Variaciones Climáticas, sequías y desertificación
PROLOGO
Después de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación (CNUD) efectuada en Narobi (agosto-septiembre de 1977), la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 32/172 de diciembre de 1977, y el Plan de Acción para combatir la desertificación. La recomendación 23, en particular, invitó a la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a apoyar las acciones internacionales para combatir la desertificación dentro del Plan de Acción de las Naciones Unidas, Esta recomendación fue considerada por el Consejo Ejecutivo de la OMM en su trigésima reunión (mayo de 1978), que aprobó el Plan de Acción de la OMM incluyendo las actividades dirigidas a la publicación de los aspectos meteorológicos e hidrológicos de la sequía y la desertificación.
En el marco de estas actividades, el profesor F. Kenneth Hare (Canadá) preparó el folleto titulado ¨Variaciones Climáticas, sequías y desertificación¨ en relación con la celebración del Día Meteorológico Mundial, el 23 de marzo de 1985. Cada año se celebra el Día Meteorológico Mundial para conmemorar la entrada en vigor del Convenio de la OMM el 23 de marzo de 1950 y la transformación de la Organización Meteorológica Internacional, organismo no gubernamental, en la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo intergubernamental especializado de las Naciones Unidas.
El folleto está pues centrado en el tema seleccionado para la celebración del Día Meteorológico Mundial de 1985, destacando la importancia del clima, las variaciones climáticas y la sequía, así como las actividades de la OMM en el combate contra los efectos de la sequía y la desertificación. También describe los esfuerzos de la OMM en la ejecución del Plan de Acción de las Naciones Unidas.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), que se llevó a cabo en Río de Janeiro en 1992, buscó el establecimiento de un Comité Intergubernamental de Negociación que elabore una convención internacional para combatir la desertificación en aquellos países que afrontan problemas serios por la sequía y/o la desertificación, particularmente en Africa, y solicitó que dicha convención estuviese lista en junio de 1994. Por lo tanto, se ha considerado apropiado este momento para revisar y actualizar el folleto preparado por el Prof. Hare poniendo a disposición la versión actualizada como un aporte al proceso de negociación. Aquellas personas no involucradas en la negociación, pero interesadas en el tema de la influencia de la variación climática y la sequía en el proceso de desertificación, encontrarán útil esta nueva versión.
La importante tarea de revisar y actualizar el folleto fue emprendida por el Prof. L. A. J. Ogallo (Kenya), a quien deseo expresar mi profunda gratitud. Espero que el contenido de este folleto, que debería considerarse como una de las contribuciones de la OMM a la negociación de la convención, permita a la comunidad científica y a las autoridades nacionales reflexionar sobre la problemática de las variaciones climáticas y su relación con la sequía y la desertificación. Esto puede ayudar a las naciones, particularmente aquellas que confrontan problemas de sequía y/o desertificación, a continuar las negociaciones sobre los elementos de la convención con un claro entendimiento de las interacciones entre el clima y la desertificación.
G.O.P Obasi
Secretario General
CAPITULO 1
INTRODUCCION
Los desiertos son regiones del mundo con precipitación demasiado escasa para sostener la mayoría de las formas de vida. Alrededor de estos desiertos y sobre muchas partes subtropicales del mundo se encuentran tierras semiáridas y subhúmedas que albergan a un gran volumen de población humana y a especies únicas de plantas y animales. Muchas naciones se localizan dentro de estas zonas con precipitación deficiente. A pesar de todos sus inconvenientes, estas tierras secas -desiertos y áreas semejantes con sus climas agresivos- han ofrecido muchos retos a la humanidad, y muchos de estos retos, durante varios siglos, han sido exitosamente afrontados utilizando las lecciones y técnicas de supervivencia heredadas de las generaciones anteriores de los ancestros. Diversas culturas y religiones dominantes del mundo moderno -islamismo, judaísmo y cristianismo, por ejemplo- tuvieron sus orígenes en las zonas áridas.
No obstante, hoy en día estas tierras secas son en michos lugares escenario de desastres severos e incluso de trágicas hambrunas. Pese a la larga tradición de adaptación humana, muchas naciones en estas zonas se encuentran ahora incapacitadas para cambiar a una forma razonable de vida, debido a la desaparición de los suelos y los recursos naturales. Aunque la presión inducida por el clima es un rasgo común en la naturaleza, dándose en todos los continentes, incluyendo América del Norte, Australia, Europa y Asia, el más alto grado de miseria y de vulnerabilidad se ha presentado en las zonas en vías de desarrollo del mundo, especialmente en Africa, donde se han registrado en los años recientes muchos desastres relacionados con el clima y mucha miseria. Algunas áreas se han visto más afectadas por el hambre, con el consecuente abandono masivo de tierras que fueron muy fértiles. Esto ha infligido un gran daño a las economías nacionales, llevando grandes dificultades a la mayoría de la gente en las tierras secas. Muy pocas áreas de la zona árida se han visto libres de estos problemas.
¿Cómo explicar esta situación desafortunada? ¿son fallas humanas, y se utiliza al clima como víctima propiciatoria?, ¿las causas deben encontrarse en la interferencia humana con el ecosistema?, ¿o es debido a un cambio normal en el clima, inducido por procesos naturales en el sistema climático?.
En parte, las respuestas a estas preguntas involucran el problema de la desertificación, por el avance de las condiciones de desierto hacia zonas antiguamente productivas o, más precisamente, la degradación de tales tierras hasta que ya no pueden sostener adecuadamente por más tiempo a las comunidades que viven en ellas. Tan amplia es esta degradación, que en 1977 las Naciones Unidas organizaron en Nairobi una Conferencia sobre Desertificación (CNUD). La conferencia examinó el problema, y encontró que éste se presentaba realmente en todos los continentes, por lo que adoptó numerosas recomendaciones que fueron aceptadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la cual a su vez adoptó la Resolución 32/172 de diciembre de 1977 y un Plan de Acción para combatir la desertificación.
El impacto complejo sobre el clima de los procesos de degradación de la tierra y de desertificación, ha sido reconocido por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la OMM/PNUMA, en un informe que proporcionó los antecedentes básicos para la Convención sobre el Cambio Climático, firmada por muchos Estados. Aparte de la Convención Marco sobre el cambio Climático, se tomaron otras cuatro decisiones relevantes en la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), celebrada en Río de Janeiro en Junio de 1992. Estas son: la Declaración de Río, la Convención sobre Biodiversidad, la Declaración de Principios de ingeniería Forestal y el Programa 21. Además, la CNUMAD reconoció a la sequía y a la desertificación como temas importantes que deben ser abordados por la Asamblea General de las Naciones Unidas, ya que son la causa de muchos problemas humanos y obstáculos para el desarrollo de las tierras secas. El capítulo 12 del Programa 21, especialmente el párrafo 12.40, recomienda a la Asamblea General de las Naciones Unidas en su sesión 47, el establecimiento de un Comité Intergubernamental de Negociación (CIN), bajo los auspicios de la Asamblea General, para elaborar una convención internacional para combatir la desertificación, especialmente en Africa, con vistas a finalizar tal convención internacional en junio de 1994. El Programa 21 enfátiza las medidas preventivas para detener el avance de los desiertos sobre zonas que no han sido todavía degradadas o que lo están sólo ligeramente. También describe varios métodos de gestión de tierras que han sido severamente afectadas por la desertificación.
La Organización Meteorológica Mundial ha jugado un papel significativo en el pasado, conjuntamente con otros organismos de las Naciones Unidas, y posteriormente ha contribuido en los esfuerzos para el control de la desertificación.
La desertificación afecta aproximadamente a un 70% de todas las tierras secas del mundo, ascendiendo a cerca de 3.500 millones de hectáreas. Cerca de una sexta parte de la población mundial que vive en estas zonas, está afectada por los procesos de desertificación.
¿Por qué los desiertos parecen estar creciendo?. La respuesta es doble.
En primer lugar, la presión humana en las zonas secas ha aumentado enormemente en las décadas recientes, debido a un incremento en la población. La necesidad de alimento, agua, combustible, materias primas con tierras secas, las demandas sobre el suelo, la vegetación y el clima superan ahora grandemente su capacidad de producción, es decir que la capacidad de producción de la tierra ha sido excedida.
En segundo lugar, en muchos de los años recientes se han sufrido grandes sequías, que se prolongan hasta por veinte años. Bajo condiciones naturales tales fallas de la precipitación esperada podrían haber tenido poco efecto pues la sociedad humana ha sido adepta a vencer la sequía, utilizando métodos indígenas de adaptación heredados de generación de varias formas de regulación han hecho más difícil esta adaptación. El pastoreo nómada, por ejemplo, ha declinado como sistema de subsistencia, junto con la práctica de roza-tumba-quema. En algunas áreas, la sequía ha generado la pérdida de producción, propiedad y vida, así como hambre, desviación de programas nacionales de desarrollo y muchos desastres socioeconómicos. La sequía de mediados del decenio 1980 en el sub-Sahara Africano llevó, por ejemplo, a la muerte a cerca de tres millones de personas.
Las sequías en algunas zonas han conducido a los pastores nómadas hacia las tierras de cultivo. Los nuevos asentamientos de población con nuevas actividades pero con usos de la tierra vulnerables a la sequía se han incrementado en áreas propensas a la sequía de acuerdo con la presión de la población. Estas actividades han producido diversos conflictos entre las actividades tradicionales de uso de la tierra.
El término zona árida se ha usado en este texto como una expresión colectiva para las tierras secas del mundo, incluyendo desiertos, sabanas, bosques secos y matorrales semidesérticos. Comprende al menos 30 millones de km 2 de la superficie de la Tierra y según algunas otras definiciones, más de 50 millones. La zona árida ha sido el escenario central de muchas actividades de las Naciones Unidas, incluyendo las de la OMM, durante muchos años, hasta la fecha.
Este folleto explora las presiones climáticas que subyacen en los problemas descritos anteriormente. La sequía es obviamente común en los climas secos; en un sentido, estas últimas, son áreas de sequía climática es la falla de la precipitación esperada; por lo tanto, es un fuerte golpe para cualquier economía cuyo sistema de producción de alimentos y los recursos naturales está ya muy presionados.
Algunos temas muy amplios se revisarán en esta publicación y será de gran ayuda al lector mantener en mente los siguientes aspectos:
la desertificación debe verse a la luz de todo el cambio del ecosistema, incluyendo el efecto de la variable clima;
las anomalías climáticas han ejercido grandes presiones en muchos sistemas, especialmente aquellos de las zonas áridas;
el clima es un sistema interactivo, en el cual la atmósfera, la cobertura biológica de la Tierra y la actividad humana se ven afectadas mutuamente;
en particular, ciertos usos de la tierra y de los recursos pueden afectar al clima mediante procesos de retroalimentación;
los cambios en el clima también pueden afectar la calidad y la cantidad de los ecosistemas, y todas las actividades para el uso de la tierra y de los recursos;
el uso de la tierra y las políticas de manejo del agua, la agricultura adecuada ambientalmente y las técnicas de pastoreo, forestación acelerada y programas de reforestación usando especies resistentes a la sequía y plantas de rápido crecimiento, conocimientos nativos de los bosques, de los pastizales, de tierras forestales y de vegetación natural, y un buen conocimiento de las interacciones entre fuerzas naturales y humanas son cruciales en cualquier plan para combatir la desertificación;
los climatólogos juegan un papel muy importante en el combate de la desertificación; este papel debería estar reconocido por los gobiernos nacionales y orientado a escala internacional;
el clima futuro puede ser diferente al actual y es vital prever exactamente cuán diferente será;
la voluntad política jugará un papel crucial en el desarrollo y la ejecución efectiva de cualquier programa técnico.
El objetivo es presentar una perspectiva equilibrada respecto al papel del clima en el uso que la sociedad humana hace de las zonas áridas. Aunque es evidente que el clima factor único no desestabilizará el estrato biológico productivo que alberga al mundo y contribuye enormemente a las necesidades humanas, sin embargo, este factor debe ser soslayado.
