Sembrando el Futuro
Como Desarrollar una Agricultura para Conservar la Tierra y la Comunidad
Autor: Otto T. solbrig*
La pampa argentina, llamada en su momento el ¨Granero del Mundo¨ tiene un enorme potencial agropecuario. Por diversas razones la pampa argentina no ha realizado hasta ahora todo su potencial. Paradójicamente, esto hace que a pesar de crecientes problemas edafológicos, sobre todo de erosión, sus recursos naturales se hayan mantenido hasta ahora bastante intactos, creando una enorme oportunidad de crecimiento agrícola sostenible utilizando modernas tecnologías conservacionistas.
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PIB |
Agricultura |
Industria |
Servicios |
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Países de bajo ingreso |
936 |
32 |
37 |
31 |
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Países de ingreso medio |
2118 |
12 |
36 |
50 |
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Países industrializados |
14764 |
4 |
41 |
54 |
ROL DE LA AGRICULTURA EN EL DESARROLLO ECONOMICO
La agricultura y la ganadería son las actividades más esenciales de toda sociedad humana. Sin alimentos dejamos de existir. Y sin embargo, la agricultura y la ganadería pierden importancia a medida que un país se desarrolla (tabla 1.) Esto fue interpretado en el pasado como un indicio de que en términos del desarrollo de un país la agricultura no es tan importante como la industria, y que por lo tanto el estado y la sociedad deben alentar a la industria y no a la actividad agropecuaria. Al influjo de estas ideas, y empezando en la década de los cuarenta y hasta hace muy poco tiempo, en nuestro país se gravó a la agricultura para subvencionar a la industria, lo que paradójicamente retardó el desarrollo de ambas.
Tabla 1. Porcentaje del Producto Bruto Interno (PIB) contribuido por diversos sectores económicos (PIB en millones de dólares)
Se ha demostrado (Timmer 1992, 1995) que esa interpretación del rol de la agricultura en el proceso de desarrollo es totalmente incorrecta. Si bien la contribución relativa de la industria agropecuaria al PBI se reduce a medida que un país se desarrolla, ningún país puede avanzar en su desarrollo económico sin una industria agropecuaria productiva y eficiente (tabla 2). El éxito económico de los así llamados ¨tigres¨ asiáticos se basa en que, a través de medidas estatales de apoyo, impulsaron a su agricultura para que aumentara su rendimiento. Una agricultura más eficiente crea superávits comerciales genera divisas que se pueden invertir en el desarrollo industrial; una agricultura moderna y eficiente es un mercado para toda una serie de productos industriales, desde maquinarias hasta agroquímicos; y una agriculura eficiente libera mano de obra
que encuentra empleo en las nuevas industrias.
Tabla 2. Población mundial (en millones de personas) y producción agrícola por persona
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Población |
Producción |
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Países de bajo ingreso |
2493 |
79.74 |
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Países de ingreso medio |
1268 |
205.77 |
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Países industriales |
741 |
422.81 |
Pero la agroindustria de un país moderno y desarrollado no sólo tiene que ser eficiente y productiva, también tiene que ser sostenible. Para ello debemos practicar lo que se llama agricultura conservacionista. En este trabajo presento una visión de la agricultura conservacionista y sus beneficios, discuto las condiciones necesarias para su impulso.
¿QUE ES LA AGRICULTURA CONSERVACIONISTA?
La agricultura conservacionistas tiene tres objetivos principales: (1) mejorar el ambiente y proteger los recursos naturales, (2) aumentar las ganancias del productor, y (3) mejorar la equidad social y económica de la sociedad rural. La agricultura conservacionista consiste en utilizar los conocimientos derivados de varias ramas científicas pero sobre todo de la ecología, la fisiología vegetal, y la edafología, para crear campos de cultivo que funcionen lo más parecido posible a un campo natural.
La agricultura conservacionista tiene su origen en la percepción por parte de muchos productores, consumidores e intelectuales de diversas partes del mundo de que la agricultura tradicional de altos insumos no está en condiciones de enfrentar el problema de la seguridad alimenticia del mundo en forma equitativa y sin degradar los recursos naturales de los cuales depende.
La agricultura conservacionista se basa en el concepto de sustentabilidad, que dice que debemos producir para el presente sin comprometer la habilidad de generaciones futuras de seguir usando los recursos naturales y humanos es central en la agricultura conservacionista. Esto incluye ser sensible a los problemas sociales, incluyendo las condiciones de vida del trabajador de campo, las necesidades de las comunidades rurales, y la salud del consumidor presente y futuro. Atención a los recursos naturales incluye el manejo de la capacidad productiva del predio manteniendo la integridad de agua, suelo y biodiversidad. La agricultura conservacionista no está reñida con la agricultura de altos insumos, más bien la complementa, mejorándola.
Para practicar agricultura conservacionista se requiere tener una visión de sistema, interpretando sistema en su sentido más amplio. Para la agricultura conservacionista, el sistema agrícola comprende la suma de las explotaciones individuales, los ecosistemas locales y regionales, y las comunidades humanas afectadas por la agricultura tanto a nivel local como regional, y los consumidores del país entero. Un enfoque de sistema permite ver más claramente las consecuencias que las prácticas agrícolas tienen sobre las comunidades humanas y el medio ambiente. Un enfoque de sistema nos da las herramientas necesarias para explorar las interconexiones y encadenamientos entre la agricultura y otras actividades humanas, y entre la agricultura y el ecosistema natural.
Un enfoque de sistemas también implica esfuerzos interdisciplinarios en la investigación y la educación agrícola. Requiere no sólo las contribuciones de investigadores pero también las de productores agropecuarios, obreros rurales, consumidores, empresarios agroindustriales, políticos, y todos aquellos con un interés directo en una agricultura más productiva y sustentable.
