“Muchos países están empujando para que se concrete un plan sobre cómo abandonar los combustibles fósiles, pero estados como Arabia Saudí lo ven como una línea roja”, explica desde los pasillos de la COP el coordinador de la campaña de cambio climático de Greenpeace, Javier Zorrilla.
Igual pasa con el asunto del dinero –abunda el activista– “la Unión Europea no quiere que se abra una negociación exclusiva sobre el artículo del Acuerdo de París que trata de este asunto y, otra vez Arabia Saudí, empuja para que eso sí se haga”.
El resumen del presidente Correa do Lago “es algo muy genérico, no contiene ningún acuerdo. Se trata más bien de la enumeración de los temas conflictivos”, comenta Andaluz quien analiza que “con este nivel de inconcreción, la COP parece que ya se encamina hacia tener que prorrogarse”.
El responsable de Greenpeace coincide en que toca “observar cómo reaccionan los países a esas directrices presidenciales porque contenían todo el rango, desde lo más positivo, hasta lo más peligroso”.
Hojas de ruta por todos lados
Mientras, el Gobierno brasileño ha empujado a iniciativas paralelas, es decir, fuera de los foros oficiales de la ONU en la COP. Lo ha hecho tanto para juntar a los países que están más dispuestos a involucrarse en una “hoja de ruta” sobre el desenganche de los combustibles fósiles como en el freno a la deforestación. Aunque están dejando anuncios muy publicitados, el problema es que estas hojas de ruta no están ahora mismo formando parte de las negociaciones oficiales.
Una evidencia sobre este aspecto: la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, ha dejado claro en una entrevista en The Guardian este lunes que esa ruta para dejar el petróleo, el carbón y el gas es “una respuesta a lo que nos ha mostrado la ciencia. Una respuesta ética”. Y al tiempo añadía que “sería voluntario para los países que quieran participar”.
Este lunes, los ministros y jefes de delegación que los países han mandado a Brasil se han visto las caras en una sesión plenaria llena de discursos. “Pedíamos que hubiera aspectos concretos, planes potentes para acabar con los fósiles, por el futuro de los bosques, impuestos a los fósiles, la transición justa y la financiación para adaptación”, cuenta Zorrilla. “Pero no se ha oído eso”, remata.
En este sentido, el comisario europeo de Acción Climática, Wopke Hoekstra, después de la asamblea en Belém ha hablado genéricamente de lo que él mismo ha llamado “lo obvio”, es decir, que “el mundo tiene un tremendo problema así que debemos recortar las emisiones y hacerlo en todas partes porque el cambio climático no hace distinciones”.
Hoekstra ha evidenciado cuál será la línea de la Unión Europea en Brasil: hablar más de acciones concretas sobre recorte de emisiones de CO2 que de dinero. “Esta COP va de qué se está haciendo concretamente. Y hace falta más. Después de evaluar cómo estamos colectivamente, la respuesta está clara: no estamos haciendo lo suficiente”.
También este lunes se ha conocido que la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha sido elegida por el presidente de la COP30, André Correa do Lago, como cofacilitadora junto a Egipto en las negociaciones que traten sobre la mitigación del cambio climático.
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