CAPITULO 2
UNA MEDIDA DE ARIDEZ: LA RELACION DE SEQUIA
En el análisis del clima de la zonas áridas del mundo se requieren algunas medidas comparativas de aridez. Solamente dos de las medidas más comunes de aridez serán señaladas en este texto, que son la relación de aridez denominada Budyko-Lettau y la relación P/ETP. La relación Budyko-Lettau, expresa la relación entre la energía radiante neta sobre la superficie de la Tierra y el calor requerido para evaporar la precipitación de un año. En lenguaje llano, un valor de una para este índice indica que el calor neto irradiado sobre la superficie es suficiente para evaporar la precipitación de un año. Este valor se observa cerca del límite entre el bosque y los pastizales.
En una revisión comparativa, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación encontró que las zonas con más riesgo al proceso de desertificación se encuentran entre las relaciones de sequías de 2 y 7. A valores mayores, la productividad biológica es tan baja que no puede soportar grandes poblaciones humanas, las cuales se agrupan alrededor o a lo largo de los principales oasis. A valores menores que 2m la vegetación es generalmente vigorosa como para recolonizar las áreas dañadas. Sin embargo, en las regiones más húmedas, la erosión del suelo es un problema serio.
La relación P/ETP expresa a la precipitación (P) como una fracción de la Evapotranspiración Potencial (ETP). P/ETP, representa la cantidad máxima de humedad que puede ser evaporada de la superficie y transpirada por la vegetación, si esta existiese.
Tabla 1 – Zonas de aridez por la relación P/ETP (PNUMA, 1992) |
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Zona climática |
R=P/ETP ratio |
% de cobertura mundial |
Hiperárido |
R < 0.05 Actividades humanas muy limitadas alrededor de los oásis |
7.5 |
Arido |
0.05 < R < 0.20 El pastoreo es posible pero es altamente vulnerable a la variabilidad climática anual o a la disponibilidad de recursos de agua |
12.5 |
Semiárido |
0.20 < R < 0.50 Pastoreo sostenible. Agricultura susceptible en alto grado a la variabilidad climática interanual |
17.5 |
Seco subhúmedo |
0.50 < R < 0.65 Se practica ampliamente la agricultura de temporal |
9.9 |
Climas más húmedos |
R > 0.65 |
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-Húmedo |
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39.2 |
– Frío |
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13.6 |
Los Desiertos del mundo
Los desiertos son regiones del mundo donde hay una precipitación demasiado escasa para la mayoría de formas de vida. Sin la precipitación adecuada, las plantas no pueden crecer adecuadamente y, por lo tanto, no proveen alimento suficiente para los animales. Grandes zonas del centro y norte del Sahara son áreas virtualmente sin lluvia, así como gran parte del desierto de Atacama de Chile, lo mismo que otras regiones de otros continentes. Estas áreas sin precipitación son desiertos verdaderos, ocupados por superficies rocosas secas o grandes extensiones de dunas. La vida está ligada a lugares donde el agua aflora a la superficie -por ejemplo a los oásis- o a áreas montañosas permanente humedecidas por la niebla.
Más extensa que los desiertos mismos, son las zonas de matorral semidesértico, sabanas y bosques secos alrededor de los mismos. Estas zonas semiáridas o subhúmedas normalmente experimentan una corta estación lluviosa, marcada por un número reducido de precipitaciones torrenciales furiosamente para lograr su cuota anual de nuevo tejido (biomasa). Durante unas semanas o pocos meses, la producctividad biológica es alta. las plantas utilizan la humedad recién llegada para crecer rápidamente, y la población animal se alimenta de ella.
Unas pocas semanas después del fin de las lluvias, el verdor y la actividad desaparecen. La tierra queda seca y polvorienta nuevamente. El fuego es común. Los animales tienen que adoptar estrategias complicadas para sobrevivir. El sistema espera el siguiente período anual de precipitación, restringido en su productividad, pero muy capaz de regresar a la primavera en un impulso vital frenético cuando el agua reaparece en el suelo. Los ecosistemas secos son por lo tanto seguros y estables, y son usualmente capaces de esperar hasta que llegue la estación lluviosa. Las anomalías de un año a otro son algunas veces muy grandes.
¿Donde pueden encontrarse estas formaciones?
En los cinco continentes, pero distribuidas en forma irregular. La zona árida es principalmente subtropical, debido a los descensos atmosféricos (movimiento hacia abajo del aire), los cuales suprimen la precipitación. Muchas de estas áreas están cercanas a las latitudes de 30º Norte y Sur. Las principales áreas son:
a) en Africa, el desierto de Sahara, el cual tiene matorrales boscosos a lo largo de su límite norte. Al sur la franja del matorral semidesértico y las áreas de sabanas (el Sahel) y una larga extensión de sabanas y bosques secos incluyendo la mayor parte del Africa Oriental, Angola, Botswana (el Kalahari), partes de la República de Sudáfrica y sudoeste de Madagascar, muchas partes de esta vasta área están severamente afectadas por la desertificación;
b) una amplia franja de estepas templadas, semidesérticas y desérticas se extienden del Medio Oriente a través de Uzbekistán, Kasajstán, Kirguistán, Tajikstan y Turcmenistán hasta China, e incluyen el noroeste de India, Pakistán, y una gran parte de Irán y Afganistán. Muchas naciones desarrolladas han tomado medidas elaboradas para prevenir la desertificación. Pakistán ha estado profundamente relacionado con la salinización de sus territorios bajo riego, mientras que India tiene un instituto de investigaciones en el desierto de Thar dedicado a los estudios de la zona árida;
c) en América del Sur, el desierto de Atacama de Chile, junto con las extensas sabanas y bosques secos en Argentina, Paraguay y Bolivia. También existe una área de sabanas y de bosques secos en el noroeste de Brasil, que es un área con aguda presión de población y sequías frecuentes.
d) el suroeste de los Estados Unidos y norte de México, donde las condiciones semidesérticas se encuentran en partes de Sonora, Nuevo México, California y Nevada. Un amplia área de matorrales semidesérticos, bosques secos y estepas (pastizales secos) rodean esta franja;
e) una gran parte del interior de Australia, la cual tiene bosques secos, sabanas con eucaliptos y acacias y algunos pastizales nativos pobres, con extensas áreas de desiertos de arena. La desertificación está muy extendida.
Esta es la zona árida con sus penetrantes problemas de progresivo decaimiento del ecosistema natural bajo el impacto de la creciente población y los episodios hostiles del clima. Es claramente incorrecto, en muchos casos, hablar de el ¨avance cruel del desierto¨. Esto ocurre sin duda en algunas áreas -por ejemplo en China occidental, Australia y el Sudán- debido al avance de las dunas de arena; pero una causa más significativa de desertificación es la degradación de los ecosistemas productivos por agentes tales como el golpeteo de la pezuñas del ganado, el tráfico e igualmente la recreación humana (como en California y Arizona).
Las formas hostiles del uso de la tierra por el hombre son muchas y variadas. La sustitución por animales domésticos de los hatos migrantes de caza mayor tan típica de las sabanas africanas significan que, por ejemplo, el agua potable debe proporcionarse para su subsistencia (ya que las especies domesticadas carecen de la capacidad para obtener agua suficiente de los tejidos de la planta, o para abastecerse por largos períodos). Esto garantiza una estampida hacia áreas mejores cuando la sequía golpea -con la destrucción resultante de los suelos y la vegetación alrededor del mismo. la economía humana, especialmente aquella derivada de otras áreas, como muchas formas de agricultura están frecuentemente mal adaptadas a las realidades de la zonas áridas. Esto es especialmente cierto durante períodos de sequía severa.
CAPITULO 3
¿QUE ES LA DESERTIFICACION?
El crecimiento de zonas desérticas o similares donde no existían previamente, ha sido descrito de muchas maneras. La CNUMAD definió la desertificación como la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas resultantes de diversos factores, incluyendo variaciones climáticas y actividades humanas. La desertificación es un proceso amplio pero discreto de degradación de la tierra en el espacio a través de las áreas secas. Adopta muchas formas, pero generalmente involucra:
Una reducción en la fracción del suelo cubierto por vegetación. los ecosistemas áridos y semiáridos presentan por lo general alguna extensión de suelo desnudo en la estación seca. Con la desertificación, la proporción de suelo desnudo se incrementa y la vegetación puede reducirse a manchas o grupos aislados;
una consecuente elevación en la capacidad de reflexión (albedo) de la radiación solar en la superficie, ya que los suelos áridos y semiáridos presentan colores más claros que la mayoría de las plantas, incluso las de follaje gris tan habituales en estos climas. Por lo tanto, los suelos desnudos presentan una mayor reflexión de la luz. los desiertos aparecen más brillantes en las imágenes de satélite debido a luz solar reflejada;
una pérdida considerable y permanente de plantas perennes, especialmente de matorrales leñosos y de árboles;
una considerable erosión y empobrecimiento del suelo, debido a la remoción por el viento de minerales finos y de material orgánico y por la rápida oxidación de la materia orgánica restante y del carbón del suelo. La erosión de los suelos por cárcavas y laminar a causa de precipitaciones ocasionalmente intensas, tiende a cumular el material erosionado en los valles o en las cuencas.
Causas de la desertificación
De lo anteriormente expuesto resulta evidente que la desertificación es provocada por dos factores principales: por una parte las fuerzas naturales, a través de una presión periódica extrema y eventos climáticos persistentes tales como la sequía; y por otra parte el uso y abuso humano de ecosistemas sensibles y vulnerables de tierras secas. Sin embargo, las relaciones entre las causas naturales y las inducidas por el hombre no son bien conocidas, ni bien entendidas.
Las anomalías climáticas, con cambios significativos en la distribución temporal y espacial, pueden ocasionar la prolongación de las fases de aridez, elevación de temperaturas y vientos de gran intensidad. Igualmente, el incremento de la presión humana puede producir el uso excesivo de las tierras secas y la ampliación de las áreas cultivadas más allá de los límites donde el equilibrio hombre-ambiente puede ser mantenido adecuadamente. La presión humana significa generalmente la ampliación de áreas de riego y de practicas inadecuadas del uso del suelo, generando la degradación de la tierra por medio de la erosión del agua y del viento, sobrepastoreo por ganado ovino, deforestación (para leña y construcción), quema de arbustos y bosques, alcalinización, inundación, etc.
Casi tan destructivo pero espacialmente menos extensivo, es el proceso de salinización, en el que las sales minerales se concentran en la superficie del suelo por la evaporación de soluciones salinas del suelo o por el uso de agua salina para el riego. En climas húmedos, tales sales son eliminadas a través del suelo por el exceso de precipitación, las cuales se percolan al subsuelo escapan a los ríos. Estos mecanismos de lavado no existen en las zonas áridas. La salinización es especialmente significativa en tierras de riego donde el manejo del agua es imperfecto y en regiones de agricultura de temporal anteriormente habían pastizales naturales.
Ninguno de los procesos anteriores afecta seriamente a los ecosistemas naturales, los cuales son capaces de sobrevivir con ellos. Toda la estructura de estos sistemas está adaptada a la escasez y concentración estacional de la precipitación. Los daños ocurren cuando el uso indebido de la tierra se combina con la presencia de la sequía. Los mecanismos naturales de reparación y renovación no pueden entonces verificarse con la presión adicional.
Tabla 2 -Porcentaje y grado de degradación del suelo
en las tierras vulnerables de Africa (PNUMA, 1992)
Grado de degradación de la tierra |
% de Africa |
Extremo |
0.2 |
Fuerte |
5.7 |
Moderado |
8.7 |
Ligero |
11.2 |
No degradado |
74.2 |
Los detalles de los procesos de desertificación difieren de un país a otro o de una región a otra. La distribución del proceso de degradación del suelo en Africa se presenta en la Tabla 2..
La distribución y densidad de la población humana es uno de los principales factores que han influido considerablemente en los procesos inducidos por el hombre de la degradación del suelo en Africa.
La sequía y sus causas
Muchas definiciones se han dado también para el término sequía. La mayoría de ellas expresan a la sequía como una situación temporal en la cual la demanda excede al suministro de agua disponible de las diferentes fuentes. La precipitación es el principal componente en la ecuación suministro-demanda de agua. La sequía meteorológica por lo tanto se dice que ocurre cuando hay una ausencia prolongada, una deficiencia marcada o una pobre distribución de la precipitación. Esto puede inducir diferentes impactos en muchas actividades de uso del agua. Muchas de las otras definiciones de sequía han intentado cuantificar el impacto de la deficiencia inducida del agua, en los sistemas individuales de uso del agua, por sequía meteorológica. Dos ejemplos son sequía agrícola y sequía hidrológica.
