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Comunidades originarias y productores ganaderos misioneros se unen para trabajar por la supervivencia del yaguareté

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Lo hacen con el apoyo de la Red Yaguareté y el programa “Pequeñas donaciones” de Naciones Unidas. Con capacitación, talleres de sensibilización y un simple sistema de electrificación de alambrados están llegando a la depredación cero tanto del ganado como de los felinos

Amenazado de muerte hace décadas en toda las Américas. Abandonado a su suerte en las yungas de Salta y Jujuy y en lo que queda de la selva misionera. Es el triste destino que acecha hace un siglo al mayor felino y predador tope de la cadena trófica continental.

Su nombre científico es Panthera Onca aunque todos lo conocen como yaguareté. Su situación de supervivencia es delicada: se encuentra dentro de las especies cuyo estado es “en peligro crítico de extinción”. Está claro que si no se hace nada por impedirlo la suerte ya está echada y el animal se extinguirá en los próximos años.

La historia de su caza y devastación es larga y está vinculada tanto a la actividad peletera como a la acción de los ganaderos que cuidaban su patrimonio de sus garras. El naturista Alexander von Humboldt llegó a informar a principios del siglo XIX que, solo desde el puerto de Buenos Aires, partían hacia Europa unos dos mil cueros de yaguareté traídos desde el norte argentino. Mientras tanto en la Pampa central argentina se encontraba totalmente extinto en 1925 producto de las cacerías de los productores.

En la actualidad, la organización Red Yaguareté estima que en la Argentina su población no llega a los 250 individuos adultos; unos 150 ejemplares habita en las yungas y el resto se reparte entre la región del chaco seco y la selva misionera.

Conscientes de tal estado crítico, algunas organizaciones comenzaron a elaborar planes de acción para revertir semejante situación. Es el caso del Proyecto de Pequeñas Donaciones, un programa del Fondo de Medio Ambiente Mundial implementado por el PNUD, que a fines de 2018 anunció el lanzamiento de un plan focalizado en la conservación de los grandes felinos, incluyendo la conservación del Yaguareté en Argentina y Panamá. Nuestro país forma parte de uno de los 10 en el mundo que reciben este financiamiento. En el caso de Argentina el programa se inició en la provincia de Misiones enfocado en la principal causa de amenaza del yaguareté, que es el conflicto con los ganaderos y los agricultores.

“Estamos intentando ampliarlo a todo el país pero comenzar por Misiones era fundamental”, cuenta René Mauricio Valdés, representante residente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Argentina.

Valdés señala que la metodología de trabajo que se lleva adelante es muy simple. “Por un lado se realizan charlas y talleres de capacitación con ganaderos y por otro, gracias al estudio y monitoreo que hace la Red Yaguareté, podemos saber en qué lugares críticos hay acercamiento entre el yaguareté y el ganado”, señala el directivo de Naciones Unidas. Una vez que está determinada esa información se pasa a la segunda fase, que es una acción muy simple: “Se desarrolló un sistema de electrificación muy económico y sustentable, alimentado a energía solar, que logra que el predador desestime el ataque y no vuelva a incurrir en él”, sostiene Valdés.

La Red Yaguareté ya está trabajando en Misiones dentro del programa y colabora con el alambrado y concientización de productores y pobladores. Lo innovador del proyecto es que está enfocado en la solución de los conflictos entre el yaguareté y los ganaderos. La Argentina ya tenía demasiados proyectos relacionados con el estudio de su distribución y su comportamiento pero pocas herramientas de acción concreta. Así que ya era hora.

Según Valdés los resultados alcanzados hasta ahora son contundentes: “El sistema de electrificación y de capacitación ha logrado bajar a cero la tasa de depredación del yaguareté sobre los terneros y vacas. Ya existen más de 21 kilómetros de alambrados instalados y de esta manera también se está logrando reducir a cero las muertes de yaguaretés“, manifiesta. El desafío ahora es extender esta exitosa práctica de manejo a otras zonas del país y toda la región.

Misiones ha sido un ejemplo histórico en materia de conservación efectiva de áreas naturales. El ecoturismo sumado al turismo rural de base comunitaria, en el que las mismas comunidades aborígenes toman protagonismo, pueden convertir a Misiones y a otras valiosas regiones como Jujuy, Salta, Formosa y Chaco en nuevos modelos de desarrollo local sostenible.

La biodiversidad y el más grande felino americano serán, sin dudas, los grandes beneficiarios.

 

Autor: Sergio Federovisky
Fuente: infobae.com

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