skip to Main Content
Punto de encuentro entre las Empresas, el Medio Ambiente y la Sustentabilidad

La sustentabilidad como un proceso

Por Otto T. Solbrig, investigador de la Universidad de Harvard, Premio Internacional de Biología 1998.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, desarrollo es “la acción o efecto de desarrollar o desarrollarse”, que a su vez se entiende como “progresar, crecer económica, social, cultural o políticamente, es decir, el desarrollo es crecimiento. Sustentar, según la misma fuente, es “conservar a una cosa en su ser o estado”. Por lo tanto “desarrollo sustentable” es mantener un crecimiento constante, ya sea de la economía en general, o de una actividad específica, tal como la agricultura o la industria. Pero eso es insostenible.

Si bien ese es el sentido de las palabras, generalmente la frase no se interpreta así. Para la mayoría de las personas hacer las cosas de manera “sustentable” significa hacerlas con un menor impacto ambiental, así  tenemos agro, industria y hasta explotación petrolera sustentables; aunque es obvio que la extracción de recursos renovables no puede ser sustentable bajo ninguna de las definiciones.

El crecimiento inusitado de la población y de la economía mundial en los últimos cuarenta años ha creado un dilema para la sociedad y sus dirigentes. Por un lado se han duplicado las necesidades básicas de alimentación, albergue y vestimenta, y a su vez han crecido las aspiraciones de la población para mejorar su nivel de vida. El público hoy exige más y mejor empleo, educación y salud. Pero por el otro lado, estas demandas se traducen en un mayor uso de recursos naturales, una intensificación de la agricultura y de la industria, y una amenaza para la integridad ambiental.

A la luz de las predicciones de fuerte crecimiento demográfico hechas cuarenta años atrás, los resultados hasta ahora han sido sorprendentemente positivos. En estos años se pudo alimentar a la población, reducir la desnutrición, mejorar el nivel de vida medio de la población mundial y levantar su nivel de educación. Por el otro lado, a pesar de algunos éxitos iniciales en la lucha contra muchas enfermedades contagiosas gracias a los antibióticos, la situación sanitaria empeoró en la última década. Tampoco ha sido demasiado exitosa la lucha contra la pobreza, sobre todo en América latina.

A medida que los espacios naturales se han ido achicando, su valor económico ha aumentado. Sobre todo en los países desarrollados, donde una población sus necesidades básicas satisfechas valora más factores intangibles, como son los paisajes prístinos, los bosques, y las actividades rurales tradicionales. En esto hay una gran ironía, ya que esta población exige más facilidades turísticas para visitar y  esos paisajes y con ello contribuyen a su deterioro.

Pero hay una preocupación más profunda en relación a la expansión de la frontera agrícola, y la actividad económica humana, expresada por muchos ecólogos y ambientalistas. Se está llegando a un límite en la capacidad del ecosistema de absorber estos cambios; de sobrepasarse, podría haber un rápido e irreversible deterioro en la capacidad del ecosistema natural de prestar los servicios ecológicos en que se basa la vida.

Como no poseemos suficiente conocimientos sobre el funcionamiento de los ecosistemas para saber con seguridad si hay un límite y cuándo se llega a él, reina mucha incertidumbre sobre el impacto a largo plazo del desarrollo económico. Hasta ahora, las nuevas tecnologías han permitido un mayor y más eficiente uso de los recursos naturales, pero es imposible decir si esto será siempre.

Este dilema -entre la necesidad de satisfacer las demandas de una población en aumento y el peligro de un descalabro ecológico más las presiones para mejorar el medio ambiente- ha llevado al concepto de desarrollo sustentable (Bruntland 1989), el cual se ha popularizado enormemente pero esta muy mal entendido.

Para muchos, el desarrollo sustentable no es más que una técnica, una nueva manera de usar los recursos sin degradarlos. Sin embargo, el concepto que enunció la comisión Bruntland es que hay que usar los recursos naturales de tal manera de no poner en riesgo su uso en el futuro (para las “generaciones venideras”). Pero el informe no enuncia las propiedades que hacen que una tecnología sea sustentable. Dado que no sabemos cuáles serán las necesidades, aspiraciones, y tecnologías que utilizarán generaciones venideras, es imposible que el concepto se ponga en marcha.

Pero si en lugar de ver al desarrollo sustentable como una técnica, lo vemos como un proceso, puede surgir una ayuda para resolver el conflicto que existe entre las aspiraciones de la humanidad y la necesidad de no degradar los ecosistemas naturales.

Los países, a través de la Reunión de Río ’92 y de los organismos de las Naciones Unidas, se han fijado ciertas metas de desarrollo, que incluyen eliminar la desnutrición para 2030, la pobreza para la mitad del siglo, etc. Además, todos las naciones tienen planes que contemplan incrementar la tasa de crecimiento de la economía.

Para obtener un desarrollado sustentable, deben analizarse cuidadosamente estas metas y hacer una estimación de su impacto sobre la naturaleza. Con esa información, se puede avanzar al próximo paso que consiste en desarrollar tecnologías, regulaciones, y procesos para reducir el impacto ambiental del desarrollo.

Por lo tanto, hay que considerar al desarrollo sustentable como un proceso constante de buscar la alternativa económica ambientalmente menos impactante. Por el momento, no sabemos como producir sin utilizar recursos naturales, lo que generalmente produce algún efecto negativo sobre el ecosistema natural. Lo que se requiere es un proceso que analice la interacción entre el desarrollo económico y su impacto ambiental para reducir los aspectos negativos.