La sequía es, por lo tanto, una característica temporal causado por anomalías en el clima usual de la región. Esto ocurre virtualmente en todos los regímenes climáticos, pero con una frecuencia y probabilidad más alta en las regiones semiáridas y subhúmedas. Las sequía meteorológica, por lo tanto, puede parecer como la principal causa de la desertificación, especialmente si esta persiste por varios años consecutivos, llegando a un impacto drástico adverso sobre las actividades humanas.
Los ecosistemas naturales de las áreas secas del mundo se han adaptado al clima natural de estas zonas aplicando estrategias especiales de supervivencia derivadas de la generaciones precedentes. Tales estrategias han sido usadas para vencer los peligros de la sequía por varios siglos. Los siguientes ecosistemas están especialmente propensos a los disturbios provocados por el hombre:
a) Los matorrales del semidesierto tienden a tener varios componentes distintos. Suele haber un estrato de arbustos, generalmente esparcidos en grupos o creciendo como individuos aislados, a menudo protegidos contra la sequía por su anatomía especializada, tales como hojas y tallos que retienen el agua y sus raíces profundas para buscar el agua. Los arbustos también pueden ser espinosos y amargos para disuadir el ramoneo de los animales. Los cactus y mezquites que se desarrollan en Arizona y los arbustos espinosos de las sabanas Africanas ejemplifican estas adaptaciones. Dentro de los arbustos que se desarrollan existe un subtrato discontinuo de hierbas y pastos perennes. Las plantas anuales efímeras, de corta vida, capaces de completar su ciclo de vida en quizás 12 semanas después de la lluvia, pueden ser abundantes en las manchas de suelo desnudos. Estas últimas están frecuentemente protegidas contra la erosión del viento y del agua por una costra superficial de pocos centímetros de espesor. tales formaciones son muy vulnerables al sobrepastoreo a ramoneo. Las áreas de suelo desnudo se extienden y las costra protectora es destruida por el pisoteo; la porosidad del suelo también reduce. El uso de matorrales leñosos para combustible, o para la alimentación de los animales en la estación seca, agrava su vulnerabilidad.
b) Las sabanas son áreas de pastizales a través de las cuales los arbustos y los árboles se encuentran esparcidos, especialmente los últimos, a lo largo de las corrientes de aguas estacionales. Los pastos son típicamente altos, tratándose de especies de rápido crecimiento que florecen y producen semilla y caen en dormancia durante e inmediatamente después de la estación húmeda. En el resto del año adquieren un aspecto café y seco, arden regularmente y facilidad. También pierden gran parte de su valor nutricional cuando están secos. Los pastores pueden completar la dieta de sus animales cortando ramas verdes de los árboles hasta tal punto que los árboles mueren. En la mayoría de las zonas áridas (por ejemplo en América del Sur, Africa y Australia), los árboles de acacia proporcionan refugio y útiles productos comerciales (tales como la goma arábiga en Africa del Oeste). las sabanas se presentan en las zonas climáticas donde la estación húmeda es tan larga como para permitir el crecimiento durante dos a seis meses. Un rasgo característico es que poca biomasa permanece de una estación húmeda a la siguiente, excepto en las manchas de árboles, debido a que los pastos mueren en la estación seca permaneciendo únicamente pequeñas partes de rizoma viviente. Las principales áreas de desertificación fueron originalmente sólo las sabanas o bosques secos en su estado natural.
c) Los bosques secos estuvieron igualmente muy extendidos en las zonas áridas, principalmente en áreas montañosas a lo largo de las márgenes de los bosques tropicales lluviosos. Bosques semejantes se daban a lo largo del margen exterior de muchos desiertos tropicales, principalmente en los países mediterráneos, California y partes de Australia. Algunos bosques secos están formados por árboles que tiran sus hojas en la estación seca (como sucede en partes de Africa y del noroeste de la India). Otros son de hoja perenne, por ejemplo los bosques de eucaliptus y de acacia de Australia. Todos son muy propensos a los incendios forestales, los cuales son casi eventos anuales. La mayoría de estos bosques han sido talados para la agricultura, o explotados para leña y para construcción o sobrepastoreados. Pocos se encuentran en su estado natural.
CAPITULO 4
FLUCTUACIONES CLIMATICAS RECIENTES
Se han observado anomalías en los climas habituales de áreas características de muchas partes del mundo. Algunas de estas anomalías cubren sólo pequeñas áreas y tuvieron una corta duración. Otras han sido muy severas en magnitud, extendiéndose sobre muchas regiones y persistiendo por un largo período de tiempo. La más conocida es la llamada sequía de Sahel, la cual fue un período de desecación progresiva que empezó hace más de dos décadas. No obstante, la ocurrencia periódica de precipitaciones, muy cerca de lo normal, fue registrada en algunas partes de la zona del Sahel, la cual fue un período de desecación progresiva que empezó hace más de dos décadas. No obstante, la ocurrencia periódica de precipitaciones, muy cerca de lo normal, fue registrada en algunas partes de la zona del Sahel dentro de este período de disminución de la precipitación. Sequías muy severas de este período de disminución de la precipitación. Sequías muy severas también han afectado al noroeste de Brasil, China occidental, Australia oriental y muchas otras partes del mundo. Muchos de estos episodios han causado gran sufrimiento humano, especialmente en Africa.
Puede observarse de inmediato que la precipitación varía considerablemente de un año a otro en todas las áreas. En cualquier localidad seca, la variabilidad es generalmente mayor. Este comportamiento errático de la precipitación es una de las razones más importantes para el extenso, pero decreciente, uso del pastoreo nómada como sistema de subsistencia en los climas secos. Los pastores pueden mover sus animales de norte a sur de acuerdo con las estaciones, pero utilizando diferentes estrategias de un año a otro. La precipitación variable también significa que la agricultura cerca del margen seco deberá ser igualmente flexible: deben sembrar en el momento adecuado, de acuerdo con las fechas cuando las lluvias lo permiten, y deben ser también capaces de asimilar el golpe de una fuerte falla de cosechas, si no llueve. Todos estos climas exigen versatilidad, flexibilidad y la conservación de reservas para épocas difíciles, características de muchos sistemas tradicionales, no solo en Africa, sino en toda la zona árida. De ahí la necesidad de la aplicación de información agrometeorológica para la planificación y el funcionamiento de la agricultura en estas áreas.
Sin embargo, lo espectacular de la Figura 2, es la prolongada sequía presente en años recientes en el Sub-Sahara africano. La figura indica que la precipitación fue generalmente adecuada o abundante en la región del Sahel durante los decenios 50 y 60, al menos hasta la mitad de cada decenio. Comenzó entonces la desecación -producida por una disminución de la precipitación- que condujo a una intensa sequía en 1972 y 1973, y que continuó a finales del decenio 70 y principios del decenio 80. Condiciones casi normales se presentaron a finales del decenio 80. El resultado de esta extensa sequía ha sido la reducción o agotamiento del suelo y de los acuíferos poco profundos y una intensa presión sobre los agricultores, pastores y todos aquellos con ocupaciones relacionadas. La sequía del Sahel, una vez que fue percibida como un evento corto pero severo (1968-1973), al igual que otras muchas sequías precedentes, se ha tornado en una sequía prolongada que ha traído hambre y dislocación de pueblos además de un inmenso daño a los ecosistemas africanos.
También otras partes de Africa ha sufrido graves sequías durante este período, aunque pocas han tenido una sequía tan prolongada como la del Sahel. En Sudán y Etiopía, la sequía sufrida en años recientes afectó a zonas agrícolas densamente pobladas. El hambre ha continuado, necesitándose operaciones masivas de auxilio para mitigarla. También han sufrido severamente muchas partes del este y sureste de Africa, aunque en forma intermitente, especialmente en los inicios de los decenios 80 y 90, También, el área que rodea el Kalahari y las sabanas de Angola y Botswana han sido afectados durante parte del período, así como las áreas de pastoreo al sur de Africa y sus enclaves.
En América del Sur, las mayores presiones se han dado en el noreste de Brasil. Esta región única, con precipitación en la estación de días cortos, tiene una gran población de agricultores y pastores con una alta tasa de fertilidad. La sequía ha afectado repetidamente el sistema alimentario de la región, precisamente en el momento en que la presión se había incrementado debido al aumento en la población. La vigorosa acción emprendida por el Gobierno brasileño, incluidos los programas de reasentamiento, no han evitado los grandes problemas.
Tensiones similares han afectado recientemente el oeste de China y el noroeste de la India, regiones de precipitación de monzón, con altas densidades de población. El gobierno chino ha trabajado profundamente para la conservación de sus extensas áreas de suelos de loess en el oeste, producto del transporte por el viento a lo largo de miles de años de partículas de polvo y suelo de las planicies y cuencas del interior de Asia. En Pakistán, la salinización de muchas áreas de riego ha motivado una gran atención, debido a que la mayor parte de la agricultura depende de tales suelos situados en el clima desértico de la cuenca del Indus-Sutlej.
También Australia ha sufrido una serie de períodos de sequía. La gran sequía de 1972-1973, fue la culminación de la prolongada desecación en muchas áreas; en Alice Springs, por ejemplo, la tendencia general de la precipitación fue descendente desde 1947 hasta 1965, con la presencia de una sequía severa en 1972. Las fuertes lluvias en 1973-1974 en el este y el interior terminaron con el episodio. También se han registrado sequías muy severas en 1982-1983 y en 1991-1992.
Así, muchas partes del mundo han experimentado sequías recurrentes. Esto es también evidente en la sección previa y en los mapas A y F que han tenido algunas características distintivas comunes en los años de anomalías climáticas en todo el mundo. Muchas de las grandes anomalías climáticas recientes han sido vinculadas a las fases positivas (calentamiento) y negativas (enfriamiento) del fenómeno ¨El Niño/ Oscilación Austral (ENOA)*. Se ha sugerido que la sequía severa en el sur de Africa está relacionada con el fenómeno ENOA de 1991-1992.
Las sequías que, en muchas generaciones atrás, pudieron haber tenido impactos mínimos en la sociedad gracias al uso de métodos de supervivencia tradicionales, están haciendo ahora estragos al ecosistema debido a la fuerte presión sobre el medio ambiente para satisfacer las demandas para construcción, leña y agua. En ninguna parte esto es más cierto que en Africa.
Como corolario de la fluctuaciones climáticas recientes, el que sufre la sequía ve el paisaje local cuartearse bajo el ardiente sol. El afectado no debe ser criticado si considera que este proceso es puramente local y que puede ser resuelto con soluciones locales ya que él no puede ver al mundo en escala gigante, con mecanismos a escala mundial para trabajar en al atmósfera. no obstante gran parte de este problema puede surgir precisamente de estas grandes influencias.
La lección resultante de esta cuestión de escala es que la acción a nivel mundial es requerida para resolver el problema a nivel local. Deben hacerse esfuerzos, y de hecho se están haciendo, para modificar las condiciones locales en una forma benéfica -por ejemplo, adoptando formas menos vulnerables de producción de alimentos o mejorando métodos de protección de suelos y de suministro de madera. Con este fin, los gobiernos interesados podrán adoptar medidas apropiadas dentro de su competencia, tales como garantizar que sus sistemas de observación y comunicación nacional funcionen eficazmente. Pero resta una inmensa tarea para la Organización Meteorológica Mundial y para los otros organismos dentro de las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales, a ellos les corresponde abordar el componente global de los cambios descritos anteriormente. Cada nación individual necesita un estudio coordinado a nivel mundial. de hecho, la OMM y el PNUMA han iniciado un proyecto para estudiar y preparar un informe completo sobre las interacciones del clima y la desertificación.