Debemos enfatizar que la agricultura conservacionista es un proceso, una manera de pensar, y no una técnica. Muchas tecnologías contribuyen a crear una agricultura más sustentable, y las técnicas empleadas pueden variar con la explotación, y también en el tiempo. Por lo tanto, no se trata sólo de aplicar un paquete tecnológico. Se trata de tomar muchos pasos, pequeños y medianos, que ayuden a preservar los recursos y a aumentar el bienestar del productor. La situación personal del productor, las condiciones de su explotación, la región en que produce, y las señales del mercado, van a determinar en cada caso cuales son los pasos necesarios para hacer la transición hacia una agricultura más sustentable, y la rapidez con que se puede proceder. Pero el productor debe tomar conciencia de que cada paso, cada mejora, por más pequeña que sea, es una contribución hacia un mundo más sustentable.
Hay que enfatizar también que no es sólo el productor el que tiene que contribuir a crear una agricultura sostenible. Todo el sistema, desde el productor hasta el consumidor, deberá tomar medidas para hacer que el sistema se vuelva más sustentable. El esfuerzo debe ser de todos, y de esa manera los beneficios también serán para todos.
Empezamos esta presentación con una discusión de los enfoques y tecnologías que reducen la degradación de los recursos e incrementan la producción al nivel de explotación individual. Más adelante discutimos la cuestión de las políticas regionales y nacionales y el rol de diferentes actores (educación, investigación, difusión).
LOS RECURSOS NATURALES ESENCIALES
Cuatro son los recursos naturales principales a considerar: agua, suelo, energía, y biodiversidad. Un quinto factor es la calidad del aire.
Agua
El agua es el factor más esencial para la vida y por lo tanto es el insumo primordial en la agricultura. Se puede hacer agricultura sin suelo (hidroponía) en condiciones especiales y para productos de alto valor, pero no se puede realizar ninguna actividad agropecuaria sin agua. La cantidad y calidad del agua determinan en gran medida la producción agrícola.
La cantidad, calidad, y tipo de uso del agua son los aspectos más importantes a considerar. En la pampa argentina la precipitación y su distribución durante el año son generalmente suficientes para hacer agricultura y ganadería a secano. Hay, sin embargo, años en que la precipitación total es insuficiente y se puede perder toda producción. Más a menudo, la humedad en el suelo falta sólo en momentos cruciales en el desarrollo del cultivo (germinación, floración), y eso afecta seriamente los rendimientos y a veces hasta puede arruinar la cosecha. Además, en ciertas regiones de la pampa, sobre todo en la pampa deprimida, encontramos que en años de excesiva precipitación, el problema son las inundaciones y los anegamientos de los cultivos.
La planta -ya sea un cultivo de granos o uno de forrajes- obtiene el agua del suelo y no directamente de la lluvia. Por la tanto las propiedades físicas de los suelos y su capacidad de almacenamiento de agua son el factor determinante en el manejo del agua. Suelos profundos, con una buena porosidad, y un alto contenido de materia orgánica, tienen mucho mayor capacidad de almacenamiento de agua que suelos arenosos, superficiales, y con bajo contenido de materia orgánica. Un rastrojo cubierto retendrá un mayor porcentaje de agua de lluvia que un suelo desnudo donde hay mucho escurrimiento. Una tierra sobrelaborada, con baja porosidad y alto grado de compactación, tiene baja capacidad de almacenamiento de agua. Las labranzas que reducen la compactación, que cubren el suelo con desechos de rastrojos, y los cultivos que aportan mucha materia orgánica, mejoran la condición del suelo contribuyendo a incrementar la capacidad de retención de agua, y por ende reducen los efectos nocivos de sequías en años de baja precipitación contribuyendo a mejorar la situación económica del productor. Tales técnicas, que incluyen la labranza mínima y la labranza cero, la labranza en camellones, el uso de abonos verdes, el uso de cincel en lugar del arado de vertedera, etc. contribuyen a una agricultura más sustentable. Por el otro lado, el mal manejo, y sobre todo la pérdida por erosión de las capas superficiales del suelo, tienen un efecto muy marcado sobre la capacidad de retención de humedad del suelo, y por ende aumentan el stress hídrico y reducen notablemente los rendimientos.
Un suplemento a las labranzas que incrementa la capacidad de retención de agua del suelo es el riego complementario. Este implica un gasto adicional bastante considerable en equipo, y se justifica sólo donde el peligro de stress hídrico es alto, o sea hacia el oeste de la pampa humedad y en la pampa semiárida. El riego complementario utiliza agua acumulada en acuíferos subterráneos. Su uso continuado (o sea sustentable) depende de que la cantidad de agua que se extraiga no sea mayor que la que se repone en años de alta precipitación. La cantidad de agua extraída depende de cuantas hectáreas se van a regar en la región servida por el acuífero.
Otro factor importantísimo es la calidad del agua. Si contiene sales o carbonatos, puede llevar rápidamente a la salinización del suelo, con el consiguiente deterioro de la producción. Por lo tanto, antes de incurrir en el gasto de un equipo de riego complementario, es necesario tener buena información sobre las propiedades del acuífero y la calidad del agua.
Desgraciadamente el conocimiento sobre las propiedades de los acuíferos pampeanos es incompleto, especialmente en aquellas regiones donde ese tipo de tecnología es más rentable, o sea el oeste de la provincia de Buenos Aires, La Pampa y San Luis. Tampoco existe legislación que regule el uso del agua subterránea dado que hasta muy recientemente sólo se hacía uso de agua subterránea para consumo humano o para dar a beber a los animales, uso que consume por lo menos un orden de magnitud menos que el riego.
