Por un futuro sostenible
Por Delfina Linck*
Podríamos decir que en las crisis sin resoluciones hay dos fallas constantes: la de conjunto y la de futuro. Las realidades se construyen a partir de la posibilidad de imaginarlas. Hay un argumento ligado a la responsabilidad, y otro, ligado a los sueños. Desde la primera perspectiva, debemos imaginar cómo sería un futuro sustentable y coordinar las estrategias y las acciones para lograrlo.
Debemos idear una forma que nos permita acelerar la construcción de consenso para invertir los planteos, de abajo arriba, apoyándonos en las iniciativas que resuelven problemas concretos para ciertos sectores y regiones y en aquellas redes que ya existen entre organizaciones de la comunidad.
Hay que poner de relieve los modelos sociales válidos, todo aquello que están haciendo muchos grupos que trabajan con éxito, pero sin lograr la escala necesaria, en los problemas comunitarios que nos afectan y perturban. Si de sumar y multiplicar se trata, tomemos el número doce, que es una cantidad de personas lo suficientemente pequeña como para sentarlas alrededor de una mesa con proximidad de escucha y lo suficientemente grande como para producir una rápida progresión geométrica al ser multiplicado.
Si doce organizaciones sin fines de lucro representativas de la comunidad se sientan a una mesa antes de que termine el mes de mayo, comprometiéndose a fijar doce hitos a alcanzar como país antes de festejar el segundo centenario en el año 2010, habremos puesto en marcha un proceso de pensamiento colectivo que hoy no existe. Por ejemplo, podrían acordar que para esa fecha debemos lograr que no existan más niños en situación de pobreza ni adultos excluidos por falta de ocupación y de igualdad de oportunidades; que por lo menos la mitad de los poderes judiciales cuenten con la credibilidad del 60 por ciento de la población, según encuestas previamente diseñadas y acordadas; que los poderes legislativos hayan concluido una primera etapa de transparencia de sus actos y cuenten con la opinión favorable de sus representados. Otros hitos contemplarían lo planteado en relación con los temas de educación y capacitación, inversión en ciencia y técnica, promoción cultural y deportes, preservación de los recursos naturales y el medio ambiente. Refrentando todo lo anterior, el último hito podría decir: que los medios de comunicación del extranjero comiencen a hacerse eco de la marcha del proceso de sustentabilidad iniciado por nuestro país. Si las doce organizaciones se ocupan de convocar a otras doce y consensuar con ellas los hitos pactados, en una segunda vuelta tendremos 144 organizaciones que habrán participado y que también podrán funcionar como nudos de comunicación y de acción.
Al transitar el 25 de Mayo inaugural de este tercer milenio, podríamos aprovechar para fijarnos metas a alcanzar si queremos celebrar dignamente el segundo centenario. Habrá que fijar qué avances debemos lograr para cada 25 de Mayo desde ahora hasta 2010, plazos emblemáticos para evaluar los resultados del proceso iniciado.
Después podrán profundizarse las metas de mediano plazo para instancias de evaluación más lejanas: los años 2016 y 2053. De esa forma, el bicentenario de nuestra Independencia resultará celebrable para nuestros hijos, que hoy se preguntan qué tipo de entelequia es nuestro país. Muchos de nosotros ya no estaremos para el segundo centenario de nuestra Constitución, pero nuestros nietos podrán gozar del cumplimiento de las metas que hoy nos fijemos, contando incluso con la admiración de otros países que hoy nos ven como un caso inexplicable.
* Escritora, licenciada en economía, psicología y ciencia política. Es prosecretaria del Clud de Negociadores y miembro del Grupo Guía de la Fundación ids/AVINA.

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