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Los efectos de los incendios forestales masivos pueden alcanzar la estratósfera y permanecer por meses

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El humo proveniente de siniestros australianos creó un agujero en la capa de ozono de la atmósfera, pero la extensión del daño de este tipo de eventos aún es incierta.

Los incendios forestales masivos están impulsando nubes de humo a alturas récord en la estratósfera, según señalan científicos estadounidenses y europeos. Lo que ellos aún no saben es cuan dañinos puedan a llegar a ser los efectos.

Desde el Ártico hasta Australia, tormentas eléctricas inusuales potenciadas por incendios forestales han llevado humo a altitudes mucho más arriba del nivel al que vuelan usualmente los jets comerciales. Los investigadores afirman que en la estratósfera, que parte a unos 10 kilómetros de altura y termina a los 50 kilómetros, el humo ha afectado el aire en un área que se extiende por miles de kilómetros y también ha bloqueado la luz solar a una “escala planetaria”, replicando los efectos de una erupción volcánica. Ellos aseguran que la mayoría de los expertos científicos concuerdan en que las altísimas formaciones de humo son un subproducto de los recientes años dominados por enormes incendios forestales, en los cuales las alteraciones climáticas causadas por las crecientes temperaturas han jugado un rol clave.

“Es una nueva forma de clima severo”, indica David Peterson, un meteorólogo del Laboratorio de Investigación Naval (NRL) de Estados Unidos en Monterey, California.

En el más alto de esos penachos de humo registrado hasta ahora, los incendios forestales australianos del pasado enero generaron tormentas de fuego que lanzaron un vórtice arremolinado de fuego tan ancho como el estado de Montana y que alcanzo un récord de 33,7 kilómetros de altura. El humo dio la vuelta al mundo dos veces antes de disiparse en abril, según dos estudios independientes. Los científicos rastrearon el penacho usando sensores instalados en cuatro satélites y a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI).

Sus datos muestran que el humo bloqueó la luz solar en una extensión nunca antes registrada antes en cuanto a incendios forestales y comparable al efecto acumulativo de todas las erupciones volcánicas moderadas de los últimos 30 años. Es más: en septiembre, un equipo internacional de científicos de Francia, Reino Unido y Canadá reportaron en el journal Communications Earth & Environment que el penacho de humo contenía suficientes gases nocivos como para generar un agujero temporal en la capa protectora de ozono del planeta.

“El penacho de humo australiano fue un fenómeno realmente impactante”, señala Sergey Khaykin, líder del informe y quien estudia la estratósfera en el laboratorio Latmos de investigación atmosférica y observaciones espaciales de la Universidad Sorbona en Francia. “Deberíamos esperar más de estos eventos a medida que el clima se vuelve más cálido”.

Las tormentas de truenos y relámpagos, conocidas técnicamente como eventos pirocumulonimbus, se están volviendo más frecuentes.

En los últimos años, estos fenómenos se produjeron durante incendios forestales en lugares como Portugal, Sudáfrica y Argentina, donde eran previamente desconocidos. Las tormentas generadas por incendios forestales ocurridas en las últimas semanas en California y Colorado generaron penachos de humo de hasta 16 kilómetros de altura que alteraron la calidad del aire en un lugar tan distante como Europa. El penacho australiano de 33 kilómetros, producido hace algunos meses, fue el tercer mayor evento de humo generado por un incendio forestal en establecer un récord a nivel de estratósfera desde 2009. De manera progresiva, cada uno de ellos ha alcanzado una mayor altura y ha sido más severo.

“Es como si la intensidad de los grandes eventos estuviera aumentando”, indica George Kablick III, meteorólogo del NRL y quien lidera un equipo de científicos que estudian el penacho de humo australiano. Ellos reportaron sus hallazgos hace unos meses en el journal Geophysical Research Letters.

Los investigadores señalan que todos estos análisis ofrecen nueva evidencia de cómo la polución y el humo de los incendios forestales regionales, impulsados por sequías severas y olas de calor, pueden convertirse en un evento global, afectando a gente que vive muy lejos de algún gran suceso. Un equipo internacional de investigadores realizó en 2012 un estudio global sistemático de salud ligada a la polución del aire generada por los incendios forestales y estableció que, en promedio, el humo proveniente de bosques y praderas en llamas genera cerca de 339 mil muertes adicionales al año producto de la inhalación. Según la Asociación Pulmonar Americana, las partículas de dióxido carbono y otros contaminantes en el humo pueden agravar enfermedades cardíacas y pulmonares crónicas, tales como el asma o la bronquitis, además de empeorar la diabetes, particularmente en los niños y personas de edad avanzada.

Pese a todo, nadie sabe aún si existen consecuencias a largo plazo al inyectar tanto humo a la estratósfera. “Existen muchos enigmas”, indica el doctor Peterson del NRL, quien estudio las nubes pirocumulonimbus que se formaron durante el incendio Williams Flats que se produjo en 2019 en el estado de Washington.

Según meteorólogos que estudian el clima asociado a los incendios, para generar humo de alta altitud, estas tormentas eléctricas requieren una mezcla de sequía extrema, olas de calor infernales, humedad y fuertes vientos de superficie. Cuando las condiciones son las apropiadas, la cálida corriente ascendente de proveniente de los bosques y matorrales en llamas puede sobrealimentar la imponente parte superior con forma de yunque de una gran tormenta, succionando el humo a nivel de piso y acelerándolo hasta alturas extremas.

Autor: Robert Lee Hotz/The Wall Street Journal
Foto: NASA
Fuente: latercera.com/

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