Para minimizar el efecto del stress hídrico en regiones amenazadas con sequía, se recomienda el uso de variedades resistentes a la sequía, y de cultivos más tolerantes, sobre todo especies forrajeras. Si bien de esta manera no se puede máxima los ingresos en años excepcionales de alta lluvia, estas tecnologías reducen el riesgo de pérdidas por sequía en años secos, y compensan con creces lo que se ganaría con agricultura convencional en años de alta precipitación, además de proteger los recursos. Combinadas con prácticas que reduzcan la voladura de los campos, llevan a crear mejores condiciones económicas par el productor a mediano y largo plazo, y ayudan a conservar los recursos.
Suelo
El suelo es el segundo factor necesario para la producción agropecuaria. El suelo es un sistema complejo, una mezcla viviente de minerales, agua, aire, micro-organismos, raíces, y una gran variedad de especies animales. Las propiedades del suelo dependen de la roca madre, del clima (sobre todo humedad y temperatura), y de los organismos, incluyendo el cultivo, que utilizan ese suelo. Del manejo que el agricultor hace del suelo depende si va a perder, mantener, o incluso aumentar su capacidad productiva.
El suelo esta en constante formación, y a su vez parte del suelo se pierde constantemente en erosión. Bajo condiciones naturales, la tasa de erosión depende de la pendiente, del tipo de cubierta vegetal, y de las condiciones climáticas , sobre todo viento y agua. La tasa de erosión aumenta sensiblemente en cuanto se disturba la cubierta vegetal, y sobre todo si esta es eliminada, como es el caso cuando se reemplaza un bosque o una pradera natural con un cultivo. El reto entonces es cómo reducir o eliminar la erosión en los cultivos.
Todas las prácticas conservacionistas mencionadas en relación con el agua (reducir labranzas, usar abonos verdes, etc.) contribuyen a reducir la erosión. El principio guía es mantener el suelo cubierto con rastrojo el máximo tiempo posible. Esto requiere un manejo diferente de las malezas, dado que el objetivo principal de las labranzas es de eliminar la cubierta de malezas.
El suelo es la fuente principal de nutrientes. Con excepción del carbono, que las plantas obtienen del aire a través de la hojas, todos los demás nutrientes entran a la planta por la raíz. De los nutrientes del suelo, el nitrógeno proviene del aire, mientras que los demás provienen de la descomposición de la roca madre o de la briza u hojarasca. En condiciones naturales la mayoría de los nutrientes se reciclan yendo del suelo a la planta, y de ésta al suelo a través de la descomposición. Pero cuando se exportan granos, fibras, o carne de un predio, también se exportan los nutrientes contenidos en esos productos. Si no se reponen, el suelo va perdiendo su habilidad de nutrir a los cultivos y los rendimientos son afectados. La exportación de nutrientes también puede afectar otras propiedades del suelo como son la capacidad de intercambio de cationes, y la acidez (pH). es importante entonces que se restituyan al suelo los nutrientes extraídos. Tradicionalmente se usaba el estiércol, pero más recientemente se utilizan abonos químicos.
En la pampa argentina hasta muy recientemente, con excepción de cultivos de quinta, no se abonaban los campos. Se practicó en cambio un sistema de rotación agrícola-ganadero, que tuvo un efecto similar. Durante tres a cinco años se practicaba agricultura, y luego se criaba ganado durante cinco a siete años. generalmente sobre alfalfa. Durante los años en que se mantenía ganado, se reponían los nutrientes removidos por la agricultura y se mejoraba la estructura del suelo, sobre todo si la ganadería se hacia sobre alfalfa, que fija nitrógeno y que con sus raíces profundas extrae nutrientes de las capas inferiores del suelo. Esta práctica es aún común en gran parte de la pampa, sobre todo en el oeste de la provincia de Buenos Aires y en La Pampa. Pero debido a los bajos rendimientos de la ganadería en elación con la agricultura, los períodos con ganado se han acortado y se han alargado los agrícolas, lo que hace que no se dé suficiente tiempo durante el ciclo ganadero para reponer los nutrientes extraídos por la agricultura.
Para mantener o aumentar los rendimientos es esencial mantener y aún mejorar el nivel de nutrientes en el suelo. Eso requiere que se abonen los suelos, ya sea con abonos químicos, o volviendo a la rotación con ganadería, o una combinación de ambos sistemas. Más adelante volvemos a este tema.
Energía
La agricultura moderna depende de la provisión de energía no-renovable, sobre todo energía derivada del petróleo. La agricultura no puede depender de esta fuente de energía para siempre, pero desprenderse abruptamente de ella sería catastrófico. Pero el eventual agotamiento del petróleo puede ser también catastrófico para la agricultura conservacionista trata de reemplazar en la medida posible su dependencia de fuentes no renovables de energía, tratando de reemplazarla por fuentes de energía renovable y por mano de obra. Sin embargo, en las presentes condiciones de la pampa argentina esto es posible sólo en forma muy marginal, y la dependencia de fuentes de energía no-renovables es un talón de Aquiles de la agricultura moderna.
Biodiversidad
Otro aspecto de la agricultura tradicional es su efecto transformador del paisaje. La destrucción de la cobertura vegetal afecta a todo los seres vivientes en la región afectada, tanto las plantas, como los animales y los micro-organismos. algunos -unos pocos- de estos organismos se benefician con el cambio y se convierten en lo que llamamos plagas o malezas. Otros -la mayoría- son afectados negativamente, y o desaparecen, o sus poblaciones se reducen drásticamente. Pero las especies silvestres contribuyen los llamados ¨servicios ecológicos del ecosistema¨: fijación de carbono que aumenta la materia orgánica del suelo, ciclaje de nutrientes, control de plagas, etc. El resultado de la disrupción del funcionamiento del ecosistema natural es la degradación del sistema agua-seco-planta, el aumento de especies de insectos fitófagos, etc. Obviamente se pueden perder especies sin disrumpir el funcionamiento del ecosistema. La cuestión es cuantas especies pueden perder antes de que el sistema deje de prestar sus servicios ecológicos. Posiblemente no haya un umbral preciso, sino que se trata de un proceso gradual, y con el aumento de plagas y enfermedades, y con el aumento de la erosión, ya se puede vislumbrar un comienzo de disfuncionalidad del eco-sistema.
