe con las ciudades de Asunción y Puerto Iguazú. Este proceso licitatorio abarca además el dragado del río Uruguay desde su nacimiento hasta la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay.

Hasta el momento, la mejora en las condiciones de navegabilidad ha reactivado diversas explotaciones de la región circundante a Rosario: la agroindustria recibió fuertes inversiones para el almacenamiento de granos y procesamiento de semillas oleaginosas, se instaló una terminal mineralera y se anunció que próximamente lo hará una fábrica de fertilizantes. Se calcula que este interés en aprovechar las mejores condiciones del Paraná significó para la zona un ingreso superior a 1.000 millones de dólares en radicaciones de empresas.

Este incremento de la navegación fluvial y de las actividades productivas conlleva un indudable impacto en el medio ambiente que ha sido debidamente estudiado y previsto, según afirman los impulsores de la obra. El avance que implica este desarrollo económico no puede obviar el requisito de mantener el equilibrio ecológico.

Las autoridades del proyecto de la Hidrovía Paraguay-Paraná destacaron que el plan contempla un alto grado de seguridad y protección ambiental y que tiene en este sentido tres objetivos esenciales:

– mejorar las condiciones ambientales y de seguridad en los puertos y rutas de navegación;

– asegurar una implantación ambientalmente responsable de las obras de mejoramiento portuario;

– fortalecer el sector portuario con capacidad de gestión ambiental.

El presidente de la Cámara de Puertos Privados Comerciales, Pablo Ferrés, puntualizó este último concepto en la ceremonia de inauguración de la obra: “Debemos evitar que quienes ya disfrutan del desarrollo logrado a través de grandes obras de infraestructura de sus países nos demoren en nuestra misión de lograr vías de comunicación eficientes y ecológicamente seguras en regiones que, sin soluciones de transporte, se verán condenadas al atraso y al subdesarrollo. Resolviendo esos problemas de nuestra navegación interior, la Cuenca del Plata puede originar en un futuro muy cercano alimentos para un mundo que duplicará su población en las próximas décadas”.

El acto contó con la participación de los presidentes de Argentina, Carlos Menem, de Paraguay, Juan Carlos Wasmosy, y de Uruguay, Julio María Sanguinetti, quienes resaltaron que la Hidrovía enlaza dos conceptos fundamentales para el desarrollo de la región: la integración entre las naciones del Mercosur y sus países vecinos a través de las mejoras en el intercambio comercial y en las comunicaciones y el desarrollo sostenible, idea que para ser materializada requiere una visión de largo plazo.

UN SALTO A FAVOR DE LA CORRIENTE

Por Eduardo Rodriguez Vergez (*)

Los ríos Paraguay- Paraná se navegan desde hace cientos de años. Para que sean navegables las 24 horas, se deben implementar medidas de seguridad de la navegación. Durante mucho tiempo no se realizaron los dragados de mantenimiento necesarios en ríos que arrastran gran cantidad de sedimentos. La infraestructura en general, y la portuaria y ferroviaria en particular, llegó a un grado de obsolescencia tal que la hacían tan inoperable como antieconómica. Hoy se reconoce que son estos medios los más “amigables” con el medio ambiente por el ahorro de energía y la menor contaminación.

Desde la posición de gerenciamiento del proyecto en la Representación del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y la percepción de la Hidrovía desde el ángulo de los Organismos Internacionales de Cooperación Técnica y Financiera que contribuyeron en la etapa de preinversión mediante estudios que sin duda serán base de importantes decisiones en el futuro, se advierten importantes avances.

Está concluyendo el Proyecto Regional de Cooperación Técnica del PNUD, encargado del seguimiento del trabajo de los consocios. A su financiamiento contribuyó en mayor proporción el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y también por el PNUD y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA).

El proyecto pertenece a los 5 países que forman la Cuenca del Plata. Fueron sus cancilleres los que suscribieron el respectivo documento y encomendaron al Comité Intergubernamental de la Hidrovía (CIH) todo lo relacionado con ese emprendimiento.

Ha llegado el momento del balance de los resultados alcanzados en esta cooperación entre los gobiernos de la región y los organismos internacionales. Este proyecto es ejemplar por varias razones:

– Es un ejemplo de “partnership”, de asociación por la multiplicidad de actores y la complejidad de los vínculos que se tejen entre ellos.

– Es un ejemplo de cooperación entre cinco gobiernos de la región y entre éstos y los organismos internacionales: BID, FONPLATA, UNOPS y PNUD.

– Es un ejemplo de cooperación entre todos estos actores y la sociedad civil de los cinco países.

Esta cooperación ha trascendido la región, como bien queda reflejado en la preocupación y seguimiento que el proyecto ha merecido por parte de científicos, medios académicos y de comunicación, así como ONGs del mundo entero.

La Hidrovía Paraguay-Paraná aparece como uno de los primeros grandes proyectos en el contexto de la integración regional. Además es original porque se han desarrollado en paralelo los estudios de ingeniería e impacto ambiental, hecho poco frecuente en este tipo de proyectos.

Cuando los gobiernos decidieron asociar a los organismos internacionales a estos estudios, no era posible imaginar toda la riqueza propositiva que iba a generar. Percibimos positivamente la evolución señalada y lo consideramos como un hito en un proceso hacia una mayor participación de todos los sectores de la población. Cuánto mejor informados estén, mejor podrán expresar sus preferencias y apoyar las políticas, estrategias y proyectos que redunden en su beneficio.

Desde las etapas iniciales tanto el BID como el PNUD demostraron su determinación de asegurar que los aspectos relativos a la protección del medio ambiente y a la promoción del desarrollo sostenible tuviera una consideración prioritaria en los estudios. Esto se ha visto reflejado en hechos concretos, entre los cuales puede destacarse la implementación de una Unidad Coordinadora técnica para el seguimiento del trabajo de las consultoras y la implementación, junto con el CIH, de un programa de participación pública, complementado con talleres específicos para el análisis de los aspectos hidrológicos y los problemas asociados a las comunidades indígenas. Además de su capacidad técnica, los organismos internacionales participantes han puesto a disposición su red de recursos humanos, su capital acumulado de experiencias de desarrollo humano sostenible y participativo, de apoyo al crecimiento con equidad, su compromiso con el diálogo, la información y la transparencia.

Ante los resultados alcanzados y el consenso expresado desde diversos ámbitos en el sentido de que la cooperación internacional ha sido positiva, resulta evidente la satisfacción de haber completado esta importante etapa de un proyecto que tiene el potencial de vehiculizar el desarrollo regional de un área muy extensa del corazón del continente sudamericano. Es el momento ahora para que los países continúen con el desarrollo del proyecto, dentro del desafío de una creciente integración regional, que el secretario ejecutivo del CIH, Jesús González, definiera recientemente como el despertar del puma americano.

(*) Oficial de Proyectos del PNUD

Fuente: ECOLOGIA & NEGOCIOS Nº 3 Año: 1 – Marzo de 1997

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