Desafortunadamente, nuestro entendimiento de estos procesos es aún demasiado escaso para permitirnos predecir el clima futuro, e incluso el tiempo del año próximo. Los principales objetivos de las actividades del Programa Mundial sobre el Clima, en particular el componente de investigación, son: extender el intervalo de las técnicas actuales para predicción, la predicción de las fluctuaciones que duran decenios, y determinar la posibilidad de cambios climáticos debidos a alteraciones en la química de la atmósfera. se están llevando a cabo otros programas bajo los auspicios del Sistema Mundial de Observación del Clima de la OMM/CIUC/COI. Ninguno de estos desafíos es fácil, tal vez algunos sean imposibles, debido a la impredecibilidad inherente del clima. Todos los esfuerzos se hacen indispensables para mejorar nuestro poder de predicción.
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* El Niño se refiere a las anomalías del Océano Pacífico central y oriental. La Oscilación Austral es una circulación atmosférica zonal. Los dos fenómenos están eslabonados estrechamente, de ahí la usual referencia a ellos como ENOA
CAPITULO 5
CAUSAS DE LAS VARIACIONES CLIMATICAS
Para responder a la pregunta ¿cuáles son las causas de la variaciones climáticas tales como inundación, sequía, temporadas de frío/calor, etc.?, es necesario hacer una división arbitraria entre microclimas y macroclimas. No existe en la naturaleza una separación real de escalas. La distinción no obstante es necesaria si los observadores deben entender cómo funciona el clima.
Microclima es una palabra aplicada a la pequeña escala en la cual nosotros podemos observar los equilibrios, los intercambios y los procesos climáticos. Cada pastizal, cada zanja de riego, cada superficie tiene un clima especial determinado por su relación local con características tales como el curso diario y anual del sol y los vientos prevalecientes así como sus fluctuaciones. Los microclimas son medidos con instrumentos instalados cerca de la superficie de la Tierra, o hasta bajo del suelo. Cada agricultor conoce ya cuál de sus suelos es el más cálido, el más seco o el más sombreado.
La desertificación involucra un cambio drástico en tales microclimas. Si los arbustos y árboles son talados, por ejemplo, el sol de medio día caerá directamente sobre suelos antes sombreados; que por tal motivo se calentarán y secarán. Los organismos que vivían en esos suelos se desplazarán fuera del mismo para evitar las nuevas condiciones. La materia orgánica que se encuentra sobre la superficie -hojas y ramas muertas, por ejemplo- será rápidamente oxidada y el dióxido de carbono desaparecerá. Además, se irá reduciendo el humus del suelo.
El uso pecuario del suelo altera de manera análoga el microclima ( Figura 3 ). Los ganaderos al rotar el ganado, reducen la cubierta vegetal y rompen la capa protectora que cubre las manchas de suelos desnudos. El pisoteo del ganado reduce el material fino, haciéndolo más erosionable por los vientos fuertes. La porosidad del suelo se reduce, con el resultado de que a la siguiente lluvia, el agua correrá sobre la superficie, arrastrando mucho material, en lugar de percolarse hacia el subsuelo para recargar los acuíferos. Unos pocos animales no provocarán este daño; pero una manada grande si.
Todos estos cambios de microclimas son también cambios ecológicos, el ecosistema está siendo alterado, en la mayoría de los casos adversamente. Por lo tanto, la desertificación no solamente es una pérdida de productividad biológica sino, también, es una degradación de los microclimas superficiales. Esta es una lección vital que nos han impuesto en forma obligada los recientes episodios de climas severos.
Macroclima es el nombre dado a los aspectos climáticos observables en gran escala. La palabra incluye las nociones ordinarias tiempo medio, o la gama esperada de tipos de clima para una región dada. La observación secuencial del tiempo en una localidad supone la progresión incesante por ella de diferentes perturbaciones y masas de aire. Las tormentas de las cuales depende la productividad biológica son llevadas por los vientos, que son gobernados por diferencias de energía a escala mundial. Su efecto es observable localmente, pero ellos funcionan en respuesta a procesos invisibles a gran escala, de ahí deriva la palabra macroclima
a circulación general de la atmósfera y el océano -nombre que damos a su movimiento en gran escala- controla el macroclima. la circulación general se ve a su vez gobernada por los intercambios de energía entre Tierra, Sol y espacios exteriores. Existen ciertas oscilaciones no muy bien entendidas que tienen profunda influencia en el clima local. Por ejemplo:
a) las principales tormentas del Africa subsahariana son en realidad determinadas por perturbaciones que se desplazan hacia el oeste de la corriente más oriental que cubre los monzones sudoccidentales, es decir, la corriente que aporta humedad al continente. Desconocemos la causa de que estas perturbaciones hayan provocado menos lluvias en los últimos años. La respuesta reside probablemente en un cambio de la circulación general que tiene poco que ver con la propia Africa;
b) al mismo tiempo que se debilitan los sistemas indicados anteriormente, han habido algunas anomalías en las características espacio-tiempo de los otros sistemas que traen la lluvia; tales como, ciclones. tormentas rápidas, vientos este-oeste, sistemas de clima extratropical, etc.;
c) El Niño y la Oscilación Austral son dos sistemas interrelacionados, los cuales han sido ampliamente teleconectados con muchas anomalías climáticas a través del mundo. Otras anomalías climáticas han sido asociadas con fases de los vientos estratosféricos tropicales del oeste y del este (oscilación cuasibianual), y con ondas intraestacionales y otros sistemas climáticos inducidos por anomalías de gran escala en la circulación general.
CAPITULO 6
RETROACCIONES CLIMATICAS: ¿EMPEORA LA SEQUIA DEBIDO A LA INTERFERENCIA HUMANA?
Puesto que el impacto de la sequía ha sido muy amplio en las últimas tres décadas, es natural formular las preguntas: ¿empeora la sequía por la interferencia humana?, ¿puede arreglarse la situación modificando los modos de utilizar la tierra y el agua?
Entre las retroacciones que se han definido, la que se ha investigado más a fondo es el albedo superficial, esto es, la reflectividad de los suelos, de la vegetación y de las construcciones. Las superficies desérticas son reflectivas visiblemente: un recorrido durante el día a través de las mismas es peligroso si los ojos no están protegidos contra el resplandor. Incluso desde un satélite en órbita, el Sahara y las superficies desérticas del cercano Oriente aparecen sorprendentemente brillantes son los desiertos arenosos, que reflejan más del 30 por ciento de la luz solar y quizá más del 50 por ciento en algunas zonas.
De ello se deduce que la desertificación tiende a aumentar el albedo superficial, pues una cubierta vegetal es habitualmente de color oscuro y resulta así más absorbente de la radiación solar que el suelo desnudo, la arena o la roca. Las zonas de desertificación pueden detectarse realmente en las imágenes de satélites por su color más brillante. Pueden observarse manchas de este tipo en las imágenes de satélite y en fotografías aéreas del Sahel, Madagascar, Lesotho y las grandes planicies de América del Norte. Cualitativamente, la desertificación puede convertir a la Tierra en un planeta ligeramente más brillante cuando se observa desde el espacio.
A mediados de los años 70 se descubrió, que algunas áreas subtropicales, principalmente la franja peninsular arábiga del Sahara, pierde actualmente más energía hacía el espacio que la recibida del sol. Estas áreas en realidad aparecen, hasta en verano, como zonas de pérdida de energía hacia el espacio. la razón es doble: la gran reflexión de la radiación terrestre de ondas más larga puede escapar hacia el espacio. Las áreas desérticas subtropicales se han revelado como perdedoras de energía para el sistema atmosférico de la Tierra.
A pesar de esta observación inesperada, es también un hecho que la zona subtropical es muy cálida desde la superficie y hasta la troposfera (a la altitud de 15 km). ¿Cómo se conserva la temperatura, si los grandes desiertos son áreas de pérdida de calor hacia el espacio?. la respuesta es: el descenso general de aire sobre los desiertos. Hay movimiento hacia abajo en la troposfera media y superior (de 4 a 12 km). El aire descendente es calentado y devuelto muy seco por compresión. Este calentamiento y secado, junto con el movimiento global hacia abajo de la atmósfera, suprime las nubes y la precipitación, y hace del Sahara y partes del suroeste de Asia áreas casi sin lluvia.
La idea de que el albedo incrementa la pérdida de calor, y por lo tanto, la tasa de descenso, fue expuesta en 1975 por J. Charney, el cual a su vez basó su idea en una sugerencia hecha anteriormente en una escala más local por J. Otterman. La idea de Charney fue probada subsecuentemente por varios experimentos de gran escala, en los cuales fueron ejecutados modelos numéricos de circulación general con albedos artificialmente altos sobre las áreas desérticas. Estos experimentos han confirmado que grandes incrementos en el albedo de las áreas subtropicales pueden reducir la precipitación, pero los efectos cuantitativos en situaciones actuales no han sido firmemente establecidos. Algunos de los modelos también han sugerido cambios de precipitación en otras áreas, por ejemplo teleconexiones. Esto puede ser el caso, por lo tanto, de las sequías que afectan las zonas áridas y que son parte de un patrón mucho mayor de anomalías climáticas que nosotros no hemos captado.
Una segunda posible retroacción por medio de la cual la aridez tiende a reforzarse y por lo tanto la sequía tiende a incrementarse por si misma, es la disminución del almacenamiento de agua dentro de las áreas continentales, en particular Africa. En lugares lejanos de los océanos, por ejemplo el centro de la cuenca del Amazonas, está comprobado que mucha de la lluvia que cae actualmente procede de agua evaporada localmente, y no del aire húmedo del océano. La misma situación es cierta para la cuenca del Zaire-Congo y parte del interior de Africa.
En la región más afectada por la sequía, la franja subsahariana, la fuente inicial de precipitación es el monzón del suroeste que sopla a través de la costa de Guinea. En la parte más interior, la lluvia que cae será muy probablemente obtenida del agua que se ha precipitado una vez o más, y re-evaporada.
Si la capacidad de almacenamiento de agua por el suelo se reduce (debido a la pérdida de material fino y materiales orgánicos), se incrementará la resistencia a tal re-evaporación, y decrecerá el depósito del cual se originaría. La remoción de arbustos de raíces profundas y árboles también disminuirá la oportunidad para la transpiración. La deforestación y la desertificación disminuirán paralelamente la oportunidad para la precipitación de esta agua reciclada. Las pruebas de modelos numéricos han indicado que lluvia en una estación lluviosa específica, depende principalmente del contenido inicial de humedad del suelo.
Un tercer mecanismo posible de retroalimentación que también ha sido investigado se refiere a la rugosidad de la superficie. Muchas superficies continentales son cualquier cosa menos una superficies suaves y ejercen un obstáculo para los vientos que se mueven a través de ellas. Los obstáculos son ejercidos por los elementos de rugosidad que se elevan sobre la superficie, tales como pastos, árboles o edificios. Esto disipa parte de la energía del viento y también lleva a un intercambio entre el viento y las elevaciones.
Una superficie desértica es mucho más suave que, por ejemplo, un bosque. Se sugirió (Y.C. Sud y otros en los Estados Unidos) que la desertificación reduce la rugosidad de la superficie, por la eliminación de árboles y arbustos. Los modelos numéricos indican que tales cambios hacia una superficie más suave disminuyen la precipitación en algunas áreas, y las incrementan en otras. El efecto no es simple, por el contrario parece ser muy complejo.
Estos tres mecanismos de retroalimentación se llevan a cabo a lo largo de las márgenes de los desiertos del mundo. Sin embargo, no es cierto que ellos hayan sido efectivos para prolongar o intensificar la sequía. Todos los ejercicios de modelos realizados a la fecha nos llevan a asumir que muchos cambios son exagerados, debido a la disponibilidad de modelos tan generales como responder a las clases de cambios pequeños y graduales, como los que se están llevando a cabo realmente.
El trabajo anterior ha demostrado cualitativamente que el proceso que puede amplificar los efectos de la desertificación existe. Los cambios que están siendo forjados por el uso humano de la tierra pueden contribuir al empeoramiento del clima. Las pruebas realizadas hasta el momento apoyan este punto de vista. Pero muchos climatólogos creen que la fluctuación en el macroclima, discutía anteriormente, es parte de la variabilidad interna del sistema climático. Ellos consideran que las condiciones normales o igualmente húmedas regresarán debido a la presencia de áreas que son obstáculos a la sequía, así como a la circulación atmosférica misma. Actualmente no hay forma de decidir si los climatólogos están en lo correcto o equivocados o que los cambios en Africa son debido a un deterioro permanente, causado principalmente por la interferencia humana.