En la región pampeana falta aun política para el manejo de áreas ribereñas afectadas por las prácticas agrícolas. Los humedales a menudo son drenados y los agricultores muchas veces cultivan hasta el mismo borde del curso de agua en su afán de maximizar su tierra cultivable. Pero estas prácticas eventualmente crean nuevos problemas. Los humedales son los reservorios naturales de agua durante períodos de lluvia, y cuando se drenan se tiende a aumentar la escorrentía con el consiguiente aumento en la erosión. Además aumenta el peligro de desborde de arroyos que afectan negativamente las especies que habitan estos lugares, como peces, y aves e insectos acuáticos que juegan roles muy importantes en el ecosistema, especialmente en el control de plagas, además de proveer de un refugio para la vida de animales silvestres. es necesario que se mantenga una superficie significativa de áreas ribereñas con cobertura vegetal para de esta manera disminuir los efectos negativos de la incorporación de grandes volúmenes de suelo y de contaminantes en los arroyos.
Otro aspecto relacionado con la biodiversidad es la pérdida de biodiversidad genética, al cual volvemos más adelante.
Aire
Muchas prácticas agrícolas afectan la calidad del aire. Estas incluyen entre otras el humo que produce la quema de rastrojos; polvo de las labranzas; nubes de pesticidas y herbicidas resultado de la fumigación; y óxidos de nitrógeno que se escapan del suelo después de fertilizarlos con abonos nitrogenados. La respiración de aire contaminado puede llevar a un número grande y serio de malestares y enfermedades humanas y animales. Por eso se recomienda no quemar los rastrojos pero incorporarlos al cultivo; reducir las labranzas y utilizar aquellas que reduzcan la producción de polvo; usar vestimenta que proteja contra el efecto nocivo de agroquímicos, y plantar cortinas de árboles.
PRACTICAS AGRICOLAS DEGRADANTES
Cuatro aspectos de la agricultura convencional de altos insumos producen la mayor parte de la degradación de los recursos naturales. Estos son: el monocultivo, o la alternación de sólo dos cultivos; las excesivas labores agrícolas; el mal uso de fertilizantes; y algunos métodos de control de malezas y plagas agrícolas.
Estos elementos del sistema están íntimamente interrelacionados, y a su vez son afectados por las características de los suelos, el clima, y los mercados. Consecuentemente no hay simples soluciones, sino como hemos recalcado anteriormente, para cada situación particular se necesita encontrar una solución apropiada para esas circunstancias. Además, como el sistema agrícola no es estático, el productor deberá mantenerse constantemente dispuesto a ensayar nuevas metodologías.
La falta de rotación de cultivos
El monocultivo, o la alternancia de dos cultivos como es el sistema trigo-soja puede reducir significativamente la productividad de los suelos. Estudios en la zona de Pergamino muestran claramente que la productividad de los suelos ha sido afectada negativamente por la falta de rotación y diversidad de los cultivos (Casas 1997).
La rotación trigo-soja, o sólo trigo o sólo soja, que se viene practicando en la pampa es negativa porque ninguno de estos dos cultivos aporta suficiente materia orgánica al suelo, ambos son grandes consumidores de nitrógeno (a pesar de ser la soja una leguminosa), y la soja además es una gran consumidora de fósforo. Otro aspecto muy negativo del monocultivo es que se incrementan las poblaciones de malezas e insectos nocivos específicos a esos cultivos. La soja y el trigo se afianzaron en la pampa debido a que son los que dan mayores beneficios económicos, y claramente no se puede pedir al productor que reduzca sus ingresos. Pero si el monocultivo lleva a una reducción de los rendimientos, mientras que una rotación lleva a un aumento, es posible que la rotación sobre un período de tres años produzca igual o más rentabilidad que el monocultivo. De ser así, el agricultor se beneficiaría indirectamente al aumentar el valor de su tierra. Un análisis de costo/beneficio sobre tres años puede mostrar la rentabilidad de diferentes sistemas de rotación.
Los principios de la rotación son muy sencillos. Cada cultivo tiene características y requerimientos propios que difieren entre si. Así, por ejemplo, el maíz es un cultivo que aporta mucha celulosa, y por lo tanto ayuda a mantener el contenido de materia orgánica en el suelo, que contrasta con la soja, que aporta muy poco. Una rotación de maíz y soja, mantendrá un cierto tenor de materia orgánica, lo que no es el caso de la soja sola.
En general se aconseja experimentar con rotaciones con algunas de las siguientes características:
– Cultivar especies demandantes de nitrógeno después de cultivar leguminosas que fija nitrógeno.
– Alternar cultivos de crecimiento lento y poca capacidad competitiva, con cultivos que supriman las malezas.
– Alternar cultivos de raíces profundas, con cultivos con raíces superficiales.
– Utilizar en la rotación especies con efecto alelopáticos y buenas competidoras con malezas tal como el sorgo y la avena.
– Alternar especies estivales con especies invernales.
– En zonas con déficit hídrico alternar especies que son demandantes de agua con aquellas que no lo son.
Sistemas de cultivo
Después del monocultivo las prácticas tradicionales de laboreo son el problema principal de la agricultura convencional de altos insumos. El objetivo principal de las prácticas es de interrumpir el ciclo de vida de las malezas, y de crear una camada donde germinen bien las semillas de cultivo. A través de los siglos la experiencia comprobó el beneficio de estas prácticas que son antiquísimas. Ya en un cultivo para controlar malezas y mejorar la germinación. Pero en esos días se hacia descansar al campo cada año por medio, se rotaban los cultivos, y los primitivos arados de madera no tenían vertedera, de manera que su efecto sobre el suelo era superficial.
