Este indicador es elaborado por una entidad sin fines de lucro que analiza la proporción entre la capacidad regenerativa del planeta y el impacto ambiental generado por la actividad humana. Para ello, se emplean cifras recientes provenientes de las Cuentas Nacionales de Huella y Biocapacidad Ecológica, desarrolladas por la Universidad de York. En 2024, la jornada se había registrado el 1 de agosto, por lo que este año se adelantó ocho días.
En 2025 la humanidad ya se terminó los recursos naturales que el planeta crea en un año
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Expertos advierten sobre la presión creciente sobre los recursos naturales y las consecuencias que esto genera en los ecosistemas. El panorama en Argentina.

¿Qué es el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra?
La idea fue planteada originalmente por Andrew Simms, integrante de la organización británica New Economics Foundation, y adquirió proyección internacional en 2006 gracias a una alianza con Global Footprint Network, responsable de establecer el cálculo. Desde entonces, distintas entidades, como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), adoptaron la iniciativa, que hoy funciona como un parámetro ampliamente reconocido para medir cómo el consumo humano afecta al equilibrio ecológico del planeta.
Para obtener este indicador, se divide la capacidad regenerativa de la Tierra (es decir, los recursos que puede renovar en un año) por la presión que ejerce la humanidad sobre esos recursos, conocida como huella ecológica, y el resultado se multiplica por 365. Así se determina el día específico en que se supera el umbral. En 2025, el uso global de bienes naturales supera en un 80% la capacidad del planeta para reponerlos.
“En ese sentido, según han divulgado desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “para lograr crecimiento económico y desarrollo sostenible, es urgente reducir la huella ecológica mediante un cambio en los métodos de producción y consumo de bienes y recursos. La gestión eficiente de los recursos naturales compartidos y la forma en que se eliminan los desechos tóxicos y los contaminantes son vitales para lograr este objetivo”.
“También es importante instar a las industrias, los negocios y los consumidores a reciclar y reducir los desechos, como asimismo apoyar a los países en desarrollo a avanzar hacia patrones sostenibles de consumo para 2030″, precisaron en PNUD.
La situación de Argentina frente al sobregiro ecológico
Durante 2024, Argentina habría conservado un balance ambiental positivo, de acuerdo con los cálculos realizados, lo que indica que la capacidad regenerativa de sus ecosistemas supera el nivel de consumo de recursos naturales por parte de su población. Las llamadas hectáreas globales son una unidad universal que permite comparar terrenos productivos en todo el planeta, considerando su eficiencia tanto para proveer recursos como para absorber desechos, en especial el dióxido de carbono.
Las cifras estimadas señalan que el país dispone de aproximadamente 5,8 hectáreas globales por habitante en términos de biocapacidad, mientras que su demanda ambiental ronda las 3,3 hectáreas globales por persona. Esa diferencia genera una capacidad excedente de 2,5 hectáreas globales por individuo.
No obstante, esa ventaja ambiental de base no evita que Argentina incurra en un déficit ecológico a lo largo del año. El estudio señala que su límite de capacidad ambiental en 2025 se alcanzaría el 3 de julio, lo que implica que, si el conjunto de la población mundial adoptara el mismo nivel de consumo que el promedio argentino, la Tierra habría agotado sus recursos disponibles para todo el año en esa fecha.
Si bien el país mantiene una alta disponibilidad de recursos naturales por habitante en comparación con otras naciones, el adelanto en su jornada de sobrecarga refleja una intensificación del uso de los entornos naturales dentro del territorio.
Cómo se calcula: actualizaciones, ajustes y proyecciones
La fecha que marca el límite anual de uso de recursos naturales del planeta se calcula a partir de la versión más reciente de las Estadísticas Nacionales sobre Huella Ecológica y Capacidad Biológica (edición 2025), que recopila información completa hasta el año 2022, junto con proyecciones para 2023 y 2024.