Sin embargo, lo que es indiscutible es que se han estado presentando cambios muy grandes en el microclima superficial. la explotación de la vegetación moderable, para proporcionar combustible o forrajes, en su mayoría no ha sido replantada rápidamente. Las reservas de agua de los acuíferos poco profundos han sido disminuidas grandemente en muchas áreas. El daño a los suelos ha sido severo. Estos datos se aplican no solamente a Africa, que se considera ya como el peor caso, sino para todas aquellas partes de la zona árida, donde la sequía ha ocurrido o ha sido persistente en áreas de rápido crecimiento demográfico.
CAPITULO 7
EL CLIMA Y EL CONTROL DE LA DESERTIFICACION
¿En qué forma el conocimiento del proceso climático puede ayudar a combatir la desertificación?. Ya hemos visto que la variación climática no puede ser pronosticada en forma certera. ¿Existen otras funciones que puede desarrollar el climatólogo?
La OMM indicó respuestas generales a estas preguntas en su plan de acción para combatir la desertificación, adoptado en 1978 en la trigésima reunión del Consejo Ejecutivo, en apoyo al Plan de Acción de las Naciones Unidas para combatir la desertificación. Desde entonces la OMM y sus especialistas han hecho lo posible para ayudar en el diseño y ejecución de medidas de control. El plan fue revisado por el Consejo en 1990 en su cuadragesimasegunda reunión, la cual diseñó una nueva estrategia para las actividades en la OMM en apoyo al combate contra la sequía y la desertificación. La estrategia fue recientemente actualizada por un grupo informal de expertos que se reunieron en la OMM en noviembre de 1992. Una versión condensada se incluye en el Anexo 1.
La mayor parte de su esfuerzo está dirigido a ciudadanos entrenados en la aplicación de información meteorológica e hidrológica para evitar o evaluar la degradación de la tierra y la desertificación a través de la pérdida de suelo, polvo y transporte de arena, en el manejo de los pastizales naturales y en planear el riego, con el fin de asegurar el uso sostenible de la tierra y de los recursos hídricos.
¿Qué principios generales sustentan la advertencia que ha dado la OMM?
Un principio esencial sobre el que ha insistido la Organización es la vigilancia urgente y apropiada del clima mismo, y de los procesos hidrológicos y ecológicos asociados. Los gobiernos, las organizaciones privadas y los individuos deben reconocer que las observaciones consistentes, pacientes y a largo plazo son absolutamente necesarias en la batalla para restringir la desertificación. No se puede pelear contra un enemigo efectivamente a menos que se conozcan sus dimensiones.
Muchas partes de la zona árida tienen bajos ingresos, y los gobiernos involucrados tienen dificultades para mantener los servicios adecuados. Han habido muchos cierres de estaciones climatológicas en las dos décadas pasadas, en que las finanzas se han visto disminuidas. La suspensión del registro de una estación abierta desde hace muchas décadas es una pérdida para el climatólogo, con lo cual pierde la forma de probar que el clima está cambiando y los detalles de tal cambio. En vez de perder tales registros, el climatólogo necesita más estaciones, con una capacidad más sofisticada de observación. Este punto debe ser subrayado. Se requieren más registros. Métodos para la vigilancia están mejorando a grandes saltos, gracias a la tecnología electrónica. La observación por medio de satélites permite el control continuo de diversos elementos climáticos que hasta ahora han sido difíciles de observar. Entre éstos se tiene por ejemplo a la rubosidad. Los sistemas nubosos de la estación lluviosa, ahora pueden ser rastreados a través de la zona árida en una forma gráfica. Muchas propiedades de la troposfera y estratosfera pueden también ser vigiladas mediante técnicas de satélites. Todos los países de las zonas áridas necesitan tener acceso a esta información vital.
De especial interés es el desarrollo reciente de técnicas para medir la dinámica de la vegetación, especialmente por medio de la variación de las cantidades de pigmentos verdes en la cobertura de hojas, usando observaciones de rutina por medio de los satélites. Esto ha hecho posible, por ejemplo, observar directamente la migración de la estación lluviosa hacia el norte y hacia el sur en Africa, la cual afecta los tonos verdes de la superficie. Las mismas técnicas pueden ser usadas para detectar las influencias de la sequía en retardar el avance de la estación de crecimiento y para demostrar el impacto de la desertificación y la deforestación. El grado de resolución, por supuesto, no es adecuado para la observación detallada, pero mucha información valiosa ya es disponible actualmente a escala continental y regional.
Sin embargo, sería un error, inferir que la disponibilidad de información de satélites evita la necesidad de ¨caminar¨; por ejemplo, para la observación continua de procesos y eventos a nivel del suelo. Los registros de los satélites enriquecen y diversifican los recursos con los cuales la desertificación puede ser evaluada y combatida; esto no reduce el valor de las observaciones directas y ciertamente no reemplaza la información obtenida del suelo.
Un segundo principio fundamental es que el control del uso del suelo es la clave para mejorar los climas y para minimizar los efectos de la sequía. Se ha demostrado anteriormente que los microclimas superficiales son afectados adversamente por la desertificación. Las medidas para controlar el uso del suelo no solamente protegen al suelo y la vegetación, sino que también mejoran el microclima desde el punto de vista de la productividad biológica. Citando la edición revisada del informe preparado bajo los auspicios de la OMM para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación:
… el control del uso del suelo es también un control del microclima. La práctica de un buen uso del suelo ayuda a mejorar la productividad biológica de las superficies terrestres, por ejemplo para restaurar la productividad de los ecosistemas. El mejoramiento de los microclimas superficiales se logra mejor en esta forma. Esto no significa que los climatólogos no tengan nada que ofrecer en forma directa para combatir la desertificación. No obstante, su aportación es más efectiva si se realiza a la luz de un completo entendimiento de los procesos del ecosistema, tanto bajo condiciones naturales, como reguladas.
Las dificultades políticas y administrativas para realizar tal control son enormes, Esta problemática ha sido el principal objeto de estudio de diversos cursillos prácticos en muchos países y normalmente está en la agenda de los organismos de las Naciones Unidas, del Banco Mundial y muchas otras organizaciones regionales e internacionales.
Un tercer principio fundamental es la recomendación de la OMM, de que todos los países de las zonas áridas deben proporcionar asesores y servicios técnicos que hagan uso de información histórica y actual acerca del tiempo (estado momentáneo de la atmósfera) y del clima. Un componente principal del Programa Mundial sobre el Clima está relacionado con las aplicaciones meteorológicas. Además, el Programa de Meteorología Agrícola ayuda a promover la aplicación de datos meteorológicos e hidrológicos a la agricultura, uso de la tierra y producción, protección de cultivos, en una forma sostenible, sin causar la degradación de la tierra. Mucha información forma sostenible, sin causar la degradación de la tierra. Mucha información histórica y actual está disponible en los registros oficiales. En períodos de presión climática (así como en todos los ejercicios de planificación de largo alcance) es urgente que esta información sea usada y esté ampliamente disponible. Además, las instituciones de investigación deberían ser concientes de la disponibilidad de tal material y hacer buen uso del mismo.
Los problemas específicos del Sahel fueron así abordados por el programa cooperativo AGUHYMET, el cual involucra muchos de los países afectados por la sequía. El programa, que tiene su centro regional en Niamey, en Niger, está comprometido con el entrenamiento extensivo, difusión de información, evaluación y pronóstico de cosechas, y varias clases de desarrollo agronómico, todos con respecto a la agricultura afectada por sequía. Su principal objetivo es hacer tan útiles como sea posible los recursos de la agrometeorología y la hidrología, especialmente en relación a la producción alimentaria. Se han sido ideados por los Estados Miembros. Se han esta vigilando proyectos piloto en Mali y en otras regiones. AGRHYMET es un modelo en su clase, pero aún tiene un largo camino que recorrer para llegar al productor individual. Otros esfuerzos recientes realizados por la OMM incluyen el establecimiento del Centro Africano de Aplicaciones Meteorológicas para el Desarrollo (ACMAD) en Niamey, conjuntamente con la Comisión Económica para Africa (CEA), y los Centros de Vigilancia de la Sequía para el este y sureste de Africa de Nairobi (Kenya) y Harare (Zimbabwe) PNUMA/OMM. Estos tres centros deben ser financiados si quieren evitarse los efectos adversos de la sequía y la desertificación.
Una cuarta posición sostenida insistentemente por la OMM es la necesidad continua de hacer investigación. En tiempos de crisis la gente frecuentemente dice: ¨El tiempo para investigar ya pasó. Tenemos abundancia de conocimientos; el trabajo consiste ahora en aplicarlos. Nada puede estar más lejos de la verdad, y nada puede dañar más a la lucha contra la desertificación.
Una necesidad primordial, por ejemplo, es un estudio más detallado del albedo, almacenamiento de agua y recarga de acuíferos, como ha sido demostrado con ejercicios de modelización. En términos más generales, necesitamos saber cómo funciona el sistema climático tropical y subtropical, especialmente en las áreas de monzón. ¿Cuál es la naturaleza de las inmensas perturbaciones planetarias que ahora nos están siendo reveladas, tales como El Niño y Oscilación Austral? ¿cómo actúan tales perturbaciones, y otros fenómenos dinámicos, relacionados con los episodios prolongados de sequía que afectan tanto a la zona árida?. El trabajo de explicar la mecánica de los climas tropicales y subtropicales se ha iniciado difícilmente hasta ahora y a los fabricantes de modelos dinámicos les espera un inmenso trabajo. Uno de los objetivos de ACMAD, cuando éste sea completamente operacional, será proporcionar respuestas a las preguntas anteriores en las que Africa está tan relacionada.
Al otro extremo de la escala es necesaria la investigación extensiva respecto a las relaciones microclimatológicas con los cambios de la vegetación en las zonas áridas. ¿Qué efectos tienen tales cambios sobre el albedo, intercambio de agua, capacidad de almacenamiento, y sobre el ciclo del carbono?. La OMM colabora con muchos institutos de investigación agrícola nacionales y regionales en la promoción de la investigación agrometeorológica en la zona árida.
Finalmente, la Organización ha considerado necesario alertar a la comunidad mundial contra ciertos remedios sugeridos. La inundación de las planicies de las cuencas desérticas, por ejemplo, no necesariamente incrementará la precipitación regional. La plantación de árboles aunque es frecuentemente benéfica para el suelo y las áreas agrícolas cercanas, no alterará significativamente el macroclima. En pocas partes de las zonas áridas parece probable realizar una modificación efectiva del clima, principalmente mediante la siembra de nubes. Es natural que esas naciones y organizaciones investiguen tales esquemas, pero la opinión profesional es que son probablemente ineficaces y hasta pueden empeorar las cosas.
CAPITULO 8
EL CAMBIO CLIMATICO Y EL FUTURO
¿Qué papel juegan la desertificación y otras actividades humanas?
El cambio climático y la desertificación han sido recientes. Los organismos de las Naciones Unidas y muchas instituciones internacionales han creado un gran número de programas especiales para tratar estos temas. los esfuerzos de Naciones Unidas han incluido la realización de varias convenciones para proteger el medio ambiente natural de cualquier cambio climático y ecológico. Podemos mencionar, la Convención Marco sobre el Cambio Climático, firmada por más de 150 Estados, la Convención sobre la Biodiversidad y el establecimiento de Principios Forestales, que emanó de la Conferencia de Río. Otros esfuerzos internacionales han incluido la realización del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) por la OMM y PNUMA; el Sistema Mundial de Observación del Clima (SMOC) de la OMM, el Consejo Internacional de Uniones Científica (CIUC) y la Comisión Oceanográfica Internacional (COI); el Centro de Actividades del Programa para el Control de la Desertification (DC/PAC) y el Centro de Actividades del Programa de los Océanos y Areas Costeras (OCA/PAC) del PNUMA; el Sistema Mundial de Vigilancia del Nivel del Mar de la COI; el Programa Internacional Geosfera-Biosfera (PIGB); y muchos otros. La OMM está participando activamente en muchos de estos de estos programas.
Las actividades de la OMM se describen en el Anexo 1.