Con la intensificación de la agricultura a partir del siglo XIX, la introducción de implementos de hierro, y sobre todo con la más reciente suplantación de caballos por tractores, el efecto negativo de las labores empezó a ser mayor que su efecto positivo. Las aradas más profundas, la vertedera, y otras prácticas (rastrillado, escardillada, etc.) afectaron a una mayor parte del perfil. Los equipos modernos desmenuzan el pan de tierra muy eficientemente, haciéndolo muy vulnerable a la erosión. Con la pérdida de la estructura, el suelo pierde porosidad y se vuelve más vulnerable a la compactación que se incrementa por el uso de tractores y maquinaria cada vez más pesada. Finalmente los microorganismos del suelo también son afectados, lo que afecta el ciclaje y la oferta de nutrientes. El continuo uso de maquinaria a la misma profundidad crea el así llamado ¨piso de arado¨, o sea el nivel del suelo debajo del cual la maquinaria no penetra, y que suele ser una capa compacta que impide la penetración de raíces y de humedad.
Para reducir o eliminar los efectos negativos de las labores se han diseñado una serie de técnicas, denominadas labranza cero, labranza mínima, y siembra en camellones. Todas estas tecnologías tratan de alcanzar los mismos dos objetivos. (1) reducir o eliminar las labranzas, y (2) mantener el suelo cubierto la mayor parte del año.
La reducción de las labranzas tiene como objetivo eliminar el piso de arado, retener humedad, reducir la compactación, y favorecer el desarrollo de la flora bacteriana, mantener la porosidad natural del suelo, y reducir la compactación producida por la maquinaria.
Manejo de la fertilidad del suelo
La agricultura convencional de altos insumos maneja la fertilidad del suelo exclusivamente con el agregado de abonos químicos. Si bien estos son preferibles a la falta de abono -la situación prevaleciente en la pampa durante gran parte de su historia- el uso exclusivo de abonos químicos también presenta problemas.
El uso de abonos químicos para restituir la fertilidad de los suelos en estos momentos es imprescindible. Sin embargo los abonos químicos incrementan la acidez del suelo y tienden a contaminar las aguas subterráneas, por lo que el productor se debe esforzar para reducir su uso, y reemplazarlos cuando pueda abonos orgánicos (estiércol) y verdes.
Los tres elementos que necesitan reemplazar con mayor asuidad son el nitrógeno, el fósforo, y el potasio. El uso de abonos orgánicos reduce la desnitrificación, el lavado , y la volatización del nitrógeno, reduciendo el exceso de nitrógeno que favorece a las malezas y crea problemas de contaminación en los acuíferos y en el agua potable para la población humana. La tasa de mineralización del abono orgánico es más baja que la del abono químico, y está más emparejada con la tasa de extracción por parte del cultivo. Además el abono orgánico facilita la acumulación de materia orgánica en el suelo, favoreciendo de esta manera la retención de humedad. En cuanto a fuentes de fósforo es mejor usa harina de huesos o roca fosfatada en lugar de superfosfato, pues los superfosfatos tienden a aumentar la acidez del suelo (reducción pH).
Control de malezas
El control químico de malezas ha hecho posible algunas de las prácticas que hemos estado abocando, como ser la reducción de las labranzas, y la siembra directa. Sin embargo, el uso de herbicidas también tiene efectos negativos, y de ser posible su uso debería ser reducido. Este es un ejemplo típico de los trade-offs necesarios en cualquier actividad humana.
Siempre y cuando la situación lo permita, se deberían usar métodos mecánicos y no químicos para controlar las malezas. En regiones en que la mano de obra es barata y hay falta de empleo, se puede recurrir a la remoción a mano de las malezas. Esto no es un método económico en la pampa. Más apropiado es la rotación de cultivos para reducir la acumulación de semillas de malezas específicas en el suelo, el uso moderado de fertilizantes y el uso de abonos orgánicos, y el manejo de la densidad de siembra y la fecha de siembra, para permitir que el cultivo pueda ¨tapar¨ a la maleza.
Control integrado de plagas
Antes de la introducción del DDT, el control de plagas y enfermedades era mínimo y el agricultor dependía de los controles naturales del ecosistema para proteger sus cultivos. Estos no siempre funcionaban bien, y cálculos en los Estados Unidos (pimentel 1991) muestran que la producción de los cultivos era aproximadamente una tercera parte menor a su potencial debido al efecto nocivo de plagas, enfermedades, y malezas. Los plaguicidas que se usaban no eran muy efectivos, y como su efecto era de corto plazo había que aplicarlos repetidamente aumentando los costos de aplicación, pero no tuvieron ningún efecto significativo sobre los rendimientos. Se sigue perdiendo aproximadamente la tercera parte de la cosecha potencial ¿Por qué?
Como es bien sabido los plaguicidas modernos no discriminan en su acción afectando a todos los insectos. Como además no se descomponen naturalmente, o el proceso es muy lento, se acumulan en el ecosistema. Así, por ejemplo, insectos beneficiosos carnívoros que se alimentan de insectos fitófagos, al ingerir presas tratadas con el insecticida, acumulan el insecticida en sus cuerpos hasta que esto los mata. Vertebrados, sobre todo pájaros sufren la misma suerte. Como el número, y la capacidad reproductiva de los insectos y vertebrados que se alimentan de insectos fitófagos es menor que la de estos últimos, el insecticida afecta a los animales beneficiosos más que a los dañinos. Para compensar la pérdida de acción benéfica de los depredadores animales, se utiliza más insecticida, lo que crea un círculo vicioso. En muchas regiones, sobre todo en los trópicos, se ha tenido que abandonar la agricultura debido a este proceso. Además, en muchas instancias, insectos han adquirido resistencia al insecticida. Nuevamente, debido a su mayor número y capacidad reproductiva, son los insectos fitófagos los que adquieren resistencia.