La sustentabilidad agropecuaria tiene, tomándola como ejemplo,  aspectos que operan a diferentes escalas. En primer lugar, hay un objetivo fijado por la humanidad: eliminar el hambre y la desnutrición en 2030. Eso va a requerir que se aumente la producción agrícola a una tasa anual del 1,5 al 2%. Para que el desarrollo no sea degradante, debemos adoptar tecnologías conservacionistas de los recursos, las que deberán cumplir con cuatro condiciones.

• Mantener la integridad de los recursos naturales, especialmente suelo y agua: Para ello hay que utilizar métodos como la siembra directa, la rotación de cultivos, el manejo integrado de pestes, etc. La escala espacial en la que se van a utilizar estas tecnicas es la de la unidad de operación; la escala temporal es de meses a un año, ya que hay que conservar los recursos todo el tiempo.

• Tener rentabilidad: esto es válido para cada unidad productiva, sea una pequeña finca o una gran propiedad de cientos o miles de hectáreas. Es evidente que si estas tecnologías no son rentables, no se utilizarán. Aquí, la escala temporaria y espacial es algo más grande que en el caso del potrero. Lo que interesa es la rentabilidad de todo el establecimiento durante varios años, generalmente a lo largo de la vida del propietario.

• Ser socialmente aceptables: las técnicas de producción tienen que estar de acuerdo con los valores culturales de la población. Es importante que contemplen las oportunidades de empleo y los encadenamientos con la industria y el comercio local. La escala espacial ahora abarca desde una región a un país, y la escala temporal, muchos años. Además son importantes los patrones de tenencia de la tierra; los recursos tienden a ser degradados en minifundios, porque sus propietarios se ven obligados a extraer al máximo para poder sobrevivir. Pero también los latifundios tienden a ser ineficientes por falta de inversión de capital y una dependencia excesiva del factor tierra.

• Tomar en cuenta a la sociedad en su totalidad: La actividad agropecuaria tiene que contribuir a solucionar los problemas de alimentación y de necesidad de materias primas del país en que se desarrolla. La producción dedicada exclusivamente a mercados externos, que deja poco o nada en el país, tampoco puede ser sustentable, ya que genera tensiones sociales y políticas.

Indudablemente, estos cuatro aspectos están muy relacionados. Mantener la integridad de los recursos naturales es esencial, porque si se pierden no pueden realizarse los otros aspectos. Pero tambien es obvio que si la agricultura no es rentable, socialmente provechosa e integrada y orientada al desarrollo nacional, tampoco será viable.

Cada uno de estos aspectos requiere diferentes tecnologías, políticas, reglas, estímulos y controles, y depende a su vez de una multitud de otros valores e intereses sociales. Por eso, la sustentabilidad es un proceso constante, que va evolucionando y cambiando con el tiempo.

Vivimos en un mundo complejo y muy dividido. En los últimos doscientos años, ciertos países -Europa occidental, Estados Unidos, Canadá y Japón- han pasado de ser sociedades agrícolas a ser sociedades industriales, y están en el proceso de transformarse en sociedades de servicios.

Otros países -los “tigres” asiáticos, China, y algunos países latinoamericanos, como México, Brasil, y Argentina- están industrializandose o en vías de hacerlo, mientras que algunos países como Uganda, Bangladesh, o Mongolia, todavía son sociedades rurales. Todavía existe, sobre todo en América Latina, una enorme desigualdad entre ciertos sectores que viven al nivel de los países más desarrollados y otros que están en la miseria más abyecta.

Estas diferencias crean diferencias y las tensiones sociales pueden transformarse en confrontaciones violentas, como los casos de Israel y los palestinos, Irlanda, Colombia, e incluso de la ETA en el País Vasco. Esos conflictos deberán resolverse si la humanidad desea un desarrollo sustentable.

El problema demográfico tiende a verse en términos de demanda de alimentos e infraestructura. Si bien esa demanda es real, en los últimos cuarenta años en que la población mundial se duplicó, la agricultura fue capaz satisfacerla y reducir la desnutrición.

En este mundo globalizado los problemas locales pronto se vuelven regionales y éstos, continentales y mundiales. Para reducir los conflictos que genera un mundo integrado por mas de 6.000 millones de personas se requieren instituciones sólidas que representen los intereses del público, sobre todo de aquellos con menos poder político y económico.

En el área ambiental, es importante fortalecer instituciones independientes que puedan mediar entre los intereses de la sociedad por un desarrollo equitativo y sostenible y los intereses económicos.

También se requiere buena información y es necesario  incrementar la investigación. Habrá agricultura sostenible sólo si hay buena información sobre el funcionamiento de agroecosistemas. Sin ella, el debate es solamente de opiniones, tal como el que se está produciendo en torno a las variedades transgénicas, que desde un punto de vista científico es un debate absurdo.

Finalmente, para crear un desarrollo sostenible hará falta incrementar el capital social. Una característica de las generaciones actuales es su falta de inserción en el sistema político

Si prevalecen los intereses más mezquinos y el camino hacia un desarrollo sostenible inevitablemente se estancará.

En resumen, el desarrollo sustentable es un proceso y no hay ninguna fórmula fácil para arribar a una condición que llene simultáneamente las necesidades de la población y las aspiraciones de un desarrollo sin deterioro ambiental, rentable, socialmente beneficioso y equitativo. La agricultura y la industria no pueden ser una constante porque dependen de muchas variables, pero especialmente dos de ellas -el crecimiento demográfico y el aumento de los ingresos- son muy dinámicas y dificiles de controlar.

Artículo de opinión sobre el Desarrollo Sustentable en la Argentina.

(c) Revista Ecología & Negocios – 2001. E-mail: [email protected]. Septiembre 2001

This Post Has 0 Comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back To Top