Muchos de estos esfuerzos han intentado responder a las siguientes preguntas fundamentales:
¿cuál es el futuro del clima a nivel global, regional y local?
¿el cambio climático es una realidad o es cuestión de exageración?
¿cuáles son las causas potenciales de cualquier cambio climático?’
¿desertificación y actividades humanas pueden cambiar el clima?
¿cómo interactúan las fuerzas naturales y las actividades humanas durante el proceso del cambio del clima?
¿cuáles son los impactos potenciales de cualquier hipótesis de cambio climático y cuáles las estrategias correspondientes para su mitigación?
Aunque los detalles del clima futuro no pueden ser pronosticados exactamente, se consideran probables ciertas tendencias globales, como resultado de la alteración de la composición atmosférica.
Las opiniones con mayor aceptación universal sobre el cambio climático y el clima futuro han sido proporcionadas por los tres grupos de trabajo del IPCC sobre Evaluación Científica, Impacto y Estrategias de Respuesta. Las causas potenciales del cambio del clima han sido clasificadas como naturales o inducidas por el hombre. Las causas naturales pueden dar como resultado cambios permanentes en las características naturales de los sistemas que controlan el clima. Alguno de estos sistemas que controlan el clima. Algunos que tienen el potencial para cambias el clima natural incluyen la desertificación, contaminación de aire y agua, guerra nuclear, urbanización e industrialización, sobrepoblación, sobre uso de agua, alimentos, minerales, materias primas y otros recursos naturales.
La emisión de dióxido de carbono a la atmósfera es ahora un hecho bien conocido. Este proceso de magnitud mundial que probablemente se inicia con la revolución industrial, cuando el carbón, aceite y gas natural -los combustibles fósiles- empiezan a ser usados en gran escala. Actualmente, el mundo consume tales combustibles a una tasa de cinco gigatones de carbono (5000 millones de toneladas métricas) por año. Es posible que esta relación se incremente. Cerca de tres gigatones de este carbón permanecen en la atmósfera como dióxido de carbono, que se añaden a los 725 gigatones existentes actualmente.
Otros gases traza, principalmente óxido de nitrógeno, metano y varias sustancias sintéticas, también están incrementando como resultado de la actividad humana. Debido a que el dióxido de carbono y estos otros gases absorben fuertemente la radiación infrarroja en las longitudes de onda emitidas por la Tierra, su acción impide el escape de energía al espacio, por lo tanto tienden a elevar la temperatura de la superficie. Un aumento al doble del dióxido de carbono (obtenido por diversas retroalimentaciones) puede llevar a un aumento en la temperatura del aire en superficie terrestre de 1.5 a 4.5º C. En las principales zonas áridas subtropicales, un incremento de 2.3ºC, no es probable, en tanto que el ingreso de energía radiante neta de la superficie pueda incrementarse, ya sea en un 3 a un 4%. Recientemente se ha calculado que los gases pueden realmente duplicar el efecto directo del dióxido de carbono.
Tal calentamiento será suficiente para alterar fuertemente el ciclo hidrológico. Algunos ejercicios de modelización predicen que los cambios en el calentamiento, incrementarán considerablemente la precipitación en la mayor parte de los trópicos y subtrópicos. Es aún bastante incierto cuál’ es el efecto potencial de los sistemas de viento monzón de Africa, Asia y Australia. Estos son los portadores de lluvia a las grandes extensiones de tierra árida, donde las poblaciones son frecuentemente grandes. Si la precipitación aumentase, la evapotranspiración aumentará también. Es bastante incierto en la actualidad cuál será el efecto en la humedad de suelo, flujo de los ríos y otros aspectos tales como incidencia de plagas e incendios forestales.
Las evaluaciones de IPCC indican que:
Las emisiones debidas a las actividades humanas han incrementando significativamente las concentraciones atmosféricas de gases con efecto invernadero, las cuales tienen el potencial de elevar la temperatura mundial;
las tendencias disponibles de las observaciones estudios de modelización indican la duplicación de la concentración del CO2 en la atmósfera es poco probable que incremente la temperatura media global más allá de un intervalo superior de 1.5 a 4.5º C. La elevación del nivel medio del mar correspondiente se estima que sería de 10 a 30 cm. Los cambios a nivel local y regional probablemente estarían más allá de estos intervalos;
aún hay muchas incertidumbres en la predicción del clima, especialmente a nivel local y regional;
los impactos de cualquier cambio climático son más severos a nivel local y regional. La escala de información de los cambios esperados es, sin embargo, todavía muy baja a estos niveles;
es difícil separar las fuerzas naturales de las inducidas por el hombre en la actual tendencia global del clima;
los impactos del hombre sobre el medio ambiente pueden tardar aún varios años para ser detectados debido al largo período de residencia de algunos de los contaminantes y del proceso de retroalimentación;
los procesos de retroalimentación entre los diversos sistemas climáticos no son aún bien conocidos.
El impacto del hombre sobre el medio ambiente es por lo tanto real, y tiene el potencial de cambiar el clima natural si la actividad continúa en la forma usual en términos de la degradación del medio ambiente natural.
Las sociedades que viven bajo climas que son marginales y presentan peligros para el establecimiento humano están obviamente más en peligro que aquellas que disfrutan de un buen lugar para su establecimiento. Por que aquellas que disfrutan de un buen lugar para su establecimiento. Por lo tanto es crucial que el climatólogo descubra cuanto antes si estas aseveraciones son correctas. Esto indica, sin duda, una gran necesidad de actividades multidisciplinarias bien coordinadas por el Programa Mundial sobre el Clima. Algunas de estas ya están en marcha.
Sin embargo, sería erróneo proclamar, que el problema de la desertificación puede ser resuelto si las características del clima mundial futuro fueran completamente conocidas. Los climas no crearon la presión de población existente en muchas partes de la zona árida, ni la variabilidad climática es la principal causa del daño que se ha hecho.
Como se ha dicho repetidamente con anterioridad, el sistema económico y político humano -los medios de obtener la subsistencia personal y el autogobierno- han sido incapaces de tratar con las fluctuaciones climáticas recientes, ahora amenazan la subsistencia así como la vida de millones de personas. Si la desertificación debe estar bajo control, es imperativo que las sociedades humanas reaprendan lo que habían aprendido hace miles de años: que pueden prosperar en la zona árida solamente si logran sobrevivir a sus más desagradables amenazas y crean una economía en armonía con la naturaleza.
Se creía que tal adaptación económica era esencialmente una cuestión técnica. Si el suministro de agua era escaso, el agua de los mantos acuíferos profundos podría ser extraída; si las parcelas existentes de cultivos tales como mijo, sorgo o arroz no podían ser establecidas, en condiciones muy secas, nuevos cultivos más tolerantes a la sequía podrían ser desarrollados. La lista de tales técnicas es muy larga.
Algunas de las soluciones propuestas estaban en el área del clima o en el campo de la hidrología. Hace treinta años esta publicación podría haber tratado casi exclusivamente respecto a tales adaptaciones de la precipitación, clima, y suministro de agua por medio de medidas geotécnicas, por ejemplo modificación de la precipitación por medio de la siembra de nubes, sistema de modificación de ríos en gran escala para proporcionar riego extensivo, inundación de cuencas desérticas para incrementar la evaporación y la precipitación local, así como la plantación de cinturones verdes también para incrementar la precipitación. Un tratamiento adecuado de estas tecnologías está fuera del propósito de ésta publicación.
La siembra de nubes para la fabricación de lluvias, por ejemplo, ha resultado en la práctica menos útil de lo que se había esperado. Aunque se ha realizado un número de análisis cuidadosos, es muy difícil o imposible demostrar que se haya obtenido resultados útiles, frecuentemente debido a la necesidad de mediciones que no están disponibles. En la zona árida, la sequía surge generalmente debido a la ausencia de sistemas nubosos adecuados. La siembra de nubes no crea nubes. En áreas limitadas y bajo condiciones cuidadosamente controladas como se ha hecho en el Desierto de Negev de Israel), es posible incrementar la precipitación local. Sin embargo, como una medida general de auxilio para el control de la sequía, la técnica no es apropiada.
Igualmente, los planes grandiosos de inundar muchas cuencas desérticas son poco adecuados para incrementar la precipitación en forma significativa. El lago Eyre, en el centro de la franja seca de Australia, ocasionalmente se inunda y durante un tiempo puede contribuir a las lluvias del área semidesértica que lo rodea. Sin embargo, invariablemente del vapor de agua transportada desde lejos y/o transportada por los disturbios atmosféricos. Esto también requiere de un sistema de enfriamiento para que el agua del vapor éste disponible. La inundación de depresiones en los desiertos alterará muy poco el clima.
Debe notarse que mientras el impacto de las fuerzas naturales sobre el medio ambiente está generalmente fuera del control del hombre, el resultado de la mala administración de las actividades humanas es más fácilmente controlable.
Para crear una economía que esté en armonía con la naturaleza se requiere más que organizaciones tecnológicas de la clase anterior. Este folleto ha hecho caso de que ese control del uso del suelo es la clave para mantener saludables y productivos los microclimas, los ecosistemas y la producción alimentaria. La climatología aplicada y la ecología van de la mano, con la ciencia agrícola y la tecnología, y con la práctica forestal, en busca de esta armonía.
El papel futuro del meteorólogo en la zona árida debe ser, por lo tanto, la estrecha colaboración con científicos que trabajan en estos aspectos. Se lograrán resultados útiles solamente si están en buenas manos tanto los aspectos sociales como los económicos en los países involucrados. Los dirigentes políticos de los países afectados pueden estar seguros de que los meteorólogos pueden y ofrecerán una guía técnica que ayude a restaurar la prosperidad a la zona árida. Sin embargo, la política será un prerequisito muy importante para el éxito de cualquier buen programa técnico.
Las medidas preventivas para combatir la sequía y detener el crecimiento de los desiertos, como ha sido por la CNUMAD en el Programa 21, capítulo 12 son:
el fortalecimiento del conocimiento básico y el desarrollo de la información y sistemas de vigilancia para regiones afectadas por la desertificación y la sequía, incluyendo los aspectos económicos y sociales de los ecosistemas frágiles;
combatir la degradación de la tierra a través de organizaciones internas, intensificar la conservación de suelos, forestaciones y actividades de reforestación;
desarrollo y fortalecimiento de programas de desarrollo para la erradicación de la pobreza y promoción de sistemas de subsistencia alternativos en áreas afectadas por la desertificación;
desarrollo total de programas contra la desertificación e integración de los mismos dentro de los planes de desarrollo nacionales y planeamiento ambiental nacional;
desarrollo de esquemas completos de preparación y auxilio contra la sequía, incluyendo planes de autoayuda para áreas afectadas por la sequía y el diseño de programas para establecer refugios ecológicos;
alentar y promover la participación popular y la educación ambiental, centrados en el control de la desertificación y manejo de los efectos de la sequía.
ANEXO I
ESTRATEGIA PARA LAS ACTIVIDADES DE LA OMM EN APOYO A LA LUCHA CONTRA LA SEQUIA Y DESERTIFICACION EN EL PERIODO A LA CNUMAD
(RESUMEN)
En la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Río de Janeiro, junio de 1992), la desertificación y la sequía una vez más recibieron considerable atención, dando lugar a una solicitud a la Asamblea General de las Naciones Unidas en su sesión 47, para establecer un Comité Intergubernamental de Negociación, bajo los auspicios de la Asamblea General, para la elaboración de una Convención Internacional para Combatir la Desertificación en aquellos países seriamente afectados por la sequía y/o la desertificación, particularmente en Africa con vistas a terminar tal convención en junio de 1994.
Obviamente la OMM será requerida para jugar un importante papel en la dirección de las actividades incluyendo las negociaciones intergubernamentales en la preparación de dicha convención. Como en el caso de las negociaciones previas a la Convención proveerían otra oportunidad a la OMM y a sus miembros para garantizar que sus contribuciones en el ámbito del control de la desertificación y el alivio de los efectos de la sequía serán reconocidas como eficaces en la planificación y ejecución de la Convención.
Más de quince años de ejecución del plan de acción de la OMM han demostrado que las medidas básicas previstas han sido aplicadas para el beneficio de las naciones en áreas desérticas y afectadas por la sequía.