La introducción de insecticidas y plaguicidas químicos ha tenido por resultado reemplazar el control natural por un control químico sin afectar demasiado el nivel de perdidas por plagas que continúan siendo alrededor de una tercera parte del potencial, pero ha tenido un impacto enorme sobre la rentabilidad agrícola.
El problema no esta en el uso de agroquímicos, sino en su uso macizo e indiscriminado. Bien usados los agroquímicos son herramientas muy útiles. Pero deben usarse como una línea de segunda defensa, haciendo uso en primera instancia y en lo posible de los mecanismos de control ofrecidos naturalmente por el ecosistema (y que son otra razón más para aumentar la biodiversidad de los agro-ecosistemas), lo que se denomina el Control Integrado de Plagas (CIP o IPM).
Los principios que deben guiar al productor conservacionista en la lucha contra malezas, plagas, e insectos son los siguientes:
– Usar la rotación de cultivos para interrumpir los ciclos de vida de insectos y malezas.
– Ajustar la fecha de siembra, y la densidad de siembra para reducir la emergencia de malezas.
– Usar variedades resistentes.
– Poner el énfasis en un análisis económico del efecto nocivo de plagas, enfermedades y malezas, en lugar de inspecciones visuales.
– Hacer uso del control integral de malezas, plagas y enfermedades, utilizando el máximo de información, de gerenciamiento, y de técnicas de control.
BIOTECNOLOGIA
Se ha dicho que la segunda mitad del siglo XX es la era de las ciencias biológicas. Efectivamente, los avances en el conocimiento sobre los mecanismos biológicos ha sido espectaculares. A la aplicación de ese conocimiento teórico para resolver problemas prácticos se lo denomina biotecnología. Hasta ahora, el impacto principal de la biotecnología ha sido en medicina y farmacia, pero existen muchas expectativas sobre su aplicación en agricultura.
De hecho que ya se aplica la biotecnología en agricultura. El cultivo de células y tejidos vegetales hoy en día permite producir un nuevo cultivar en miles de copias en una sola generación y esa técnica es ya rutinaria en la floricultura y la horticultura. Pero donde se han creado las mayores expectativas es en relación a la creación de nuevas variedades transgénicas resistentes a plagas y enfermedades.
Las nuevas técnicas permiten la aislación de los genes responsables para ciertas características de cualquier planta o animal, y la transferencia de esos genes a otras especies no emparentadas. Hasta ahora se podían trasmitir genes sólo entre especies relacionadas que se podían hibridizar. Ya no hace más falta. Esto hace que si una especie silvestre tiene un carácter deseado que depende de un solo gen o de unos pocos, tal como resistencias a una enfermedad, que ese carácter se puede trasmitir al cultivo susceptible volviéndolo resistente. Así, por ejemplo, los genes de una bacteria, Bacilus thuringiensis, que producen unas toxinas que matan a insectos fitófagos, han sido transferidos al algodón y al maíz confiriéndoles más resistencia a insectos fotógafos.
Si bien estas tecnologías son muy prometedoras y hay que estimularlas, no están exentas de peligro. Los peligros son varios, pero dos aspectos son muy preocupantes. En primer lugar si se transfiere el gen de resistencia a un cultivo que tiene especies silvestres congenéricas con las cuales se cruza, como por ejemplo la colza y el nabo, el gen puede trasmitirse a la planta silvestre que se podría convertir en una ¨super-maleza¨. Eso es especialmente preocupante en el caso en que se introduce resistencia a herbicidas a los cultivos (para permitir el uso de dosis más grandes).
El segundo peligro es que las plagas y las enfermedades adquieran mecanismos de resistencia, como ya ha ocurrido con muchos insecticidas. Tendríamos entonces ¨super-plagas¨ resultado de la selección natural contra factores de origen antrópico. Esto podría ser particularmente serio si todas las variedades de un cultivo llevan el mismo tipo de resistencia. Eso ocurrió en los Estados Unidos en 1971, cuando debido a que todos los maíces llevaban el mismo gen que les confería susceptibilidad a una enfermedad (leaf blight), se perdió la tercera parte de la cosecha de maíz.
Otro peligro que ya esta muy en evidencia, es que la biotecnología lleve a la pérdida de la biodiversidad genética de los cultivos. Para evitar esto es esencial que se trate de obtener resistencia por muchos medios, y que en lo posible se introduzca más de un gen o mecanismo genético de defensa contra plagas y enfermedades. Esto reduciría en gran medida las probabilidades de que las plagas adquieran defensas. Y en este respecto es también importante que el agricultor rote sus cultivos, para reducir la población de insectos nocivos, y que se diversifique en lo posible los cultivos de una región.
PRACTICAS AGRICOLAS CONSERVACIONISTAS: PRINCIPIOS GENERALES
Existe toda una gama de prácticas agrícolas conservacionistas, algunas de las cuales hemos ya discutido, pero ellas no constituyen un paquete único. Para cada situación, para cada tiempo y para cada lugar, el productor tendrá que decidir cuales son las combinaciones de tecnologías que maximicen los tres objetivos de toda práctica agrícola conservacionista: aumentar los ingresos del productor, conservar los recursos naturales, y aumentar la equidad social y económica de la sociedad. Practicar agricultura conservacionista implica más información, más gerenciamiento, y más atención al detalle. Es por eso que afirmamos que la agricultura conservacionista no es una tecnología pero una manera de ver las cosas, un enfoque ético hacia la agricultura.
La producción sustentable implica el uso de una variedad de enfoques. Las estrategias específicas adoptadas por el productor deberán tomar en cuenta la topografía, las características del suelo, el clima, las plagas, el tipo de insumos de que dispone el agricultor, y sus objetivos. A pesar de que no se pueden dar instrucciones para hacer agricultura conservacionista, podemos enunciar algunos principios generales, que pueden servir de guía cuando el agricultor elija sus prácticas de manejo.
– Elegir especies y variedades bien adaptadas para las condiciones climáticas y el suelo de la región.
