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Punto de encuentro entre las Empresas, el Medio Ambiente y la Sustentabilidad

La Educación Sostenible

Tan importante como la educación para la sustentabilidad es la sostenibilidad de la educación

Por Alberto Croce*

Cuando se relaciona la temática educativa con el desarrollo sustentable, generalmente se la suele encarar desde la “Educación para la Sustentabilidad”. Esta perspectiva incluirá, entre otros temas, el desarrollo de una pedagogía ambiental, la formación ético-ecológica y el conservacionismo. Nosotros sostenemos que tan importante como aquella es posicionarnos respecto de la Sustentabilidad o la Sostenibilidad de la Educación. Está seriamente comprometido el desarrollo sustentable de una sociedad que no invierte decididamente en la educación de sus miembros. Sin embargo, debemos justificar esa inversión en momentos en los que, desde diversos sectores, se le exige a la educación responder a la lógica de la autosustentación. Ante la necesidad de multiplicar la inversión educativa, ¿pueden los procesos educativos autosustentarse económicamente?

Estamos convencidos de que la que deben ser “sostenibles” y no “sustentables”. Entenderemos que un proceso “sustentable” es aquel que encuentra en sus mismos componentes elementos que le permiten contar con los recursos necesarios para su propia continuidad. La sustentabilidad de un proceso hablará de su relativa autonomía dentro de un sistema de relaciones en el que se haya inserto. Los procesos “sostenibles”, en cambio, necesitan absolutamente de los recursos que provienen del entorno para poder continuar con su desarrollo. en este sentido, son esencialmente “dependientes” del sistema de relaciones en el que se desarrollan: sólo pueden continuar si son “sostenidos” por otros. Ahora bien, cuando hablamos de la “sostenibilidad” de un proceso, debemos referirnos a las condiciones que posibilitan esta sostenibilidad. O sea, a la calidad del proceso, de sus logros y de la importancia de estos respecto del entorno o del marco en el que se da: cuanto mayor es la calidad, la pertinencia y la relevancia del proceso, mayores serán sus oportunidades de sostenibilidad. Sin embargo, la sostenibilidad de este tipo de procesos no depende enteramente de la profesionalidad de quienes están a su cargo. Un proceso exitoso puede ser “sostenible” y no ser “sostenido”.

Quienes cuentan con recursos para garantizar la sostenibilidad de un proceso no siempre lo hacen. Recursos relativos al poder de decisión y la transferencia de fondos son frecuentemente negados a proyectos de merecida “sostenibilidad”. En estos casos, son ellos quienes ponen en riesgo la sustentabilidad del desarrollo.

En los procesos educativos, creemos que los responsables de su implementación deben trabajar de modo que demuestren y justifiquen su “sostenibilidad”. Son otros sectores de la sociedad civil, política y económica quienes deben proveer. Pretender que la educación sea sustentable es una ilusión. Pero es sumamente grave que, ante procesos educativos sostenibles, la sociedad mire para otro lado exigiendo que desde la educación se generen los recursos necesarios para sostenerla.

Debemos preguntarnos qué hacer ante el desafío que se plantea cuando quienes cuentan con los recursos necesarios para garantizar estos procesos privilegian la educación de ciertos sectores sobre otros, poniendo en riesgo las oportunidades de los que viven en situaciones de pobreza o exclusión. Una educación de calidad es una de las oportunidades fundamentales que una sociedad debe proponer a todos sus miembros; en particular, a los más jóvenes. Sólo asumiendo esta responsabilidad podrá pensarse seriamente el futuro en perspectiva del desarrollo sustentable.

*Presidente de la Fundación SES (Sustentabilidad. Educación. Solidaridad.)

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