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Demonios de Tasmania: una carrera contra el cáncer y la extinción

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Científicos han descubierto que el cáncer facial contagioso característico de los demonios de Tasmania se ha vuelto endémico en sus poblaciones, lo que paradójicamente reduce el riesgo de extinción de la especie

Del tamaño de un perro pequeño, musculoso y robusto, Sarcophilus harrisii es el marsupial carnívoro más grande que queda en el mundo tras la extinción del último e icónico tilacino, o lobo marsupial. Su mal olor, el desagradable sonido que emite cuando se siente amenazado, y una fiereza sin parangón a la hora de alimentarse le han valido a esta bestia en miniatura su merecido apodo de diablo o demonio.

Y es que quizá resulte que el tiempo nos acabe dando la razón y un día descubramos que este pequeño marsupial es un auténtico diablo en el sentido más literal de la palabra, pues la muerte parece perseguirle, pero el demonio de Tasmania no esta dispuesto a dejarse atrapar. Donde otros marsupiales, más grandes, más fuertes, más fieros y mejor armados han sucumbido, este pequeño diablo siempre ha cabalgado triunfante esquivando la desaparición hasta nuestros días.

Considerados una amenaza para el ganado y perseguidos hasta la extenuación, el diablo de Tasmania anduvo a principios de siglo al borde de ser relegado al registro fósil hasta que su inclusión en 1941 en la lista de especies amenazadas propició la recuperación de sus poblaciones. No obstante, 10 lustros después, durante la década de los años 90, la especie se vio amenazada por un cáncer facial contagioso que redujo de nuevo sus poblaciones drásticamente hasta volver a ser declarada en peligro de extinción en el año 2008.

El primer caso documentado de este cáncer se registró en Australia en el año 1995, y aunque pueda resulta extraño, la llamada enfermedad tumoral facial del diablo de Tasmania -DFTD por sus siglas en inglés- es contagiosa. Esta se extiende por transmisión directa de las células cancerígenas vivas a través de las mordeduras y heridas que se infligen los animales en la cara durante los percances y desavenencias que exhiben a la hora de alimentarse y aparearse. Se trata de una forma mortal, muy agresiva y transmisible de cáncer facial que se encuentra en el 95% del rango geográfico del animal y la cual se estima que es responsable de la disminución del 80% de todas las poblaciones de la especie.

No obstante, en un estudio que se publica esta semana en la revista Nature, lo que ahora ha descubierto un equipo de científicos es que este cáncer que una vez amenazó a los demonios de Tasmania parece estar convirtiéndose en un endemismo. La investigación, la cual adoptó un enfoque filodinámico y epidemiológico ha revelado el patrón de aparición y propagación de la enfermedad, y brinda nuevas esperanzas para la supervivencia de esta icónica especie de nuestras antípodas.

La filodinámica de vanguardia y el caso del demonio de Tasmania

Abarcando los campos de la virología y la epidemiología, la filodinámica viral estudia cómo los procesos epidemiológicos, inmunológicos y evolutivos actúan e interactúan potencialmente en las especies para dar forma a las filogenias virales, es decir, a la historia de la evolución de los virus en referencia a su linaje y las relaciones entre amplios grupos de organismos.

De hecho, recientemente la filodinámica se ha convertido en una herramienta muy importante para caracterizar los parámetros epidemiológicos de patógenos emergentes de rápida evolución y se ha vuelto notable en su aplicación para comprender nuevos virus humanos entre los que se incluye el SARS-Cov-2. Sin embargo, su aplicación a patógenos no virales se ha visto limitada por los desafíos asociados con sus genomas de mayor tamaño. Por ejemplo, las enfermedades infecciosas emergentes como el DFTD, las cuales se encuentran entre las principales amenazas para muchas especies y en ocasiones hasta han conducido a extinción de las mismas, tienen un genoma miles de veces más extenso que cualquier virus.

En esta ocasión, a pesar de las predicciones iniciales que defendían que el DFTD conduciría a la extinción de los demonios de Tasmania, las poblaciones de la especie persisten, e incluso pueden estar recuperándose en áreas donde ha estado presente la enfermedad desde hace mucho tiempo. Para comprender mejor esta discrepancia, Austin Patton de la Universidad del Estado de Washington y sus colegas aplicaron la filodinámica para caracterizar la historia epidemiológica del DFTD.

Lo que descubrió el equipo de Patton es que el DFTD se está volviendo endémico en los demonios de Tasmania y está exhibiendo un patrón de disminución de la tasa de transmisión. Los hallazgos sugieren que, si se deja evolucionar de forma natural a la enfermedad, el DFTD puede extinguirse o incluso coexistir en las poblaciones de estos pequeños diablos.

“De cualquier manera, la extinción del demonio de Tasmania es poco probable” afirma Patton, quien se congratula con su equipo además, de que la presente investigación demuestra que los estudios filodinámicos no necesitan limitarse a los virus y pueden aplicarse a una amplia gama de patógenos emergentes en todas las especies y partes del mundo.

 

Autor: Héctor Rodríguez
Foto: David.G Hamilton
Fuente: nationalgeographic.com.es/

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