Con esa información como base, la organización Global Footprint Network elabora una estimación sobre lo que probablemente ocurrirá en 2025.
Uno de los cambios más relevantes en esta edición fue la revisión a la baja del potencial de los océanos para capturar dióxido de carbono. Esta modificación, sumada a un pequeño incremento en el impacto ambiental individual y a una ligera disminución en la capacidad regenerativa por persona, provocó que la jornada de sobrecarga se adelante ocho días en comparación con el año anterior. El reporte aclara que “siete de esos ocho días se deben a las revisiones de datos”.
El empleo de tecnologías para procesar datos incompletos y patrones previos permite al equipo perfeccionar las estimaciones. De cara a 2025, se prevé que el promedio mundial de demanda ambiental alcance las 2,65 hectáreas globales por persona, mientras que la capacidad regenerativa del planeta sería de solo 1,49 hectáreas globales per cápita, con el carbono como responsable de más del 60% del impacto total.
¿En qué consiste la huella ecológica y cuál es su función?
Este indicador evalúa el nivel de exigencia que ejerce la humanidad sobre los recursos naturales frente a lo que los ecosistemas pueden reponer cada año. Para ello, compara la ocupación de territorios productivos —como campos agrícolas, áreas forestales, mares con actividad pesquera y zonas urbanas— con la capacidad ecológica de esos espacios para regenerar insumos naturales y absorber desechos.
Según el Global Footprint Network, “suma todas las áreas biológicamente productivas que una población, persona o producto necesita para producir los recursos naturales que consume y absorber sus residuos, especialmente las emisiones de carbono”.
Cuando la exigencia de recursos sobrepasa la capacidad del planeta para regenerarlos, se genera un desequilibrio ambiental. Esto conduce a la sobreexplotación de la naturaleza, la dependencia de insumos externos o la emisión de dióxido de carbono en niveles que exceden lo que los ecosistemas pueden absorber.
La idea fue formulada en 1990 por Mathis Wackernagel y William Rees, y en la actualidad se utiliza como referencia a escala global.
El desequilibrio ecológico no es una idea teórica: tiene consecuencias reales sobre el medio ambiente. De acuerdo con los especialistas, este exceso en el consumo se produce porque la humanidad libera más dióxido de carbono del que los ecosistemas pueden procesar, consume más agua dulce de la que se renueva naturalmente, explota los bosques a un ritmo superior al de su regeneración y pesca más de lo que las especies marinas pueden reproducirse.
El documento también señala que esta situación no solo agrava la desaparición de especies, la pérdida de hábitats, la deforestación y la concentración de gases contaminantes, sino que además contribuye al estancamiento económico con inflación, al deterioro del acceso a alimentos y energía, al aumento de problemas de salud pública y a tensiones sociales y políticas.
Una advertencia sobre los límites del planeta
El hecho de que la fecha del Día de la Sobrecapacidad se adelante a julio pone en evidencia una constante: la demanda humana supera sistemáticamente la capacidad regenerativa de los sistemas naturales. Esta presión sostenida sobre el entorno genera amenazas de gran escala, que abarcan desde el colapso de la biodiversidad hasta el empeoramiento de las crisis hídricas, alimentarias y climáticas.
Paul Shrivastava, docente en la Universidad Estatal de Pensilvania, expresó: “El Día de la Sobrecapacidad de la Tierra nos recuerda que la humanidad está sobreconsumiendo al endeudarse con el futuro. La buena noticia es que evitar el incumplimiento ecológico es posible: tenemos la capacidad económica. Ahora debemos desarrollar la voluntad política”.
El constante adelantamiento de este hito año tras año, junto con un consumo que excede la capacidad de recuperación de los sistemas naturales, convierte al Día del Sobregiro Ecológico de 2025 en una clara señal de advertencia: los límites físicos de la Tierra no se pueden ignorar. La envergadura del problema requiere tanto medidas concretas para reducir el daño como políticas que apunten a la restauración de los ecosistemas.
Fuente: todojujuy.com/
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