– Tratar de diversificar los cultivos, las especies de animales domésticos, y las prácticas agrícolas con el objetivo de afianzar la estabilidad económica de la explotación.
– Poner énfasis en manejo del agua y del suelo para mantener y mejorar la calidad de la tierra.
– Utilizar los insumos eficientemente.
– Tomar muy en cuenta los objetivos globales y el modo de vida preferido por el productor.
EL CONTEXTO ECONOMICO, SOCIAL Y POLITICO
El productor no funciona en un vacío pero es parte de una sociedad más amplia. Para poder practicar una agricultura en que se respete la integridad de los recursos naturales y la capacidad productiva de la tierra, sin sacrificar la rentabilidad de la explotación, o la equidad económica del sistema, la sociedad civil y el gobierno también necesitan adoptar estos objetivos.
Hasta muy recientemente las políticas gubernamentales macroeconómicas no permitían el desarrollo de una agricultura conservacionista (Fiorentino 1983). Empezando en la década del 40, fueron diseñadas una serie de políticas macroeconómicas para transferir recursos de la agricultura a la industria y mantener un nivel bajo de los precios de los alimentos para las poblaciones urbanas, tal como la creación del IAPI, y los recargos a la exportación de productos agropecuarios. Estas políticas tuvieron como resultado el estancamiento del sector rural, consecuencia de la disminución de la rentabilidad de la producción agropecuaria. Aún cuando después de los años ´60 el gobierno trató de estimular al sector agropecuario, las frecuentes crisis en la balanza de pagos y consecuentes desvalorizaciones de la moneda crearon gran incertidumbre que llevó a una enorme descapitalización del campo argentino.
Desde el punto de vista del gobierno y de la sociedad es importante crear un sistema agropecuario sostenible y altamente productivo con dos objetivos (1) afianzar la seguridad alimenticia de la población, y (2) incrementar los saldos exportables de la agricultura. Nos preguntamos ahora si las instituciones de la sociedad argentina contribuyen a estos objetivos.
Productores
No hay manera de saber cuantos productores tienen como objetivo aun agricultura conservacionista. Sospechamos que en principio todos los productores están en favor de sistemas que aumenten sus ganancias, reduzcan sus riesgos, y aseguren sus ingresos a mediano y largo plazo. Lo que no sabemos es cuanta conciencia existe del esfuerzo gerencial y del nivel de conocimientos que existe dirigido a establecer una agricultura sostenible. Dos estadísticas nos hacen pensar que aún la mayoría de los productores no saben, o no pueden, practicar una agricultura conservacionista.
La primera estadísticas se refiere a la superficie pampeana en que se practica la siembra directa. Aunque esta ha ido en franco ascenso en los últimos años, es sólo de alrededor de 5 millones de ha (Trucco y Salvador 1997), o sea un poco más de 20% del área cultivada. La siembra directa está concentrada en el cultivo de soja, en que el 72% del área sembrada fue en siembra directa. Otro dato positivo es el aumento en el consumo de fertilizantes, aunque no sabemos bien como se están utilizando. Por el otro lado, alrededor de la tercera parte de la superficie pampeana está sufriendo daños por la erosión de sus suelos, y esta superficie también está en ascenso. La reciente introducción de la agricultura de precisión y el interés que ha despertado es también positiva, aunque al momento su adopción es mínima y sólo grandes explotaciones tienen el capital para utilizarla.
La impresión es que si bien hay conciencia de algunos de los daños que la agricultura tradicional de altos insumos aún hay poca implementación de técnicas conservasionistas.
Investigación
El INTA inició hace unos años un programa de agricultura conservacionista que ha estado investigando el efecto de diversas tecnologías. El INTA ha sido la institución que más esfuerzos ha hecho en documentar los deterioros ambientales, sobre todo el deterioro de los suelos (INTA 1991) que están ocurriendo y en llamar la atención a sus consecuencias. También a través de sus estaciones experimentales ha estado conduciendo experimentos y ensayos para desarrollar tecnologías más protectoras de los recursos.
La Secretaría de Agricultura, Alimentos y Pesca también se ha preocupado por el tema. Su reciente publicación, ¨El deterioro de las tierras en la República Argentina. Alerta Amarilla,¨ (SAGyP 1995) es un excelente análisis de los problemas de degradación. El programa ¨Cambio Rural¨ es un esfuerzo para ayudar a que los pequeños y medianos productores puedan modernizarse, y en eso contribuye a aumentar la equidad rural, que es un claro objetivo de la agricultura conservacionista.
Entidades no gubernamentales, sobre todo los grupos CREA, AAPRESID, SRA y otras han batallado fuertemente para la introducción de mejores tecnologías y una agricultura conservacionista. Mientras que INTA todavía considera a la agricultura conservacionista como una alternativa a la agricultura tradicional, estos grupos están convencidos de que es la única alternativa posible.
Educación
Las Universidades que deberían ser los puntales en la transformación de la agricultura tradicional hacia una agricultura conservacionista, por el contrario han estado en la retaguardia. En la mayoría de la facultades de agronomía todavía se enseñan las técnicas tradicionales, y recién se está pensando en introducir cursos sobre agricultura conservacionista.
Como hemos estado tratando de mostrar en las páginas anteriores la agricultura conservacionista no es un agregado a la agricultura convencional, pero es una superación de ésta. No se puede enseñar por lo tanto como una materia más, sino que sus conceptos deben ser parte de toda la enseñanza agronómica.
A niveles secundarios y primarios poco se enseña sobre sustentabilidad. Esto es una deficiencia seria, puesto que la agricultura conservacionista no atañe solamente al agricultor, pero también al consumidor, y es muy importante crear conciencia de los problemas en la sociedad en general.
Los medios masivos de comunicación prestan poca atención a este problema, relegándolo a los suplementos agrícolas o ecológicos. Esto refuerza la visión de la sustentabilidad como un problema sectorial.