Se ha preparado una estrategia actualizada para las actividades de la OMM en apoyo a la lucha contra la desertificación y la sequía, tomando en cuenta los nuevos programas de la OMM, la Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Capítulo 12 del Programa 21 de la CNUMAD. Estas actividades se han emprendido bajo diversos programas de la OMM como la Vigilancia Meteorológica Mundial, el Programa Mundial sobre el Clima, el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas, el Programa de Investigación sobre Meteorología Tropical, el Programa de Investigación de la Atmósfera y el Medio Ambiente, el Programa de Hidrología y Recursos Hídricos y el Programa de Meteorología Agrícola. También se asegurará la participación de otros grupos científicos e institutos, tales como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la OMM/PNUMA, el Consejo Intergubernamental de Uniones Científicas (CIUC), el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) e Instituto de Investigación Regionales y Nacionales. A continuación se presenta un breve resumen de la estrategia y sus actividades.
1. Vigilancia y evaluación de la sequía y la desertificación
La OMM continuará ayudando a los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos nacionales para establecer, operar y mantener una red de observación efectiva y eficiente, fortaleciendo la colección, comunicación, análisis y difusión de sistemas con un manejo apropiado de datos, y proporcionará información adaptada a las necesidades de la comunidades usuarias.
La OMM también ayudará a los miembros en la evaluación y uso de datos e información meteorológica, climatológica e hidrológica y en el desarrollo de técnicas relevantes para la evaluación y el combate de los efectos de la sequía y la desertificación.
La OMM continuará con el apoyo a los centro de vigilancia de la sequía localizados en Nairobi para el Este de Africa en Harare para el Sur de Africa, y será responsable de la instrumentación del Programa AGRYMET en los países afectados por la sequía en la zona sudan-saheliana.
2. Aplicación de datos hidrológicos y meteorológicos
La OMM continuará ayudando a los miembros, y preparará material guía apropiado para la aplicación y desarrollo de la meteorología e hidrología a programas técnicos, científicos y de desarrollo socioeconómico, especialmente en agricultura y proyectos del uso del suelo, evaluación de recursos hídricos, así como la preparación, administración, manejo, respuesta y acción terapéutica contra los efectos adversos de la sequía y la desertificación. También actuará como la agencia ejecutora para el Centro Africano para Aplicaciones Meteorológicas para el Desarrollo, localizado en Niamey, Niger.
3. Investigación
Diversos programas de investigación se han emprendido para el estudio del tiempo y el clima de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas y otras áreas afectadas por desertificación con vistas a la predicción a largo plazo de las tendencias, en la circulación general, de diversos disturbios atmosféricos que producen la precipitación y sequía meteorológica, utilizando métodos estadísticos y dinámicos. Estos incluyen estudios de sequía meteorológica y su impacto en los sistemas socioeconómicos.
4. Enseñanza y formación profesional incluyendo la concientización de la sociedad
La enseñanza y formación profesional recibirán una consideración altamente prioritaria. Esto se hará por medio de misiones de expertos de corto y mediano plazo, seminarios, cursos de entrenamiento y simposios itinerantes, la OMM continuará proporcionando el entrenamiento en agrometeorología operacional, y entrenamiento en técnicas específicas para evaluar y minimizar los efectos de la desertificación y la sequía, especialmente en zonas áridas, semiáridas, subhúmedas y otras.
5. Mejoramiento de las capacidades
La OMM promoverá el establecimiento de servicios agrometeorológicos para el ciudadano, el cual deberá colaborar estrechamente con los servicios del usuario, frecuentemente a través de grupos de trabajo muldisciplinarios formales e informales e instituciones y comités nacionales sobre el clima.
6. Conclusión
El papel futuro de la OMM será, por lo tanto, la ayuda a los miembros para que mejoren sus capacidades de aplicación de la información meteorológica, climatológica e hidrológica en el ámbito de la planificación y gestión de programas agrícolas y de otros usos de la tierra y el agua, a fin de minimizar la degradación de la tierra y la desertificación, suministrando una guía técnica y científica en los proyectos nacionales de desarrollo. La enseñanza y la formación profesional así como el mejoramiento de las capacidades recibirán también una atención prioritaria.
ANEXO II
DIRECTRICES DE ESTRATEGIA PARA LA APLICACION POR LOS MIEMBROS DE LA OMM DEL CAPITULO 12 SOBRE DESERTIFICACION Y SEQUIA DEL PROGRAMA 21 DE LA CNUMAD
La Asamblea General de la Naciones Unidas adoptó en diciembre de 1977 la Resolución 32/172 en la que se aceptaron la recomendaciones de las Naciones Unidas sobre desertificación (agosto/septiembre de 1977). En la Recomendación 23 se invitó en particular a la OMM a que apoyase las acciones internacionales encaminadas a combatir la desertificación en el marco del Plan de Acción de las Naciones Unidas. Esta recomendación fue examinada por su Consejo Ejecutivo en la 30a reunión, en la cual se aprobó un Plan de Acción de la OMM (anexo a la Resolución 17 (EC-XXX). Unos diez años después de la aplicación de este plan, el Consejo Ejecutivo adoptó en su 42a reunión una nueva estrategia de las actividades de la OMM en apoyo de la lucha contra la sequía y la desertificación.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (junio de 1992) adoptó el Capítulo 12 del Programa 21 que trata de la sequía y la desertificación. Este capítulo fue un documento negociado por representantes gubernamentales y consiste principalmente en un plan destinado a la aplicación nacional con apoyo internacional. Las directrices que vienen a continuación tienen por finalidad ayudar a los Directores de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos a que ejecuten el Programa 21, y en particular su Capítulo 12, destacando al mismo tiempo que las secciones propuestas en el plan forman parte de las responsabilidades normales de la OMM, y que se están realizando ya actividades en muchos aspectos del plan.
Areas de programas
A-Fortalecimiento de la base de conocimiento y elaboración de sistemas de información y observación sistemática respecto de las regiones expuestas a la desertificación y la sequía y de la aspectos económicos y sociales de estos ecosistema
Antecedentes
Pese a los esfuerzos concertados por todas las partes concernidas, las redes de ciertas estaciones de observación meteorológica e hidrológica siguen siendo insuficientes a la vez que los sistemas de concentración, análisis y difusión de los datos observados se han venido abajo en numerosos países. La consecuencia de esta situación es que la capacidad de las instituciones internacionales, regionales y nacionales existentes, y en particular las de los países en desarrollo, para generar e intercambiar los datos pertinentes, es sumamente limitada e insuficiente. A fin de estudiar y comprender la dinámica de la sequía y de las variaciones climáticas así como los procesos de desertificación, es sumamente importante disponer de un sistema bien integrado y coordinado de información y de observación sistemática.
Medidas que deben tomarse
Los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales deberían:
a) promover el establecimiento, la expansión, el fortalecimiento y la coordinación de las redes nacionales y regionales (en tierra firma y en los océanos) de estaciones meteorológicas, incluidas las climatológicas, las agrometeorológicas e hidrológicas y otros sistemas de vigilancia para asegurar una concentración adecuada de información básica y su comunicación a los centros nacionales, regionales e internacionales;
b) particular en los comités sobre sequía y desertificación que serán establecidos en los planos nacional y regional;
c) promover el establecimiento de sistemas de observación para vigilar el efecto de los factores agrometeorológicos e hidrológicos en la degradación de las tierras y los procesos de desertificación en coordinación con los sistemas de observación existentes;
d) fomentar la labor de investigación sobre la interacción entre clima y la degradación de las tierras y la desertificación, incluida la predicción del clima;
e) apoyar la continuación de la ejecución del Programa OMM de la Vigilancia Meteorológica Mundial y sus componentes; TOGA. etc.;
f) estudiar y evaluar los efectos del clima y de la sequía en los recursos terrestres y difundir los resultados;
g) difundir los productos de diagnóstico del clima emitidos por los principales centros de análisis de datos del clima;
h) apoyar las actividades que se realizan en los sistemas regionales e internacionales existentes de vigilancia de la OMM, el PNUMA, la FAO y otros como la Vigilancia Meteorológica Mundial, el Observatorio del Sahara y del Sahel, la Vigilancia Ambiental, etc., en lo que se refiere a la degradación de la tierra, la desertificación y la sequía;
i) reforzar los dos programas regionales y las actividades de cooperación internacionales tales como el ACMAD, CILSS, IGADD, SADCC y Unión del Magreb Arabe.
B-Lucha contra el deterioro de la tierra mediante, entre otras cosas, actividades más intensas de conservación del suelo, repoblación forestal y reforestación
Antecedentes
La evaluación de la aplicación del Plan de Acción de la CNUD para combatir la desertificación ha revelado que este proceso sigue a numerosas áreas secas. Es importante tomar medidas preventivas en las zonas que no han sido aún afectadas por la desertificación o lo han sido sólo ligeramente.
Además, también deben tomarse medidas correctivas a fin de reducir la degradación de los suelos en terrenos de pastos, de cultivos de secano y de regadío. Todo lo anterior sólo puede realizarse de manera eficaz si se toman en cuenta el clima y los factores climáticos en todos los sistemas y programas sobre la explotación de tierras, en la gestión de los recursos naturales existentes, por ejemplo los pastos, los bosques, los suelos y las cuencas, y en el uso de las fuentes de energía, sin olvidar otras fuentes de energía (solar y eólica).
Medidas que deben tomarse
Los Servicios Meteorológicos Nacionales en colaboración con los servicios agrícolas deben:
a) preparar una clasificación o zonificación climática de los países con miras a suministrar información pertinente para los programas de repoblamiento forestal y conservación de los suelos utilizando especies de rápido crecimiento y resistentes a la sequía, y prevenir la erosión de los suelos;
b) promover el uso de datos agrometeorológicos para la planificación y gestión eficaz del agua en las tierras de cultivo de regadío existentes a din de evitar la salinización y el anegamiento, y evaluar la productividad primaria de los pastos naturales para determinar la capacidad óptima del pastoreo;
c) iniciar medidas de datos meteorológicos adecuados tales como la radiación eólica y solar para evaluar las posibilidades de explotación de otras fuentes de energía y reducir el consumo de leña;
d) fortalecer el papel de coordinación, en la lucha contra la degradación de las tierras secas, en colaboración y con el apoyo de la OMM y otros órganos de las Naciones Unidas y organismos bilaterales pertinentes de las organizaciones intergubernamentales regionales y subregionales tales como el Centro Africano de Aplicaciones de Meteorología al Desarrollo (ACMAD), el Comité Interestatal para la Lucha contra la Sequía en el Sahel (SADC) y la Unión Arabe del Magreb;
e) participar en los programas de enseñanza y formación profesional e información pública para agricultores y ganaderos en las esferas de la sequía y la desertificación sobre una mejor administración de la recursos hídricos en las tierras de secano.
C-Desarrollo y fortalecimiento de los programas de desarrollo integrado para erradicar la pobreza y promover otros sistemas de vida en zonas propensas a la desertificación
Antecedentes
La sequía y la creciente presión demográfica son dos factores importantes que afectan los sistemas de vida tradicionales (principalmente los sistemas agropecuarios) en zonas desérticas y propensas a la sequía. Estos dos factores con frecuencia tienden a celebrar el ritmo de degradación y desertificación de las tierras. Aunque la OMM tiene muy poca participación en esta área del programa, la Organización y los servicios meteorológicos e hidrológicos de sus Miembros deben ser considerados como parte de un equipo para el desarrollo rural y participar en el esfuerzo general y nacional para crear sistemas de vida adecuados y sostenibles para la población. También pueden contribuir, mediante el intercambio de información sobre los resultados de la investigación meteorológica básica y aplicada, con miras a paliar los efectos de la pobreza en las poblaciones rurales. La contribución de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales tendrá que ver con el fortalecimiento de técnicas especiales entre la población rural en esferas como la conservación del agua y los suelos, el riego de la cosecha, la agrosilvicultura y el riego a pequeña escala.