Gobierno
Durante un largo período el gobierno a través de su política agraria e industrial creó condiciones riesgosas y francamente desfavorables para la actividad agropecuaria. Desde la reforma del estado a principios de la década del 90, las políticas del gobierno han sido más neutrales, y la estabilidad y falta de inflación han sido favorables al sector.
Pero el estado debe jugar un rol más activo en la salvaguardia de los recursos naturales, que el cumple en estos momentos, rol en que los tres poderes deben tomar mayor injerencia, y también los estados provinciales. En efecto, el mal uso de los recursos naturales no sólo afecta al productor, que verá disminuir sus rendimientos con el tiempo, sino que afecta a la sociedad si los alimentos tienen residuos de agroquímicos, si la infraestructura de caminos y comunicaciones es destruida por inundaciones resultado de una reducción en la capacidad de retención de agua de los campos, etc. El rol del estado es de elaborar leyes y controles para reducir el mal uso de recursos naturales, tal como una ley de suelos o una ley de aguas; de hacer respetar esas leyes y no dejarlas caer en desuso como es el caso con la actual ley de suelos; de penar a aquellos que no obedecen la ley. En estos momentos el estado argentino no cumple muy bien esas funciones, y hasta tanto se mejore la situación, habrá escollos en el progreso hacia una agricultura conservacionista.
A MODO DE CONCLUSION
Terminamos este trabajo con una reflexión sobre la complejidad del mundo natural y las dificultades inherentes en cualquier intento de predicción.
La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a pensar de una manera linear. Para cada efecto hay una causa, y cuanto mayor el valor de la causa, mayor el efecto. Sabemos que hay casos en que la relación entre causa y efecto es curvilinear, o que hay umbrales o doceles debajo o encima de los cuales no hay efecto. Pero en general no aceptamos la idea de que una causa pueda tener más que un efecto, o que el desorden pueda producir orden, o viceversa. Y sin embargo desde los brillantes estudios de Prigogine (Prigogine y Stengers 1984; Nicolis y Prigogine 1989; Solbrig and Nicolis 1991) se ha demostrado que todos estos fenómenos ocurren en la naturaleza, y que las situaciones de no linearidad son más comunes que las de linearidad.
Un mundo complejo tiene implicaciones para la sustentabilidad y la agricultura conservacionista, la principal es que un mundo complejo es impredecible. Si la misma causa puede crear más de un efecto, y en forma aleatoria, entonces por definición el mundo es impredecible. De que es así lo sabemos todos por experiencia y la incertidumbre que ese conocimiento crea es fuente de ansiedad y a su vez de emoción. ¿Que objeto tendría un partido de fútbol si se pudiera anticipar el resultado? ¿Y que objeto tendría la vida si se podría saber el futuro?
Sin embargo esa misma incertidumbre estructural del sistema natural, da ventajas comparativas al que pueda adivinar o predecir, si no todo el futuro, por lo menos cierta parte. Y esa ventaja ha creado el interés y la necesidad de saber lo más posible sobre nuestro entorno para de esa manera tomar las decisiones que tengan la mayor probabilidad de tener éxito. Y es por eso que la ciencia ha sido tan exitosa. La ciencia no puede predecir con certeza, pero reduce la incertidumbre.
En el debate sobre conservación y uso de los recursos naturales se ha debatido mucho el rol de la tecnología. Hay quienes mantienen que hoy en día la tecnología puede superar cualquier obstáculo, y que todos los recursos naturales son substituibles. En este ensayo hemos partido de la premisa de que eso no es así, y que el agua y el suelo y la diversidad biológica son imprescindibles. Nuestro conocimiento actual, y las tecnologías de que disponemos nos dicen que así es, pero debido a la incertidumbre innata en sistemas complejos no hay manera de afirmar categóricamente que siempre será así, pero tampoco hay manera de poder negar categóricamente esa afirmación. Es sin embargo prudente, hasta tanto se pueda demostrar lo contrario, afirmar que ciertos recursos naturales como el agua y el suelo no son substituibles y tratar de conservarlos.
*Departament of Organismic and Evolutionary Biology and David Rockefeller Center for Latin American Studies, Harvard University, Cambridge, Ma. 02138, U.S.A.
BIBLIOGRAFIA
Casas, R. 1997. Causas y Evidencias de la Degradación de los Suelos en la Región Pampeana. (en prensa)
Fiorentino, R. 1984. La política agraria para la región Pampeana en las Ultimas Décadas. Buenos Aires: CISEA/PPA Documento No. 5.
INTA. 1991. Juicio a Nuestra Agricultura, Hacia el Desarrollo de una Agricultura Sostenible. Buenos Aires: Hemisferio Sur.
Nicolis, G. y I. Prigorine 1989. Exploring Complexity. New York, Freeman.
Pimentel, D. 1991 The Dimensions of the Pesticide Question. In F. H. Bormann y S. R. Kellert (comp.) Ecology, Economics, Ethics, The Broken Circle, pp. 59-69. New Haven, Conn.: Yale University Press.
Prigogine, I. y I. Stengers. 1984. Order out of Chaos. Man´s New Dialogue With Nature. Toronto: Bantham Books.
Timmer, C. P. 1992. Agriculture and Economic Development Revisted. Agricultural Systems 40: 21-58
Timmer, C. P. 1995. Getting Agriculture Moving: Do Markets Provide the Right Signals? Food Policy 20: 455-472.
Trucco. V. y C. Salvador. 1997. Conferencia en Sevilla.
SAGyP. 1995., El Deterioro de las Tierras en la República Argentina. Alerta Amarilla. Buenos Aires: Consejo Federal Agropecuario.
Solbrig, O. T. y G. Nicolis (comp.) 1991. Perspectives on Biological Complexity. Paris, IUBS.
Libro: 5† Congreso Nacional de AAPRESID

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