D-Desarrollo de programas generales antidesertificación y su integración en los planes de desarrollo y la planificación nacional del medio ambiente
Antecedentes
La meteorología y la hidrología constituyen un importante apoyo para los planes de acción nacional de desarrollo y medio ambiente. Esto sucede en particular en las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas donde la base de los recursos de la tierra es más bien frágil. Por lo tanto, es muy importante para los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales fortalecer sus capacidades a fin de suministrar los datos y la información necesarios para iniciar un proceso de ejecución y evaluación de estrategias con miras a combatir la desertificación y reducir los efectos de la sequía. Estas estrategias deben incorporarse a los planes de desarrollo nacional.
Cabe mencionar que el Programa 21 ha pedido a la Asamblea General de las Naciones Unidas que establezca un comité intergubernamental de negociación a fin de elaborar un convenio internacional para combatir la desertificación en los países que sufren graves sequías y/o desertificación, sobre todo en Africa, que debe ser aprobado en junio de 1994.
Dicho convenio tiene como finalidad asegurar la coordinación y la cooperación internacionales en la prepa-ración y ejecución de los programas de control de la desertificación. Asimismo, debe abarcar y promover la información al público y los programas de enseñanza y formación profesional en los medios de comunicación existentes.
Medidas que deben tomarse
Los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales deben:
a) tratar de participar en el proceso de negociación de elaboración del convenio, sobre todo en las áreas afectadas;
b) desarrollar estrategias para la ejecución de los aspectos meteorológicos e hidrológicos de la evaluación de la desertificación, los planes de desarrollo nacional y las medidas ambientales.
Además, las directrices que figuran más abajo se señalan a la atención de la OMM y los miembros que participan en la preparación del convenio sobre la desertificación.
E-Desarrollo de programas generales sobre la preparación y la asistencia en casos de sequía, por ejemplo medidas de autoayuda, para las zonas que son propensas a la sequía, y el diseño de programas para atender las necesidades de los refugiados por razones ambientales
Antecedentes
La sequía es un fenómeno periódico que se observa en la mayoría de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas. La predicción de la sequía todavía no es técnicamente posible, aunque algunos miembros de la OMM preparan, con carácter experimental, predicciones estadísticas y dinámicas para algunas zonas. Por lo tanto, los programas de preparación y asistencia en caso de sequía son fundamentales para hacer frente a las desastrosas situaciones que acompañan a las sequías periódicas. Debe tenerse en cuenta que la investigación en la predicción de la sequía o los primeros sistemas de aviso no están al alcance de la capacidad de los Miembros de las zonas que son propensas a la sequía, situadas sobre todo en zonas en desarrollo, y que sequía y la desertificación con frecuencia se extiende más allá de los límites de los países Miembros interesados.
Medidas que deben tomarse
Los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales deben:
a) desarrollar, establecer, fortalecer y coordinar los sistemas de concentración de datos meteorológicos, incluidos los climatológicos, e hidrológicos, sobre todo en el marco del Programa de la Vigilancia Meteorológica Mundial y el Sistema de Hidrología Operativa para Fines Múltiples;
b) seguir emprendiendo, apoyando a patrocinando la investigación sobre las causas de la sequía con miras a comprender mejor la sequía y la desertificación, desarrollar métodos para la vigilancia y la predicción de la sequía y reducir así sus efectos adversos. Ello comprende estudios sobre tendencias generales a largo plazo de la circulación general, por ejemplo el Programa de Investigación sobre Meteorología Tropical de la OMM y el Programa Mundial de Investigación Climáticas del CIUC, la OMM y la COI y sus efectos en los sistemas locales y zonales de producción de lluvias -circulaciones de los monzones, líneas de borrascas, estudios de la temperatura de la superficie del mar (SST) y del fenómeno de El Niño/Oscilación Austral (ENOA)- y los procesos de microescala, la modelación agrometeorológica, las técnicas de predicción de las cosechas, etc., en el Programa de Meteorología Agrícola de la OMM;
c) dar a conocer e informar al público sobre la sequía y la desertificación, y reforzar las capacidades de formación profesional para evaluar los efectos de la sequía y desarrollar metodologías para predecirla;
d) prestar asistencia y ofrecer información para los planes de preparación y respuesta a la sequía;
e) organizar el flujo de información meteorológica e hidrológica de los primeros avisos para los responsables de las decisiones y los usuarios de las tierras y el agua a fin de que los países puedan ejecutar estrategias para la intervención y la asistencia en caso de sequías haciendo un mejor uso de las predicciones estacionales experimentales y de la teledetección;
f) promover la cooperación internacional entre la OMM y otras organizaciones pertinentes a nivel regional e internacional, por ejemplo el ACMAD, el CILSS, la FAO, la Organismo intergubernamental de la Lucha contra la Sequía y la Desertificación (IGADD), la COI, el PNUMA, la UNESCO, la Oficina del Coordinador de las Naciones Unidas para el Socorro en Casos de Desastre (ONUSCD, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), etc.
F-Alentar y promover la participación popular y la enseñanza sobre el medio ambiente, centrándose en el control de la desertificación y la gestión de los efectos de sequía
Antecedentes
La experiencia ha demostrado que la ejecución con buenos resultados de los programas de control de la desertificación y respuesta a la sequía depende en gran medida del apoyo, la participación y la intervención populares. por lo tanto, es fundamental incluir, en los planes de estudio de los programas de enseñanza y formación profesional temas sobre la información y el conocimiento de los conceptos de desertificación y de sequía. Se debe beneficiar, en particular, a los agricultores y a otros usuarios de las tierras en las zonas rurales a fin de poder aprovechar su experiencia nativa y tradicional en la conservación de la tierra, el suelo y el agua.
Medidas que deben tomarse
Los Servicios Meteorológicos Nacionales deben:
a) difundir mediante los diversos programas de formación profesional incluyendo seminarios itinerantes de la OMM, los resultados de la investigación aplicada a los suelos y los temas hídricos, las especies adecuadas, las técnicas agrícolas y los métodos técnicos;
b) promover la colaboración entre los diversos participantes en los programas de meteorología, hidrología y otros programas sobre el medio ambiente y el desarrollo, y promover el desarrollo de las técnicas nativas y la transferencia de tecnología;
c) prestar asistencia a las organizaciones regionales e internacionales en las esferas de la desertificación y la sequía, como son el ACMAD, la Unión Arabe del Magreb, el CILSS, los Centros de Control de la Sequía (CCS), el IGADD, la SADCC, incluso a institutos de investigación a nivel regional y nacional, por ejemplo el Centro Arabe de Estudios de las Zonas Áridas y las Tierras de Secano (ACSAD), el CAZRI, el Centro Internacional de Investigación Agrícola en las Zonas Secas (ICARDA), el Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT), el Instituto Lanzhou del Desierto, etc.;
d) prestar asistencia y reforzar la educación pública en las esferas de la desertificación y la sequía.
Directrices para los Servicios Meteorológicos e
Hidrológicos Nacionales en el proceso de negociación
del Convenio sobre la desertificación
1. La OMM y sus Miembros deben desempeñar un papel activo en las actividades tendientes a las esperadas negociaciones intergubernamentales. Al hacerlo, deben tenerse en cuenta las cuatro áreas prioritarias siguientes:
a) el Mejoramiento de los sistemas de redes de control y observación climáticas para examinar la extensión y el alcance del problema;
b) las actividades de investigación para comprender mejor los procesos que intervienen y los vínculos que existen entre estos fenómenos;
c) el desarrollo de posibles soluciones a los problemas; y
d) el aumento de actividades en la enseñanza, la formación profesional, la información pública y la amplia difusión de los resultados.
2. Los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) deben asegurarse de que los delegados nacionales en las reuniones del Comité Intergubernamental de Negociación tomen en cuenta sus intereses, a fin de aportar su autoridad y experiencia científica en asuntos pertinentes.
3. Los Miembros deben asegurar que el clima, la meteorología y la hidrología estén debidamente incluidos entre los puntos que examinará el grupo multidisciplinario de expertos que será creado para asistir a la secretaría especial que establecerá la Asamblea de las Naciones Unidas.
4. Los Miembros deben contribuir de manera adecuada a las labores del CIN mediante la designación de meteorólogos e hidrólogos que formaran parte de las delegaciones que asistirán a las reuniones del CIN.
5. Los Miembros deben estudiar la posibilidad de establecer comités nacionales sobre la desertificación con especialistas de las esferas pertinentes, entre ellos expertos de climatología e hidrología, Así, los Miembros deben designar al personal calificado adecuado de los SMHN para que sirvan de coordinadores y formen parte de estos comités. Sin embargo, siempre que sea posible, esos coordinadores deben ser miembros de las delegaciones nacionales que asisten a las reuniones del CIN.
6. Los coordinadores de los SMHN y/o cualquier otro experto en meteorología e hidrología deben hacer hincapié en el papel que desempeña la OMM y sus actividades en el campo de la sequía y la desertificación, y en que los SMHN son los organismos que cuentan con las cualificaciones idóneas para informar a los gobiernos sobre las predicciones estacionales experimentales (relativas a la sequía, etc.).
7. Debe también recalcarse el hecho de que muchas actividades mencionadas en el Programa 21 ya han sido parte de las actividades ordinarias de la OMM, aprobadas por sus órganos rectores bajo varios puntos importantes y subprogramas de los programas científicos y técnicos de la OMM (incluso antes de la CNUMAD), y de que estas actividades continuarán y se reforzarán en el período posterior a la CNUMAD. Entre estos programas y actividades figuran:
Vigilancia Meteorológica Mundial
Programa de Investigación sobre Meteorología Tropical
Programa de Meteorología Agrícola
Programa de Hidrología y Recursos Hídricos
Programa Mundial sobre el Clima
Sistema Mundial de Observación del Clima (SMOC)
Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG), y Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC).
8. Los SMHN, que están representados en sus delegaciones nacionales que asisten al CIN, deben asegurar que en el convenio sobre el clima, la sequía y la hidrología figuren los artículos adecuados.
9. Los Miembros deben prestar atención a la información y la comunicación públicas con miras a eliminar los desequilibrios entre el conocimiento científico en las esferas de la sequía y la desertificación y los usuarios de la información meteorológica, incluida la climatológica e hidrológica, y para ello aumentar la información sobre el medio ambiente y el efecto del proyecto.
Abreviaturas
ACMAD |
Centro Africano de Aplicaciones de la Meteorología al Desarrollo |
ACSAD |
Centro Arabe de Estudios de las Zonas Áridas y Tierras de Secano |
AGRHYMET |
Centro Regional de Formación Profesional en Agrometeorología e Hidrología Operativa y sus Aplicaciones |
CAZRI |
Instituto de investigaciones de las zonas áridas centrales, Jodhpur, India |
GCIAI |
Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional |
CILSS |
Comité Interestatal para la Lucha contra la Sequía en el Sahel |
DC/PAC |
Centro de Actividad del Programa para el Control de la Desertificación (PNUMA) |
CCS |
Centro de Control de las Sequías |
CEPA |
Comisión Económica para Africa |
ENOA |
El Niño/Oscilación Austral |
FAO |
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación |
SMOC |
Sistema Mundial de Observación del Clima |
ICARDA |
Centro internacional de investigación agrícola en las zonas secas |
ICRISAT |
Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas |
CIUC |
Consejo Internacional de Uniones Científicas |
IGADD |
Organismo Intergubernamental de Lucha contra la sequía y la Desertificación |
CIN |
Comité Intergubernamental de Negociación |
COI |
Comisión Oceanográfica Intergubernamental (UNESCO) |
IPCC |
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático |
SMHN |
Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales |
OCA/CAP |
Centro de Actividades del Programa de Océanos y Zonas Costeras (PNUMA) |
ETP |
Evapotranspiración Potencial |
SADC |
Comunidad para el Desarrollo de Africa Meridional |
TOGA |
Estudio de la Variabilidad Interanual de los Océanos Tropicales y la Atmósfera Mundial |
CNUMAD |
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio ambiente y el Desarrollo |
CNUD |
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desertificación |
ONUSCD |
Oficina del Coordinador de las Naciones Unidas para el Socorro en Casos de Desastre |
PNUMA |
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente |
PMA |
Programa Mundial de Alimentación |
Fuente: Organización Meteorológica Mundial
1993, OMM – N† 653
Autor: F. Kenneth Hare
Revisado: L. A. J. Ogallo
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